“¡Compatriotas! En esta hora de tantas dificultades, tenemos que
recordar las palabras de nuestro Padre Libertador: Yo soy un hombre de y
para las dificultades. Y por eso yo, Hugo Chávez, ya yo no soy yo: Soy
un espíritu. Algo más allá de mí y que me ha convertido en alma
nacional.”
“Por eso les digo que lo principal no es mi cuerpo, porque, por
encima de toda vicisitud, yo seguiré completamente vivo en cada uno de
ustedes. Y eso va a significar la vida, mi vida eterna. Y por esto desde
ya puedo decir: ¡Que viva Chávez! ¡Viva Yo!
Yo sé que hay gente que no va a entender que soy un alma que vino
para quedarse en la propia esencia de la revolución, para garantizar que
nunca nadie pueda vencerla. Esa es la gente que no se ha dado cuenta
que yo no soy simplemente HCF sino un personaje histórico absolutamemte
excepcional. Y por eso, con o sin cáncer, garantizo el mantenimiento y
estabilidad de la revolución.
Que nadie se alegre entonces en la derecha contrarrevolucionaria y
retrógrada, porque esta revolución ya tiene su impulso dado y nada ni
nadie la detendrá. No habrá cáncer que pueda destruir la revolución
bolivariana y el socialismo del siglo 21.
Y les digo otra cosa, yo sé que estoy obligado a vivir para seguir
consolidando la independencia, que es la sagrada misión que me impuso mi
Padre Bolívar. Y por ello estoy seguro que esta batalla contra el
cáncer la ganaremos. ¡Viviremos y venceremos!”
De este reiterado y extendido discurso hay dos interpretaciones de
bulto. Una, se tiene conciencia de que se está ante una enfermedad que
ha tomado mucho cuerpo y que es necesario, en consecuencia, salvar lo
construido y garantizar su permanencia, en función de la revolución
como el legado fundamental. O dos: simplemente se transita por la vía
que permite las extremas magnificaciones de un mito.
Si todo esto forma parte de una creación mito-maníaca o de un
perverso laboratorio cubano, como asoman algunos observadores,
estaríamos en presencia de un actor de condiciones poco comunes porque
no es nada fácil simular una enfermedad como la que se le atribuye.
Si se admite el primer escenario del nuevo Libertador luchando
contra múltiples obstáculos y entregando sus fuerzas finales por la
causa de la revolución y la independencia, no cabe duda que también
estamos ante un ser excepcional.
Hacer de una enfermedad terminal un motivo para redoblar la lucha por
los ideales es algo que sólo pueden albergar los conocidos como
“grandes majaderos de la historia”. Especie de Dioses al servicio de la
humanidad. En cualquier caso queda a salvo las grandes condiciones de
este personaje.
Y en este cuadro surge una pregunta elemental: ¿Hacia donde va hoy
este ex país? Por encima de cualquier dificultad ¿se mantendrá esto que
se ha dado en llamar revolución? ¿Se sostendrá intacta Venecuba, dos
revoluciones fundidas en una sola?
Los esfuerzos del golpista-presidente, en una u otra dirección, no
permiten dudar de la decisión y empeño del alto mando venecubano de
luchar por la salvación de la revolución. Este no es solo un problema
nacional sino que toca los intereses del Alba y otros del plano
internacional. China, Irán o Rusia tienen hoy mucho que ver con el
destino de este proceso y no se ve que lo puedan abandonar sin dar algún
tipo de pelea.
El problema reside en el sello personal que le imprime el GP y su
unión e identificación con la renta petrolera. En lo primero nos
conseguimos con una revolución dirigida por un jefe único, exclusivo.
Una instancia que se atiende y respeta. El resto de los dirigentes PSUV
forma parte de sus propios intereses o corriente. Por ello el GP ni
siquiera deja al vicepresidente encargado de la primera magistratura.
No puede alimentar enfrentamientos ni transitar por las vías de la
inseguridad.
Y a su vez esta es una revolución montada sobre un actor fundamental:
la renta petrolera. Nadie puede decir que aquí se produjo la toma del
poder por parte del proletariado ni nada parecido.
Éste fue asumido por
el golpismo militar que encabeza el GP y sobre la plataforma de los
inmensos ingresos petroleros. De allí que estemos ante la novedad del
socialismo petrolero del siglo 21.
Y a la hora de plantearse a lo interno del PSUV lo relativo a la
sucesión vienen las aspiraciones y enfrentamientos. Elías Jaua, al
momento de informar sobre la operación del GP llama a Diosdado Cabello
“compañero de lealtad a Chávez”. Y el aludido respondió: a la derecha le
amarga que Jaua y yo seamos amigos y que hablemos de una unidad
verdadera. Y si se hace estas declaraciones es porque hay alguna duda
sobre el asunto.
Esto ocurre en el momento en que Adán Chávez llama a combatir a los
traidores internos y a luchar contra deslealtades como la asumida por
Páez con el Padre de la Patria. Losdemonios por lo pronto parecen
decididos a unirse seguramente para seguir avanzando en el arreglo de
fuerzas.
Y este es un cuadro que no le es extraño al GP. De allí sus esfuerzos
por luchar por la unidad interna y enfrentar la implosión
revolucionaria y la contrarrevolución. Hasta ahora el llamado proceso
depende de un héroe-caudillo-libertador. Permanecemos en la política del
liberal-positivismo del siglo XIX y todos los esfuerzos del jefe
parecen estar orientados a salvar lo insalvable: la revolución que no
es.
Y para colmo, quienes se erigen como opositores dicen estar
dispuestos a seguir por este camino tan lleno de fracasos. Pero todo
para dar paso a un nuevo caudillo que hasta el momento no muestra las
garras para competir contra un campeón de la política
espectáculo-mediático- manipulación sino para contribuir a mantener
en alto la consigna-realidad salvadora: ¡Que viva Chávez! ¡Qué historia
amigos!
Twitter: @ablancomunoz
El Universal, 02 de marzo del 2011.



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