Estimados amigos, algunos conocidos, muchos otros por conocer,
El tema del fraude electoral me preocupa desde el 2004, y con más insistencia a partir del 2006, cuando trabajé como asesor en la campaña de Manuel Rosales, donde pude observar de cerca el comportamento de actores claves en ese proceso.
Yo tenía en aquel momento acceso directo, a través de mi amigo y colega Doug Schoen, de la encuestadora Penn & Schoen, a las encuestas ultraconfidenciales del comando que mostraba a finales de octubre que Rosales tenía una desventaja de no más de 6 puntos en relación con Chávez, y que con su campaña, viento en popa, estaba rápidamente cerrando esta brecha.
Unas semanas después escuché con estupor a Teodoro Petkoff, presidente de la comisión de estrategia del comando de Rosales, decir en un programa de Carlos Croes que era casi imposible que Rosales saliera ganador en diciembre, ya que según las encuestas el presidente tenía una ventaja insuperable. La primera vez en casi 40 años de trabajo político-electoral que escuchaba a un asesor de un candidato tirar la toalla públicamente a dos semanas de las elecciones.
Cuando intentaba dar el alarma dentro de la campaña, advirtiendo al candidato y a los altos jerarcas del comando que, según los datos que me proveían los expertos de un grupo de estudiosos (quienes luego constituirían la ONG Esdata), un monumental fraude ya estaba montado, y que había que vigilar con especial atención a varios centenares de centros de votación para comprobar las anomalías que saldrían en la votación, nadie, NADIE dentro del comando, empezando con el candidato, y pasando por el jefe de la campaña, quería saber de ello. Si no hubiera sido por la intervención enérgica de una persona de confianza de Rosales (cuyo nombre figura en esta misma lista de direcciones email), los expertos no hubiesen podido tener una audiencia con la plana mayor de la campaña. Explicaron detalladamente en media hora cómo se iba a montar el fraude, y esperaron preguntas. Nadie preguntó nada. No pasó nada. Unos días después me reuní con el jefe de campaña y, en mi inocencia, le pregunté por qué el comando no estaba tomando previsiones en base a lo explicado en la reunión. “No les hagas caso, son unos locos” fue su respuesta.
Cuando Chávez arrolló a Rosales con una ventaja inédito (e inverosímil) de 27 puntos, cuando el comando aceptó sin rechistar los resultados, cuando el mismo candidato y otros altos jerarcas del comando empezaron a declarar a los cuatro vientos, sobre todo en el extranjero, que las elecciones habían sido de una pulcritud ejemplar, es allí donde empecé a sospechar que algo olía muy muy mal en el seno de la “oposición”.
He publicado tres artículos sobre el fraude electoral en los últimos seis meses: http://diariodeamerica.com/front_nota_d ... ticia=6897 , http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2 ... kvall.html y http://porlaconciencia.com/?p=2121 y todos han generado cierta controversia.
Muchos lectores escriben para darme las gracias por hablar claro y decir en voz alta lo que ellos y muchos otros llevan años sospechando. Otros me tildan de derrotista, de agent provocateur, insinuando que estoy haciendole el juego al chavismo, y que al hablar del fraude estoy fomentando el abstencionismo. Otros creen que soy un derechista furibundo, guarimbero, predicador de acciones de calle tipo artículo 350, etc etc.
A estas alturas del juego creo que las discusiones entre quienes creen que el gobierno ha montado una monumental trampa que, en las condiciones electorales actuales, será insuperable, y quienes lo niegan, se asemejan más a un debate de carácter teológico que racional.
Pero en este caso no se trata de creencias, sino de hechos. Me alarma, por ejemplo, leer la respuesta de mi amigo Thaelman Urgelles, elaborada por cierto con cierta sorna displicente, cuando le quita importancia a las preocupaciones muy razonables de Rafael Groscoors, ya que me hace pensar que Thaelman no ha leído — o ni siquiera ha ojeado — el demoledor informe de Jesús Iván Rojas sobre el tema, el cual fue enviado a esta lista.
Quizás le es pedir mucho leer con detenimiento 237 páginas de análisis y conclusiones. En cuyo caso les remito un informe de sólo 9 páginas que resume en gran parte su argumento y sus conclusiones. Se puede leer en diez minutos. Quienes no están bien informadios sobre el tema, les ruego que lo lean.
Y luego hablamos. No de creencias. Ni de doctrinas o de ideas recibidas. Sino de hechos. Ysus inevitables conclusiones.
