Por: José Dionisio Solórzano
Fuente: Enoriente.com
Via: http://aserne.blogspot.com
Ante las seguras vicisitudes que debe enfrentar el próximo presidente,
la reacción de los factores más radicales del chavismo y el desastre
político, económico y social que heredará del actual gobierno, el
próximo presidente tiene que ser un fajador político, un hombre de mucha
madera y experiencia, no sólo en el manejo público sino en la gerencia
de crisis. Debe ser un líder que inspire confianza.
Creo sinceramente que el nuevo presidente de la nación debe ser transitorio que no aspire a la reelección, es la única forma de aglutinar todas las voluntades en torno al inicio del rescate del país después de la salida de Chávez. No hay nada mejor para generar tranquilidad que con el desprendimiento.
Debemos entender el trance histórico que le tocará jugar al venidero jefe de Estado, su labor no será sencilla, él tiene que convertirse en el reconciliador nacional, en el eje de la reconstitución de la patria y para eso necesitará de la convergencia de todos los factores sociales y políticos de Venezuela, de lo contrario se correrá el riesgo de que se genere un nivel de conflictividad de pronósticos reservados.
El presidente transitorio tiene que allanar el camino para la rehabilitación de la democracia, debe vencer los obstáculos que tendrá en el camino, volver a institucionalizar las Fuerzas Armadas, generar una política real y efectiva de separación de poderes, en mi criterio tiene que fomentar el retorno al sistema bicamenal del poder legislativo, entre muchas cosas más y todo bajo la garantía que al término de su período abrirá las alamedas para que entre una nueva etapa a la nación con nuevos liderazgos.
Este no es el momento de personalismos, de sectarismo, ni de proyectos mezquinos a largo plazo, por el contrario este es tiempo para pensar en el porvenir entendiendo lo importante del presente. En esta hora decisiva de Venezuela no podemos sólo mirar hasta donde proyecta nuestra raíz, la visión unilateral aniquilaría la esperanza nacional. Todos los precandidatos de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) deben entender lo que esto significa, si cualquiera de los aspirantes llegase a la silla de Miraflores y se olvida de los acuerdos programáticos de la MUD entonces veríamos una de las manifestaciones más enormes de frustración social de la historia patria.
Todos los aspirantes a ocupar el Palacio de Miraflores, más allá de su edad cronológica, tienen que alentar y cumplir el compromiso unitario, porque la unidad de la alternativa democrática no puede entenderse como cohesión simplemente electoral sino por el contrario como el esfuerzo sincero y tangible para alcanzar el avance de Venezuela en su máxima expresión.
Si logramos una transición correcta, bajo un liderazgo que entienda su papel, con el esfuerzo mancomunado de todos los ciudadanos, se construirá la paz nacional y con ella la reorientación de nuestro camino hacia el progreso y el desarrollo social, político, económico y cultural. Una Venezuela nueva y pujante.
Creo sinceramente que el nuevo presidente de la nación debe ser transitorio que no aspire a la reelección, es la única forma de aglutinar todas las voluntades en torno al inicio del rescate del país después de la salida de Chávez. No hay nada mejor para generar tranquilidad que con el desprendimiento.
Debemos entender el trance histórico que le tocará jugar al venidero jefe de Estado, su labor no será sencilla, él tiene que convertirse en el reconciliador nacional, en el eje de la reconstitución de la patria y para eso necesitará de la convergencia de todos los factores sociales y políticos de Venezuela, de lo contrario se correrá el riesgo de que se genere un nivel de conflictividad de pronósticos reservados.
El presidente transitorio tiene que allanar el camino para la rehabilitación de la democracia, debe vencer los obstáculos que tendrá en el camino, volver a institucionalizar las Fuerzas Armadas, generar una política real y efectiva de separación de poderes, en mi criterio tiene que fomentar el retorno al sistema bicamenal del poder legislativo, entre muchas cosas más y todo bajo la garantía que al término de su período abrirá las alamedas para que entre una nueva etapa a la nación con nuevos liderazgos.
Este no es el momento de personalismos, de sectarismo, ni de proyectos mezquinos a largo plazo, por el contrario este es tiempo para pensar en el porvenir entendiendo lo importante del presente. En esta hora decisiva de Venezuela no podemos sólo mirar hasta donde proyecta nuestra raíz, la visión unilateral aniquilaría la esperanza nacional. Todos los precandidatos de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) deben entender lo que esto significa, si cualquiera de los aspirantes llegase a la silla de Miraflores y se olvida de los acuerdos programáticos de la MUD entonces veríamos una de las manifestaciones más enormes de frustración social de la historia patria.
Todos los aspirantes a ocupar el Palacio de Miraflores, más allá de su edad cronológica, tienen que alentar y cumplir el compromiso unitario, porque la unidad de la alternativa democrática no puede entenderse como cohesión simplemente electoral sino por el contrario como el esfuerzo sincero y tangible para alcanzar el avance de Venezuela en su máxima expresión.
Si logramos una transición correcta, bajo un liderazgo que entienda su papel, con el esfuerzo mancomunado de todos los ciudadanos, se construirá la paz nacional y con ella la reorientación de nuestro camino hacia el progreso y el desarrollo social, político, económico y cultural. Una Venezuela nueva y pujante.
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