
Varios líderes guerrilleros han muerto en combates con el ejército colombiano. (Imagen tomada de Semana.com)
Redacción
BBC Mundo
Luego de casi medio siglo de existencia, la que ha sido descrita como la
insurgencia más larga del mundo está enfrentando una situación inédita.
Alfonso Cano es el primer comandante máximo de las FARC que cae en
combate, y por primera vez en la historia de la organización, no es
obvio quién deberá ser el jefe.
Desde su
fundación en 1964, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
siempre se han esforzado por presentarse al exterior como un ejército
revolucionario disciplinado. Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo, fue
su jefe incuestionable hasta cuando murió de causas naturales en 2008. Y
en ese momento, pocos se sorprendieron cuando la sucesión en el mando
de los rebeldes correspondió a Alfonso Cano, quien era presentado como
el ideólogo de las FARC.
En ese entonces, los guerrilleros escogieron con
calma el momento para anunciarle a la opinión la muerte de Marulanda, y
para confirmar que el Secretariado, formalmente la máxima instancia del
poder del grupo, había decidido que Cano era el nuevo jefe. Todo para
dar la impresión de que el deceso de su fundador no cambiaba en nada los
planes políticos y militares de la insurgencia.
La situación ahora es bien distinta. La muerte
del comandante guerrillero abatido por las tropas gubernamentales en las
montañas del suroeste de Colombia es un nuevo golpe demoledor a lo que
hace apenas unos años era descrito como el "aura de invencibilidad" de
las FARC.
Ocurre luego del operativo que dio muerte en
2008 al entonces segundo al mando, Raúl Reyes; de la Operación Jaque que
en ese mismo año liberó a Ingrid Betancourt y a los demás rehenes más
conocidos de la guerrilla; y del bombardeo que en septiembre de 2010
terminó con la vida de Víctor Julio Suárez, alias "Mono Jojoy", el jefe
militar más temido de los insurgentes.
Ahora, con la muerte del último de los que
podrían denominarse jefes naturales de las FARC, las especulaciones
apuntan a que el sucesor de Cano podría estar entre Timoleón Jiménez,
"Timochenko", o Luciano Arango, conocido como "Iván Márquez". Dirigentes
guerrilleros veteranos pero que han tenido un mando más regional en la
organización, y un perfil más discreto ante la opinión pública.
Lo que puede presentar un doble problema para
las FARC. Por un lado, la posibilidad de un resquebrajamiento en la
unidad y la disciplina del grupo para continuar la guerra. Y en caso de
que decidieran eventualmente buscar una posible negociación de paz con
el gobierno, la ausencia de quienes habrían sido sus voceros con perfil
político más sólido ante la opinión.
Santos respira
En la otra orilla, el presidente Juan Manuel
Santos tiene motivos para estar especialmente feliz con la noticia de la
muerte de Cano. Su gobierno ha gozado de una luna de miel inusualmente
larga con los medios de comunicación y con segmentos de la opinión,
principalmente por cuenta del clima económico relativamente benigno que
vive el país.

La guerrilla colombiana de las FARC empezó en 1964.
Pero en cambio, era cada vez más frecuente la
crítica que hablaba de un deterioro en la seguridad, que el anterior
gobierno de Alvaro Uribe Vélez presentaba como su logro principal. El
expresidente parecía estar perfilando una oposición contra Santos en la
que acusaba al gobierno de descuidar ese frente estratégico y de
propiciar una "desmoralización" de las fuerzas armadas por no darles
suficiente apoyo político en la lucha contra la insurgencia.
Santos respondió a las críticas en agosto
reemplazando a su primer ministro de Defensa, Rodrigo Rivera, por el
actual, Juan Carlos Pinzón. Y sin duda presentará la muerte de Cano como
la máxima prueba de la eficiencia de su gestión en seguridad.
¿Como en 2002?
No obstante, pocos apuestan a que la muerte de Cano indique el fin inminente del conflicto armado en Colombia.
Pese a quedarse sin sus mayores líderes, las
FARC mantienen una capacidad militar significativa, que luego de una
fuerte caída en 2008, va nuevamente en aumento.
Sólo en la última semana de octubre, emboscadas guerrilleras en varios lugares del país dejaron 23 soldados muertos.
Según un informe de la corporación Nuevo
Arcoiris, una ONG colombiana crítica de las políticas gubernamentales,
en el primer semestre de 2011 las FARC llevaron a cabo 1.115 acciones
armadas, un incremento del 10% frente al mismo periodo en el año
anterior.
En 2010 se presentaron 1.947 hechos armados, una
cifra levemente inferior a los 2.063 enfrentamientos registrados en el
año 2002, cuando las FARC y el conflicto armado parecían estar en su
apogeo.
Inteligencia
El gobierno replica, sin embargo, que no es
comparable la situación que se dio en ese momento, cuando los rebeldes
podían tomarse bases militares y capitales provinciales, a la actual en
que las FARC parecen haber retrocedido a la estrategia de emboscadas
aisladas y otras acciones típicas de la guerra de guerrillas.

El gobierno colombiano dice que está debilitando a las FARC.
La muerte de Cano, en cualquier caso, revela la
capacidad de los militares colombianos de ubicar a las cabezas de la
insurgencia. Parece reivindicar así una estrategia que comenzó en la
época del Plan Colombia, en los gobiernos de Andrés Pastrana (1998-2002)
y de Álvaro Uribe (2002-2010) y que ha sido intensificada en el actual
gobierno, de dar énfasis a las actividades de inteligencia.
Los militares colombianos, armados y entrenados
por Estados Unidos, han mostrado eficacia en ubicar y vigilar a los
altos mandos de las FARC, para después atacarlos en operaciones estilo
comando.
¿Conversaciones?
En el citado informe de Nuevo Arcoiris,
publicado hace unos meses, su director León Valencia advertía contra el
triunfalismo que podría generarse si se daba la muerte del jefe de las
FARC. "Una posible baja de Cano significaría un golpe
indiscutible...pero no sería bueno generar una expectativa de
finalización de la guerra".
Varios han advertido que, además de mantener su
propia capacidad militar, sectores de las FARC han entrado en alianzas
tácticas con las llamadas BACRIM (Bandas Criminales) emergentes, para
seguir en operaciones de narcotráfico, cuyos ingresos siguen alimentando
el conflicto armado.
Pero los más optimistas insisten en que esta
nueva derrota podría ser el factor que finalmente empuje a los
dirigentes de las FARC hacia nuevas negociaciones de paz con el
gobierno.
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