Muy atentamente,
Eric Ekvall
PD: Para despejar cualquier duda, discrepo de los que pregonan un boicot de las elecciones. Todos deben votar, ya que sólo adoptando una postura proactiva podrán los venezolanos derrotar el régimen, y si no en las urnas, eventualmente en la calle. Toledo contra Fujimori en 2000.
Pero también rechazo el argumento simplista que dice que con miembros de mesa y testigos en cada centro electoral podremos vencer el ventajismo del régimen.
Aquí tomo prestado parte de un texto que me envió el Dr Ludwig Moreno, autor del escandaloso Informe Guácharo (http://www.box.com/shared/82dijiiu17) y experto reconocido por sus pares en materia de elecciones fraudulentas.
En Venezuela, existe una muy desigual distribución de electores en cuanto al tamaño de los centros de votación, que se define por el número de mesas que posea y no por su cantidad de electores.
Los centros de 1 y 2 mesas representan el 55% del total de centros del país, fueron creados a partir del 2004, y allí siempre gana el oficialismo con porcentajes hasta del 100% de los votos. Todos sus miembros de mesa son oficialistas y sus resultados son significativamente diferentes a los obtenidos en centros cercanos, de 5 mesas o más.
El 18% de los electores, concentrado en esos centros de 1 y 2 mesas, produce la tercera parte de las actas de auditoría, mientras que el 45% de la población votante, agrupada en los centros de más de 6 mesas, produce una equivalente cantidad de actas. Como NO HEMOS TENIDO NUNCA TESTIGOS EN CENTROS DE 1 Y 2 MESAS, no sabemos si alguien cuenta los comprobantes de voto de las cajas de resguardo. En realidad no sabemos si tales centros o sus electores, existen.”
En resumen, la oposición nunca podrá ganar las elecciones de octubre (si las hay) en igualdad de oportunidades contra Chávez si no tiene controlado estos 55% de los centros de alto riego, cosa que nunca ha logrado hacer. La razón por la cual no han podido desplegar una fuerza suficiente de testigos y miembros de mesa para ganar holgadamente una elección nacional en los últimos 8 años le será develada al leer el Informe Guácharo — hemos tenido y seguimos teniendo zorros cuidando el gallinero
http://www.noticierodigital.com/forum/v ... &start=840
El tema del fraude electoral me preocupa desde el 2004, y con más insistencia a partir del 2006, cuando trabajé como asesor en la campaña de Manuel Rosales, donde pude observar de cerca el comportamento de actores claves en ese proceso.
Yo tenía en aquel momento acceso directo, a través de mi amigo y colega Doug Schoen, de la encuestadora Penn & Schoen, a las encuestas ultraconfidenciales del comando que mostraba a finales de octubre que Rosales tenía una desventaja de no más de 6 puntos en relación con Chávez, y que con su campaña, viento en popa, estaba rápidamente cerrando esta brecha.
Unas semanas después escuché con estupor a Teodoro Petkoff, presidente de la comisión de estrategia del comando de Rosales, decir en un programa de Carlos Croes que era casi imposible que Rosales saliera ganador en diciembre, ya que según las encuestas el presidente tenía una ventaja insuperable. La primera vez en casi 40 años de trabajo político-electoral que escuchaba a un asesor de un candidato tirar la toalla públicamente a dos semanas de las elecciones.
Cuando intentaba dar el alarma dentro de la campaña, advirtiendo al candidato y a los altos jerarcas del comando que, según los datos que me proveían los expertos de un grupo de estudiosos (quienes luego constituirían la ONG Esdata), un monumental fraude ya estaba montado, y que había que vigilar con especial atención a varios centenares de centros de votación para comprobar las anomalías que saldrían en la votación, nadie, NADIE dentro del comando, empezando con el candidato, y pasando por el jefe de la campaña, quería saber de ello. Si no hubiera sido por la intervención enérgica de una persona de confianza de Rosales (cuyo nombre figura en esta misma lista de direcciones email), los expertos no hubiesen podido tener una audiencia con la plana mayor de la campaña. Explicaron detalladamente en media hora cómo se iba a montar el fraude, y esperaron preguntas. Nadie preguntó nada. No pasó nada. Unos días después me reuní con el jefe de campaña y, en mi inocencia, le pregunté por qué el comando no estaba tomando previsiones en base a lo explicado en la reunión. “No les hagas caso, son unos locos” fue su respuesta.
