por
Prof. Amenhotep Planas Raga
Para nadie es un secreto el abuso del lenguaje en cuanto al vulgarismo se refiere, pero que el Tribunal Máximo de un País se ponga a nivel escatológico, es lo último que le puede pasar a la dignidad del ser humano, y en especial de las mujeres madres de gente emprendedora.
El idioma castellano es el más rico y
nutrido del mundo, y permite evaluar a sus entendidos, hablantes y
escribientes, su nivel cultural. Caso contrario demuestra el Tribunal
Supremo de Justicia venezolano, quienes por “culillo” legitiman
semejante ofensa a la inteligencia y dignidad de sus conciudadanos.
Para los usuarios del idioma, o del
lenguaje sustentado en las reglas y normas gramaticales según el
Diccionario de la Real Academia Española. En el caso que nos ocupa es:
hijo, o hija, viene del latin filius, que se refiere a la filiación.
Éste, a su vez, puede ser una Persona o animal respecto de su padre o de
su madre (…). También se refiere a la Persona que no tiene padres ni
parientes conocidos. Y ¿Quién en Venezuela no conoce a Miguel Henrique
Otero y su honorable ascendencia?
Ahora bien, abstrayéndonos en la
modernidad de la cual estamos seguros los honorables magistrados no
tienen ni “la puta idea”, la Real Academia en su vigésima tercera
edición (que es última, por si no lo saben en su ignorancia) publica
como artículo enmendado el siguiente significado para la palabra Puto o
Puta: “1. adj. vulg. U. como calificación denigratoria. Me quedé en la
puta calle. 2. adj. vulg. U. c. antífrasis, para ponderar. Ha vuelto a
ganar. ¡Qué puta suerte tiene! 3. adj. vulg. U. para enfatizar la
ausencia o la escasez de algo. No tengo un puto duro. 4. m. sodomita
(que practica sodomía). 5. m. prostituto.
Vemos así que la ignorancia prolifera en
la acera de quién así se expresa en programas de la televisora de todos
los venezolanos, que según las funciones libertarias son para “educar,
informar, y entretener”, ahora respaldado por sus cómplices sin moral ni
conocimientos lingüísticos.
Si así se legitima la destrucción del
lenguaje, nadie podrá impedir que a cada uno de esos magistrados y a
quienes usan y celebran esa frase, los mandemos en nuestro sano juicio
para la misma “puta que los parió”, basados en que no sabemos ni quiénes
son, ni que hicieron o hacen en su vida.
En todo caso, a la coloquial marabino: “no sean tan hijo e´putas carajo”
http://me.lt/31QEB
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