El comunismo chileno ahora quiere reivindicar al suicida Allende y al poeta Pablo Neruda, señalando que fueron víctimas asesinadas por la ‘dictadura’; sin el menor recato se acude a dudosos exámenes forenses, en el caso de Allende, para probar que fueron dos tiros, uno de arma larga (fusil de asalto) y otro de arma corta (pistola), los que acabaron con la vida del fallido líder comunista.
Las versiones de lo sucedido dan cuenta que Allende se colocó entre las piernas un fusil que le regaló Fidel Castro y se propinó un disparo, pero sobrevivió en mal estado al mismo, por lo que uno de sus asistentes (posiblemente un asesor cubano), le propinó un tiro de gracia antes de que entraran las tropas que asaltaban el Palacio de La Moneda en Santiago.
Otra versión de un testigo presencial señala que Allende, muerto de miedo, corría por los pasillos del segundo piso del palacio gritando: “¡Hay que rendirse!”. Antes de que pudiera hacerlo, Patricio de la Guardia, el agente de Fidel Castro encargado directo de la seguridad del mandatario chileno, esperó que éste regresara a su escritorio y le disparó sin más una tiro de fusil en la cabeza. Enseguida, puso sobre el cuerpo de Allende el arma para hacer creer que éste había sido ultimado por los atacantes y regresó corriendo al primer piso del edificio en llamas donde lo esperaban los otros cubanos [1].
Pero para el comunismo latinoamericano es urgente y necesario crear un ‘ícono revolucionario’ resucitando la discusión y pretendiendo que judicialmente se declare que Allende murió a manos del Ejército chileno, algo que no debería extrañarse dada la proclividad de los jueces latinoamericanos de mostrar a nuestros Ejércitos como ‘organizaciones criminales’ en atención a los postulados del Foro de Sao Paulo. Ojalá los jueces chilenos no sean tan banales como los que ahora tenemos en Colombia.
Por si fuera poco, el Partido Comunista chileno acaba de emprender una nueva cruzada, demostrar que Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, el conocido Pablo Neruda, también murió a manos de los militares y no del cáncer de próstata que cegó su vida poco tiempo después de la muerte de Allende [2].
Neruda murió a los 69 años el 23 de septiembre de 1973, doce días después del golpe militar que derribó a su amigo Salvador Allende. La razón de su deceso entonces fue un cáncer a la próstata que padecía.
Pero ahora surge de la nada un presunto testigo de homicidio, como los que sacan del sombrero en Colombia jueces y magistrados para procesar a quien se oponga al narcoterrorismo, quien dice que a Neruda lo asesinaron los militares con una inyección letal en el estómago cuando se encontraba hospitalizado en una clínica privada. El testigo, Manuel Araya, quien fuera el chofer del poeta comunista, ha sido desmentido por familiares y amigos de Neruda, pero para el Partido Comunista lo importante es poner a rodar la bola de nieve e inventarse un nuevo mártir con el cual engañar las nuevas generaciones de chilenos y latinoamericanos.
No es de extrañar entonces que ahora se promocionen festivales y ventas de suvenires en los que se reproduzcan las imágenes de Allende y Neruda como íconos revolucionarios al lado de Tirofijo, Raúl Reyes y toda suerte de criminales comunistas para agitar a los jóvenes y ganarlos para sus causas, teniéndose que quienes se enriquezcan con esa comercialización no podrán ser procesados por apologistas del terrorismo, sino meros expresadores de una opinión política que no puede ser penalizada.
[1] En un libro que acaba de publicar en París las Ediciones Plon, intitulado Cuba Nostra, les secrets d´Etat de Fidel Castro, Alain Ammar, un periodista especialista en Cuba y América Latina, analiza y confronta las declaraciones que le dieran Juan Vives y Daniel Alarcón Ramírez, dos ex funcionarios de inteligencia cubanos.
[2] EL NUEVO HERALD. Ver en: http://www.elnuevoherald.com/2011/06/01/952278/querella-en-chile-para-esclarecer.html
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