Cuando Chávez arrolló a Rosales con una ventaja inédito (e inverosímil) de 27 puntos, cuando el comando aceptó sin rechistar los resultados, cuando el mismo candidato y otros altos jerarcas del comando empezaron a declarar a los cuatro vientos, sobre todo en el extranjero, que las elecciones habían sido de una pulcritud ejemplar, es allí donde empecé a sospechar que algo olía muy muy mal en el seno de la “oposición”.
He publicado tres artículos sobre el fraude electoral en los últimos seis meses: http://diariodeamerica.com/front_nota_d ... ticia=6897 , http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2 ... kvall.html y http://porlaconciencia.com/?p=2121 y todos han generado cierta controversia.
Muchos lectores escriben para darme las gracias por hablar claro y decir en voz alta lo que ellos y muchos otros llevan años sospechando. Otros me tildan de derrotista, de agent provocateur, insinuando que estoy haciendole el juego al chavismo, y que al hablar del fraude estoy fomentando el abstencionismo. Otros creen que soy un derechista furibundo, guarimbero, predicador de acciones de calle tipo artículo 350, etc etc.
A estas alturas del juego creo que las discusiones entre quienes creen que el gobierno ha montado una monumental trampa que, en las condiciones electorales actuales, será insuperable, y quienes lo niegan, se asemejan más a un debate de carácter teológico que racional.
Pero en este caso no se trata de creencias, sino de hechos. Me alarma, por ejemplo, leer la respuesta de mi amigo Thaelman Urgelles, elaborada por cierto con cierta sorna displicente, cuando le quita importancia a las preocupaciones muy razonables de Rafael Groscoors, ya que me hace pensar que Thaelman no ha leído — o ni siquiera ha ojeado — el demoledor informe de Jesús Iván Rojas sobre el tema, el cual fue enviado a esta lista.
Quizás le es pedir mucho leer con detenimiento 237 páginas de análisis y conclusiones. En cuyo caso les remito un informe de sólo 9 páginas que resume en gran parte su argumento y sus conclusiones. Se puede leer en diez minutos. Quienes no están bien informadios sobre el tema, les ruego que lo lean.
Y luego hablamos. No de creencias. Ni de doctrinas o de ideas recibidas. Sino de hechos. Ysus inevitables conclusiones.
Muy atentamente,
Eric Ekvall
PD: Para despejar cualquier duda, discrepo de los que pregonan un boicot de las elecciones. Todos deben votar, ya que sólo adoptando una postura proactiva podrán los venezolanos derrotar el régimen, y si no en las urnas, eventualmente en la calle. Toledo contra Fujimori en 2000.
Pero también rechazo el argumento simplista que dice que con miembros de mesa y testigos en cada centro electoral podremos vencer el ventajismo del régimen.
Aquí tomo prestado parte de un texto que me envió el Dr Ludwig Moreno, autor del escandaloso Informe Guácharo (http://www.box.com/shared/82dijiiu17) y experto reconocido por sus pares en materia de elecciones fraudulentas.
En Venezuela, existe una muy desigual distribución de electores en cuanto al tamaño de los centros de votación, que se define por el número de mesas que posea y no por su cantidad de electores.
Los centros de 1 y 2 mesas representan el 55% del total de centros del país, fueron creados a partir del 2004, y allí siempre gana el oficialismo con porcentajes hasta del 100% de los votos. Todos sus miembros de mesa son oficialistas y sus resultados son significativamente diferentes a los obtenidos en centros cercanos, de 5 mesas o más.
El 18% de los electores, concentrado en esos centros de 1 y 2 mesas, produce la tercera parte de las actas de auditoría, mientras que el 45% de la población votante, agrupada en los centros de más de 6 mesas, produce una equivalente cantidad de actas. Como NO HEMOS TENIDO NUNCA TESTIGOS EN CENTROS DE 1 Y 2 MESAS, no sabemos si alguien cuenta los comprobantes de voto de las cajas de resguardo. En realidad no sabemos si tales centros o sus electores, existen.”
En resumen, la oposición nunca podrá ganar las elecciones de octubre (si las hay) en igualdad de oportunidades contra Chávez si no tiene controlado estos 55% de los centros de alto riego, cosa que nunca ha logrado hacer. La razón por la cual no han podido desplegar una fuerza suficiente de testigos y miembros de mesa para ganar holgadamente una elección nacional en los últimos 8 años le será develada al leer el Informe Guácharo — hemos tenido y seguimos teniendo zorros cuidando el gallinero
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