La
salud de Chávez es un secreto de Estado, aunque al parecer mucha gente
tiene información al respecto. Cuando se sometió a su primera cirugía en
junio de 2011, no admitió que los médicos hubieran retirado un tumor
canceroso grande de su área pélvica. El gobierno aún no ha revelado qué
tipo de cáncer padece.
En
febrero, el presidente reveló que los médicos habían descubierto una
nueva “lesión”. Desde entonces, ha viajado dos veces a Cuba para
someterse a radioterapia. Regresó brevemente a Venezuela la semana
pasada en medio de rumores de que viajaría a São Paulo en busca de
mejores resultados. Sin embargo, el sábado regresó a Cuba para someterse
a una tercera ronda de radiación.
Puede
ser que para cuando los médicos cubanos examinaron a Chávez y le
retiraron el tumor, la enfermedad ya hubiera estado muy avanzada como
para obtener un tratamiento exitoso. Sin embargo, según José Rafael
Marquina, un médico venezolano que asegura tener información
confidencial, Chávez se equivocó al pensar que el sistema de salud
cubano podría siquiera hacerle ganar un poco de tiempo.
Marquina
le dijo al periódico digital ABC, de España, que cuando Chávez regresó a
La Habana este año para someterse a la radioterapia, los cubanos
hicieron mal el procedimiento. Para que sea efectiva, la radioterapia
requiere que el paciente se apegue a un estricto cronograma de sesiones.
Sin embargo, de acuerdo con el médico Marquina, Cuba suspendió el
tratamiento cuando el presidente colombiano Juan Manuel Santos visitó la
isla, supuestamente para que el líder venezolano pudiera asistir a las
reuniones. También asegura que las áreas en las que se aplicó radiación
no se marcaron de manera apropiada, algo que él asegura que es
importante para garantizar su eficacia. Marquina indicó a ABC que los
médicos cubanos pensaron que era innecesario tatuarlo, pero que un
médico brasileño lo recomendó posteriormente.
Marquina
dijo a ABC que el cáncer de Chávez ha hecho metástasis en el hígado, en
las glándulas suprarrenales y en el área retroperitoneal y la vejiga, y
que, tras una laparoscopia, los médicos cubanos no quisieron operar en
las glándulas suprarrenales por temor a complicaciones. Eso dejó a la
radiación como la última esperanza. Si Chávez responde bien a la
radioterapia, indicó el doctor venezolano a ABC, podría vivir hasta
abril de 2013. De otra forma sólo hasta noviembre o diciembre de este
año.
Predecir este tipo de cosas no
es sencillo, incluso cuando los registros médicos del paciente están
disponibles. Así que es importante reconocer que en este punto el
análisis independiente debe ser tratado como especulación.
Chávez
insiste en que su tratamiento en Cuba está funcionando y que está listo
para gobernar al país por otros seis años si gana las elecciones
presidenciales de octubre. Pero durante la misa de Jueves Santo en su
estado natal de Barinas, dejó entrever que las cosas podrían tomar otro
curso. “Dame tu corona, Cristo, dámela que yo sangro, dame tu cruz, cien
cruces, que yo las llevo, pero dame vida porque todavía me quedan cosas
por hacer por este pueblo y por esta patria. No me lleves todavía”,
suplicó Chávez entre lágrimas.
En un
país liderado por un solo hombre por los últimos 13 años, es imposible
sobreestimar el apetito popular de información sobre el estado de salud
de Chávez. Incluso a aquellos que no simpatizan con el mandatario les
preocupa lo que sucedería con el país si el presidente no se prepara
para su deceso y nombra un sucesor.
El
resultado más probable sería un escalada de la violencia. El Partido
Socialista Unido de Venezuela y el gobierno de Chávez son casi uno solo y
ambos se han radicalizado. Las disidencias están totalmente prohibidas,
como quedó en evidencia el mes pasado con la expulsión del gobernador
del estado de Monagas del partido por su audaz cuestionamiento de la
salubridad del agua de un río local después de un derrame de crudo.
Los
analistas ahora contemplan la posibilidad de una lucha entre el
ejército y las facciones civiles armadas. Independientemente de las
fuerzas armadas, la Guardia Nacional dirige rutas de tráfico de drogas a
través del país y lucrativos negocios de contrabando de gasolina en la
frontera con Colombia. También tiene un interés financiero en determinar
quién sucederá a Chávez.
Chávez ha
logrado mantener a estos grupos a raya, pero su muerte sin un testamento
probablemente provocaría una lucha de “todos contra todos”. El ganador
podría asumir el legado del revolucionario canonizado y usarlo para
volver a concentrar el poder. Chávez moriría, pero el chavismo seguiría
vivo.
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