http://www.eluniversal.com DIEGO ARRIA | EL UNIVERSAL |
En Venezuela abundan las razones para tener miedo. Las principales tienen que ver con las fatales consecuencias para la sociedad del odio y la violencia propiciados por Hugo Chávez. En los últimos trece años ir al trabajo o volver de la escuela se ha convertido en una incertidumbre, en la profundización de la angustia personal, familiar y colectiva. Pero existe una alternativa. Vencer el miedo es posible. Sé, por la experiencia que me da haber ocupado el cargo político más importante del mundo -presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas- que en Venezuela están encendidas todas las alarmas para tener miedo, pero por el conocimiento profundo de la juventud con la que estoy conectado, también sé que tenemos los elementos para vencer ese miedo, para aceptar el desafío de presidir una transición en paz. Yo sé a quién preguntarle lo que no sé, no solo aquí, sino en el mundo entero. Respeto Las condiciones exigen respeto por los ciudadanos y ello implica hablar con la verdad, por muy dura que sea. Creo en el reencuentro de los venezolanos, víctimas del bombardeo de violencia, pero eso solo es posible con la fortaleza de un gobierno que combata la impunidad, desde su máxima expresión. Por eso he dicho, sin vacilación, que soy un hombre de palabra. Por eso, tras más de un año de preparación metódica, de documentación, investigación, y de entrevistas con cientos de víctimas; estoy listo para presentar ante el fiscal de la Corte Penal Internacional de La Haya, el expediente que soporta los crímenes de lesa humanidad que Hugo Chávez ha perpetrado contra miles de miles de venezolanos de buena voluntad. En aquel banquillo terminan los dictadores que abusan de sus pueblos. El miedo Algunos creen que eximir a Hugo Chávez de su responsabilidad personal, junto a sus principales acólitos, sin los cuales no hubiese podido cometer estos delitos, es un gesto noble para propiciar la paz y la reconciliación. El miedo de muchos venezolanos radica en que quienes aspiramos a labrar el futuro no seamos capaces de enfrentar el miedo de llamar las cosas por su nombre, de responsabilizar a los culpables. La reconciliación tiene para mí una frontera -la impunidad. Por eso el 21 de noviembre honraremos nuestra palabra. No es venganza, no es retaliación... es JUSTICIA. diego.arria@gmail.com |
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