Por: Carlos R. Alvarado Grimán
“Los grandes destruyen las ciudades, y la imprudencia del pueblo les precipita en la esclavitud” Solón
Los venezolanos conformamos una sociedad enferma. Los males del pasado se agravaron con la medicina militarista que nos mantiene cercanos a la agonía. El odio social, el resentimiento, la corrupción, la incompetencia y la altísima criminalidad son cicutas que están minando las últimas defensas de nuestro deteriorado tejido económico y social.
La oposición se mantiene empecinada en leer el libro equivocado de la historia, buscando recetas que curen nuestros males, pero sin el conocimiento pleno y exacto de la enfermedad que padecemos y de la manera efectiva como atacarla.
Es una insensatez pretender un cambio político en Venezuela, el paso de un Estado totalitario hacia la democracia, sin que medie un proceso previo de transición que establezca condiciones propicias, que impidan el colapso prematuro del nuevo gobierno que se instaure, luego de la ignominiosa era chavista.
No imaginamos ni creemos posible un gobierno democrático exitoso y pacífico, sin una junta de transición que aplique un severo tratamiento de alto impacto contra la enfermedad venezolana, para que ésta ceda y se pueda dar en campo fértil el inicio de un proceso de recuperación del país.
La Junta de Transición no encontrará un manto de rosas, sino caminos espinosos, llenos de obstáculos y trampas, por lo cual, deberá adoptar duras medidas y tomar decisiones trascendentes que muchos quizá no entenderán, pero que permitirán restituir la sindéresis y la cordura, en la forma de conducir al Estado venezolano.
No podemos perder la perspectiva del país que encontraremos, una vez sucumba Chávez. El Tte. Coronel nos legará un país: con un conjunto de leyes abominables que habrá que derogar, revisar o reestructurar; una economía arruinada, a pesar de los repuntes que pueda experimentar el precio del barril de petróleo; un Estado corrompido profundamente, con mafias criminales de todo pelaje insertos dentro de sus estructuras y; con presiones de grupos paramilitares y criminales que querrán mediante el sabotaje, torcerle el brazo al nuevo gobierno, para intentar reinstalar al Tte. Coronel y sus camarillas en el poder.
La instauración de una junta de transición requerirá la previa y activa participación, no de uno, sino de varios Lucio Quincio Cincinato que emulen a este militar y general romano, para que enfrenten la difícil misión de restablecer el orden y la paz en Venezuela, por cualquier medio necesario, pero que a la vez tengan el desprendimiento personal, como Cincinato en su tiempo, para devolver el poder a la autoridad civil.
Además necesitaremos muchos hombres como el legislador ateniense Solón, elementos sin apetencias personales por el poder, que coadyuven a la producción de leyes y cambios democráticos para que, con remedios y soluciones duras pero inteligentes y justas sanen las enfermedades sociales y políticas de nuestro tiempo. Estos Solón deberán tener las capacidades para la elaboración de Políticas públicas y de Estado que todos los factores democráticos se comprometan a aceptar y respetar, durante el lapso de por lo menos 100 años, independientemente de los gobiernos que sigan al periodo de transición.
Es necesario que nuestros líderes asuman niveles de conciencia con alcances e impactos históricos, apartando sus intereses y apetencias individuales o grupales. Es el tiempo para que pensemos en el país que queremos rescatar y alzar de los actuales escombros. La patria reclama la unión de las mejores y buenas voluntades para que la convirtamos en una nación civilizada y prospera.
Es el momento para impulsar e iniciar un periodo de luz, donde el conocimiento sea una de sus principales virtudes, con hombres de pensamiento y acción positiva que conduzcan la transición: Hombres como Cincinato y Solón.
http://aserne.blogspot.com/
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