Por Carlos Ponce *
Fuente: El Diario de Hoy - El Salvador
Red Narcoterrorista |
Hezbolá, por ejemplo, es una organización que las naciones
del Istmo deben de comprender y analizar, ya que su actuar recientemente ha
demostrado tener una importante influencia y vinculación con la dinámica
delincuencial que opera en Centro y Suramérica. Dicha agrupación, cuyo nombre
traducido al español significa "Partido de Dios", fue formada como
consecuencia de la invasión israelí en Líbano de 1982, por un grupo de
disidentes de la organización chiita Amal. Sus objetivos principales están
íntimamente relacionados al evento que propicio su nacimiento: (1) la
destrucción de Israel; (2) replicar el modelo de república islámica de Irán en
Líbano.
La nación iraní ha desempeñado un rol fundamental para el
desarrollo y crecimiento de Hezbolá desde su fundación, siendo el único y
principal Estado que ha financiado de forma permanente las operaciones de la
agrupación y, además, proporcionado armas y adiestramiento a sus miembros. La
influencia de Irán sobre "El Partido de Dios" es tal, que la sumisión
de sus cabecillas ante la voluntad soberana de dicho país ha sido un factor
clave para determinar la permanencia o variabilidad de la estructura de mando.
Hezbolá ha crecido y sofisticado sus operaciones,
organización y alcance durante los últimos treinta años con la ayuda de Irán.
Su pericia y efectividad en la planificación y ejecución de ataques
terroristas, secuestros de personas de origen occidental, ataques suicidas y
secuestros de aerolíneas, la ha convertido en una de las organizaciones
terroristas más temidas en el mundo. Además, también ha penetrado y ahora
dominado la arena política de Líbano, prácticamente gobernando el país hoy en
día como partido político.
El poder económico de la agrupación no se limita a la ayuda
que recibe de Irán, sino que también se alimenta de una red criminal internacional
que recauda fondos a través de negocios ilícitos. Hezbolá, por ejemplo, trafica
diamantes y petróleo en África occidental, productos falsificados en Asia,
contrabando de pseudoefedrina en Estados Unidos y falsifica diferentes monedas
a nivel mundial. Lo más preocupante de su actividad delictiva, no obstante, es
su vinculación con las poderosas organizaciones mexicanas de tráfico de drogas.
La reciente acusación de Ayman Joumaa, alias "Junior", en un tribunal
estadounidense, por ejemplo, reveló la colaboración que existe entre Los Zetas
y Hezbolá. Junior, presunto miembro activo de la agrupación arábica antes
mencionada, vendió decenas de miles de toneladas de cocaína colombiana a la
organización azteca en un período que abarca varios años, coordinando el envío
de cargamentos que transitaron por Centroamérica. Adicionalmente, Junior
ofreció a sus clientes servicios de lavado de dinero, blanqueando cientos de
miles de dólares provenientes de la venta de narcóticos en Estados Unidos,
México, Centroamérica y Europa.
La actual simbiosis entre el crimen organizado y las redes
terroristas internacionales, debe de ser un tema de especial interés para las
naciones del Istmo, que nos encontramos en una crisis delincuencial y por las
que transita la droga que va hacia Estados Unidos, ya que el no visualizar la
vinculación entre ambos tipos de organizaciones, será perjudicial para la
seguridad pública del hemisferio.
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