La
semana que viene abordaré la última variable de las cuatro que prometí
discutir y profundizar con mis lectores y detractores. La variable
restante es “la determinación del pueblo venezolano en aras de recuperar su libertad”.
Ya dilucidamos el cáncer terminal del dictador, la situación interna de
las Fuerzas Armadas y la dinámica político-partidista, incluyendo las
primarias del 12 de febrero.
He
querido hacer un paréntesis antes de abordar la variable final de la
próxima semana, dada la importancia que tendrá la celebración del 4 de febrero (golpe de estado sanguinario)
en la psiquis del colectivo nacional, especialmente en una fecha tan
cercana a las elecciones primarias, por medio de las cuales se escogerá
al candidato unitario de la oposición.
Es
necesario que entendamos el momento histórico que vive el país, no solo
el país democrático, si no también el país chavista (moderados y
radicales), que cada día se ven forzados a digerir la idea de que muy
probablemente su líder mesiánico tiene cáncer terminal, se morirá y los dejará en la orfandad total en un año electoral.
Lo
anterior ya no se discute, suficientes pruebas les he dado en mis
artículos anteriores, además de colocar los enlaces necesarios de
periódicos y personalidades de renombre nacional e internacional que lo
afirman y lo confirman.
Es por ello que la celebración del 4 de febrero, la última de Hugo Chávez dada su condición de paciente terminal-desahuciado, es tan importante para él y su entorno militarista.
Hoy, 2 de febrero de 2012, se cumplen 13 años de la juramentación del dictador insepulto como “presidente” de la nación. Desde sus inicios, el régimen de Hugo Chávez ha estado signado por la muerte, la sangre, el dolor y la destrucción.
Su verbo y sus acciones han sido incisivos, divisorios, delictivos, sangrientos y hasta genocidas (se
ha discriminado y execrado a una parte importante de la sociedad de
manera sistemática, violentando sus derechos humanos de manera pública y
notoria).
Desde
el deslave de Vargas, pasando por el 11 de abril, plaza Altamira,
referéndum revocatorio, lista Tascón, paro petrolero, botados de PDVSA,
expropiaciones, secuestros, exiliados, presos políticos, asesinatos
selectivos, etc; su mandato dictatorial ha sido caracterizado por la
violencia y la muerte en un grado de desnaturalización pocas veces visto
en el continente suramericano, por lo menos en las últimas décadas y de manera ininterrumpida.
Los casi 200 mil venezolanos
que han muerto de forma violenta bajo su régimen criminal en estos 13
años, son prueba fehaciente de que la sangre y la muerte son variables
necesarias para mantenerse en el poder por medio de la angustia, la
zozobra y la desesperación.
El
régimen de Hugo Chávez ha sido un régimen maldito que se ha edificado y
actualmente se desmorona sobre las lágrimas, la sangre, el dolor y el
sufrimiento de millones de venezolanos.
En
su afán de querer aferrarse a la vida y en total negación de su estado
actual, después de haberle vendido el alma al diablo a través de paleros
y babalaos afro-cubanos, Hugo Chávez utilizará su última celebración del 4 de febrero como colofón de su régimen militarista sanguinario y delictivo.
El autócrata moribundo tratará de aparentar una salud impecable después de haber sido dializado y colmado de fármacos, esteroides y calmantes,
vestido y acicalado tal vez con el uniforme militar que se le ha
diseñado a su medida, con grados y distinciones auto impuestas en su
calidad de Comandante- General en Jefe / Presidente / Monarca caribeño y Dios del Olimpo.
El dictador insepulto utilizará el 4 de febrero
para continuar desgastando la psiquis del colectivo nacional;
amedrentando, amenazando y jurando en que gobernará hasta el 2031 porque
ha sido curado por obra y gracia del espíritu santo, el cristo de la
Grita, la Virgen o José Gregorio Hernández.
Sus palabras llenas de odio y altisonantes resonarán por última vez un 4 de febrero en los barrios y caseríos de la patria, mientras los aparatos de guerra comprados a Rusia y China por billones de dólares, revolotearán a su alrededor colmando su espíritu moribundo de satisfacción y mórbida alegría.
Todo ocurrirá bajo la mirada cómplice y burlona de su Alto Mando Militar, que bajo cuerda tienden puentes con los políticos y militares patriotas para salvar su pellejo,
a sabiendas de que el desenlace final es cuestión de meses. Lo propio
hacen los Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, que hasta hace
pocos días le celebraban sus morisquetas.
En el desfile militar del 4 de febrero,
se celebrará la muerte de cientos de compatriotas que murieron hace 20
años defendiendo la democracia y un modo de vivir republicano. Una verdadera antítesis moral y espiritual, ya que su verdadero significado debería ser de luto, meditación e introspección.
Seguramente
Hugo Chávez y algunos de sus seguidores más radicales y enfermizos, se
sentirán a sus anchas, e imagino que por minutos el tirano olvidará que
es un muerto físicamente insepulto (su alma murió hace mucho tiempo) que ha destruido a todo un país y le ha robado el futuro a una generación completa.
Sus
muecas torcidas y sus ojos destellantes de maldad, demostrarán una vez
más un espíritu vacío que ni siquiera ante sus últimos días terrenales, tiene la capacidad de hacer contrición ante su pueblo y ante su propia humanidad.
Se crío entre bayonetas y morirá entre bayonetas porque es la única forma de sentirse a gusto llenando los vacíos y las inconformidades de su espíritu banal.
Sus complejos e inseguridades solo se pueden enmascarar entre el sonido
y la visualización de aviones de combate, armas de fuego y tanques de
guerra.
Su aliento agónico se sentirá a sus anchas por última vez.
El
4 de febrero del 2012 servirá para cerrar un ciclo
militarista-golpista, que comenzó hace 20 años y que nos ha servido para
darnos cuenta de lo inhumana que puede llegar a ser una sociedad mal
enrumbada, sobre todo cuando adolece de educación y valores morales.
Con
la llegada del castro-chavismo al poder y tomando en cuenta su pasado
golpista-sangriento, el país se ha visto obligado a enfrentar su propia
irracionalidad y sus carencias socio/políticas/culturales de manera
frontal.
Hugo
Chávez explotó el caldo de cultivo que germinaba en los barrios de la
patria y utilizó su mente retorcida para destruir al país, consolidando de paso su proyecto personalista convertido en dictador omnipotente.
El legado del déspota moribundo y del 4 de febrero de 1992, día en el que irrumpió en la vida pública nacional asesinando a cientos de compatriotas, no es otro que un legado de odio y destrucción.
Hugo Chávez llegó con la muerte y se irá celebrando la muerte, porque
es la única herencia de la que se puede ufanar de manera eficiente y
realmente cuantitativa.
La sangre de los venezolanos ha sido y seguirá siendo hasta el final de sus días, el símbolo maldito de Hugo Chávez. ¡Paz y descanso eterno a las almas de nuestros compatriotas asesinados el 4 de febrero de 1992! Amén…
“Diferentes en la vida, los hombres son semejantes en la muerte”
Lao-Tsé
¡Patria, Democracia y Libertad!
Roberto Carlo Olivares
Twitter: @robertocarlo14
02-02-12
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