Por: José rafael López Padrino
El tan cacareado socialismo bolivariano se reduce a
un populismo-militarizado de corte fascista que reivindica un capitalismo
de Estado explotador, el cual ha sido falazmente aderezado con una fraseología socialista para venderse mejor en el mundo
de las ideologías. Padecemos las consecuencias de un proyecto político
uniformado autoritario que se caracteriza por la represión, el bandidaje
político, la corrupción, y por un profundo odio a la clase obrera.
Este ha sido uno de los gobiernos más antiobrero de nuestra vida
Republicana. A pesar de que se autodenomina “obrerista”, el régimen del
tte coronel con el apoyo de una genuflexa mayoría en la Asamblea Nacional ha conculcado
derechos laborales y mediante el uso de la fuerza militar ha reprimido sin
cuartel a los trabajadores. Cientos de ellos han sido sometidos a juicios
penales, acusados de violar el artículo 56 de la Ley Orgánica de Seguridad
Nacional, que castiga hasta con diez años de prisión a cualquiera que realice
manifestaciones públicas en sedes de empresas estatales, en guarniciones
militares o en terrenos adyacentes a servicios públicos.
Pero además, este régimen ha hecho suyo la perversa precarización del
trabajo, modelo laboral propuesto por el Fondo Monetario Internacional y el
Banco Mundial como fórmula explotadora en tiempos de globalización. Mediante
esta miserable figura los trabajadores son sujetos al pago de salarios viles, a
la eliminación de sus derechos a la sindicalización, así como a la pérdida de
importantes conquistas logradas a través de sus convenios colectivos (bonos
vacacionales, cajas de ahorro, prestaciones sociales, seguros de
hospitalización, cirugía y maternidad, etc.). Ejemplo de ello lo vemos en las
famosas cooperativas que se han gestado con el apoyo gubernamental, en las
misiones sociales y en la profundización de la tercerización de las fuerzas
laborales en las empresas del Estado. Todo con el fin de reducir los costos de
producción a expensas de una mayor explotación de los asalariados.
.
Sin embargo, la más reciente fechoría del tte coronel ha sido la
decisión de imponer una reforma a la Ley Orgánica del Trabajo por la vía
habilitante, al margen de la voluntad de los trabajadores. Ello como parte de
una política destinada a la desestructuración de la clase obrera. Desestructuración que se traduce en varios
planos: i) introducción de nuevos paradigmas jurídicos en el mercado de trabajo
(flexibilización en las relaciones de trabajo) ii) la eliminación de los
sindicatos como instrumentos de lucha y su sustitución por los “Consejos de
Trabajadores” (la palabra sindicato
desaparece del diccionario oficialista). Recordemos que ha sido el propio
“líder de la revolución” quien ha manifestado severas críticas a la autonomía
sindical y ha insistido en la supeditación de los trabajadores a la voluntad
del proceso.; iii) en la despolitización clasista de los trabajadores y su
desvinculación con sus luchas reivindicativas socioeconómicas; iv) la pérdida
de importantes conquistas laborales como el derecho a la huelga (“los consejos
de trabajadores “estarán llamados a evitar cualquier interrupción parcial o
total de la producción o distribución por parte de aquellos centros de trabajo
considerados estratégicos para la economía nacional”). Se procura transformar a
los trabajadores mediante el engaño, el chantaje, o la coacción en simples
peones de una política oficial, que mayormente atenta en contra de sus propios
intereses de clase. Esta desestructuración de la clase obrera no nos debe
sorprender pues responde a la visión facha del régimen y al espíritu de la
“Carta del Lavoro” (1927) instrumento jurídico que le permitió al Duce
Mussolini la eliminación de los sindicatos y su sustitución por corporaciones
al servicio de su proyecto de dominación fascista.
Estamos ante un “Estado obrerista”
donde no hay recursos para
cumplir con los compromisos laborales contemplados en los contratos colectivos,
para ajustar los ya deprimidos salarios carcomidos por los altos niveles
inflacionarios (la más alta de América latina y la segunda a nivel mundial),
pero si hay presupuesto
para incrementarle el sueldo a todo el personal de la FAN, para seguir
realizando las compras faraónicas de equipos militares a países como Rusia y
China, para proseguir con la voracidad estatizadora, que en muchos casos
ha generado jugosas indemnizaciones a los dueños de las empresas
estatizadas (Sidor, Electricidad de Caracas, CANTV). Igualmente si tiene recursos para
subsidiarles el pago de los bonos salariales a los empleados públicos en
Nicaragua (Fondos de Cooperación Venezolana), así como para financiar la
construcción de carreteras, hospitales, refinerías y viviendas en Nicaragua, Ecuador,
Bolivia, Cuba entre otros países.
Marx no tiene la culpa de que su nombre y su propuesta socialista hayan
sido secuestrados por una salta de forajidos que en nombre de una bastarda
revolución explotan y oprimen a los trabajadores.
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