Recuerdos del presente
Por: Humberto Vacaflor Ganam
Fuente: EJU! - Bolivia
Humberto Vacaflor |
El ciudadano venezolano Carlos Gil, amigo de Hugo Chávez, está
actuando en Bolivia como un monopolio en crecimiento constante, ante la
mirada azorada e impotente de los bolivianos.
La fortuna de este señor, de cuya existencia no se conocía antes de
la llegada del actual gobierno, le ha permitido en los últimos años
acaparar dos diarios en La Paz, un canal de Tv nacional, las acciones
del ferrocarril oriental, la más grande empresa oleaginosa del país, una
radio nacional, avanza sobre una empresa de distribución eléctrica en
La Paz y está moviendo sus piezas en el sector cementero.
Sus adquisiciones en el sector de las comunicaciones son muchas más
de las mencionadas y no tienen freno. Asociado con personalidades
vinculadas al gobierno, sólo compra medios, sin importarle cuánto
cuestan, porque quizá le parecen precios muy bajos para los volúmenes de
ingresos que él maneja.
Hace poco tiempo, en Inglaterra el australiano Rupert Murdoch, que
había adquirido el legendario diario The Times, quiso seguir acaparando
medios, pero la ley se lo prohibió. No puede, una sola persona, tener
tanto poder en los medios de comunicación de un país, y menos si es
extranjera.
Pero en Bolivia, como lo está comprobando ahora el señor Gil, no hay
este tipo de restricciones y quien tiene dinero puede acapararlo todo,
adueñarse de empresas con larga trayectoria, hechas con el esfuerzo de
muchas personas, empresas que se habían convertido en verdaderas
instituciones nacionales, en verdaderas banderas, pero que pueden ser
compradas por un insistente comprador.
Hace dos años, cuando adquirió un hasta entonces buen matutino
paceño, Gil pagó alrededor de 18 millones de dólares, aparte de lo que
había pagado por una cadena de Tv asociada al matutino. Un monto
semejante, financiado por la banca, sería muy difícil de repagar, sobre
todo en un país con una cartera publicitaria tan chica como Bolivia.
Por lo que ha hecho el señor Gil y sus asociados con el aludido
matutino, no tiene un mensaje claro para trasmitir, salvo que quienes
deben hacerlo no sean capaces de hacer su trabajo. Todo indica que la
compra aquella fue hecha por el afán de desplazar a unos empresarios
nacionales, además de profesionales de la comunicación.
Asociado con capitales españoles, Gil adquirió un canal de Tv por
cable en Estados Unidos, con lo que mostró que por lo menos tiene un
interés político, el de llevar a los televidentes de ese país un mensaje
favorable sobre Hugo Chávez.
El empresario Gil y sus socios bolivianos, muy altos en la jerarquía
política nacional, tendrían que exhibir el origen de sus recursos cada
vez que hacen una compra, si es que el gobierno boliviano aplicara las
previsiones recomendadas por la ONU sobre el lavado de dinero.
El 13 de febrero, el gobierno nacional deberá dar examen en París
sobre lo que haya podido avanzar para reducir el intenso lavado de
dinero del narcotráfico en el país. Estos negocios, estas compras
compulsivas, son un referente muy malo para el gobierno boliviano en la
prueba que debe rendir ante el Grupo de Acción Financiera Internacional
(GAFI).
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