Por Carlota Salazar
Resulta relevante para el análisis político venezolano el contexto geopolítico y social latinoamericano, en especial las recientes elecciones presidenciales en el Perú. Un país convulsionado desde finales de los 90, cuando termina con altos niveles impopularidad el gobierno de Alan García: hiperinflación y grupos terroristas. En 1992 llega a la Presidencia de Alberto Fujimori un desconocido que le gana a uno de los hombres más respetado en el mundo intelectual como es Álvaro Vargas Llosa.
Resulta relevante para el análisis político venezolano el contexto geopolítico y social latinoamericano, en especial las recientes elecciones presidenciales en el Perú. Un país convulsionado desde finales de los 90, cuando termina con altos niveles impopularidad el gobierno de Alan García: hiperinflación y grupos terroristas. En 1992 llega a la Presidencia de Alberto Fujimori un desconocido que le gana a uno de los hombres más respetado en el mundo intelectual como es Álvaro Vargas Llosa.
Con ese triunfo comenzaron a transitar, nuestros hermanos peruanos, la senda del autoritarismo truncado por escándalos de corrupción; no por antidemocrático. De allí, la transición de Paniagua y el triunfo de Toledo con Perú Posible. En el 2006 triunfa, nuevamente, Alan García frente a la corriente nacionalista coloreada de Chavista de Ollanta Humala.
Con Alan García logra para el Perú un repunte económico, pero, según los indicadores de Latinobarmetro con altos niveles de insatisfacción por la democracia. En donde las personas que consideran que tienen dificultades para que les alcance el dinero bajó del: 27% en el 2003 al 12% en el 2010 y sólo 14% considera que la distribución de la riqueza es justa (mientras que en Venezuela es el 38%). Concluye la encuestadora que la evolución del PIB en el Perú muestra como la satisfacción con su democracia es casi inversamente proporcional a su PIB.
Por una parte la gente no está satisfecha con la democracia y por otra considera injusta la distribución de la riqueza. Sigue siendo este continente el más desigual del planeta. Producto de ello, a mí juicio, el resultado electoral de este año, porque el problema de fondo desigualdad sigue sin solución. Ninguno de los candidatos alcanza un 30% de la preferencia del electorado y Toledo después de la ambulancia. Pesó más en el recordatorio de los peruanos haber solventado la hiperinflación y la extinción de sendero Luminoso con Fujimori que el repunte económico con Toledo y toda su proyección internacional para el desarrollo de Latinoamérica “Centro Global para el Desarrollo”.
La gente terminó votando por Humala un militar golpista nacionalista y por Keiko con todo el pasivo autoritario de su padre. Ahora bien, ¿qué hace que los peruanos prefieran votar de esta forma? ¿Que debe atender la dirigencia política en el Perú? ¿La calidad de la democracia o la justicia social? No será que debemos atender la democracia con justicia social. Parafraseando a Caldera que hacemos con una democracia que no nos da de comer.
Esta lectura la debemos considerar de cara a las elecciones en el 2012. Si bien en cierto que Chávez arrastra altos niveles de impopularidad y cada día el gobierno es más ineficiente, no es menos cierto que la gente siente que hay mayores niveles de igualdad social. Por lo tanto, parte de la oferta electoral debe ir dirigida a la nivelación social, a través de: igualdad de oportunidades. La cosa no está tan fácil como muchos piensan.
carlotasc@gmail.com
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