Foto tomada desde mi vehículo, el PDVAL de el Tigrito en la estación de servicio frente al C.C Malaver
A medida que voy recorriendo el país me he encontrado cara a cara con la realidad mas devastadora ¡ realidad que vive un pueblo que creía en un salvador, miserable, que los engaño! Debo decirlo en mayúscula "LO ENGANA AUN"
¡Buenos días! - ¿como esta señor mario?- deme un aceite, un kilo de azúcar y café. El dueño de la bodega la mira con asombro y algo de curiosidad! - no mija aquí no hay nada de eso. Esa es la situación que a diario viven nuestras mujeres cuando intentan hacer la compra, las pocas que puede hacer, con el poco dinero que pueden llevar a su hogar o reciben de su pareja.
El único camino que le queda al venezolano es someterse a la voluntad de el dictador, que ha creado un mecanismo para controlar al ciudadano obligándolo a acudir a los mercados y corporaciones creadas para acaparar los alimentos, para de esta forma ser el único dispensador y convertirse en indispensable.
En su afán desmedido de control el estado ha asfixiado a los productores y les ha robado sus plantas y propiedades para ser el único productor, procesador y comercializado creando con ello la caída de la producción y la perdida de los productos que consumía el pueblo. Creado de esta manera la era de la producción socialista, mediocre, en todos los sentido. De esa forma obliga a la gente a hacer largas colas para obtener productos de muy mala calidad a bajos precios y que subsanar medianamente las situación ya que el abastecimiento para el hogar es parcial porque se controla hasta la cantidades que se pueden adquirir.
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