Por: GD. Oswaldo Sujú Raffo.
Los venezolanos de mi época, es decir antes de “Bambilandia”, deben recordar la película sobre el Rey huno Atila - muy bien interpretado por el celebre actor Jack Palance - quien asoló y devastó con sus hordas de bárbaros mongoles, los reinos existentes en el Asia Menor y la Europa de entonces, por allá en los años 450 d.c. Quedó el dicho que “donde pisaba su caballo, no volvía a crecer la hierba..” así era la destrucción y la muerte que dejaba a su paso. Pero Atila con todo su poder ilimitado, no pudo conquistar Roma ni vencer a la Iglesia romana cuando en el año 452 se presentó frente a la ciudad. El Papa León I lo enfrentó y le pidió que no asaltara Roma. De una manera inexplicable Atila, “el azote de Dios”, se retiró con sus huestes de bárbaros, falleciendo al año siguiente cuando celebraba una nueva boda...De la desolación que dejaba por donde pasaba quedó la fama, siglos después recogida por el “Taita” Boves, también llamado el “azote de Dios” en los campos y pueblos venezolanos, por allá en 1814... La destrucción de las naciones, no solo lo producen las guerras, como las grandes contiendas mundiales del siglo XX, también un país puede destruirse cuando se gobierna sordo a oídos del clamor popular. Quienes opinen diferente al estado de destrucción que hoy vive Venezuela, o son “marcianos” o el “plato de lentejas escarlatas” que reciben por su indiferencia, obnubila sus sentidos... Basta recorrer las carreteras y calles del país, para darnos cuenta de la improvisación, corrupción e incapacidad de muchos gobernadores y alcaldes, situación inaceptable en un país petrolero, con inmensas reservas de crudo y un enorme lago de asfalto, como lo es Guanoco, en mi deteriorada tierra sucrense. Fábricas e industrias cerradas y quebradas; haciendas y hatos antes florecientes, hoy desolados, mal administrados y destruídos, como si hubiese pasado las “marabuntas”, pero eso si, las hierbas si crecen, solo hierbas pues las caraotas, el café, el arroz y el azúcar que antes nos sobraban y vendíamos, ahora lo traemos del exterior... Y que decir de nuestras infraestructuras hospitalaria y educacional, de nuestras barriadas y poblaciones flotantes, del sistema eléctrico, del agua potable y demás servicios básicos. Alguien puede negar la indefensión del Estado, por la forma como fue desnaturalizadas las F.A.N, politizada, inoperante y con doctrina operativa confusa y obsoleta, que nos deja inermes ante una potencia militar regional. ¿Bajo que principios tácticos y estratégicos se compraron sistemas de armas ya vetustos y con línea logística al otro lado del mundo, lejos, bien lejos...? Hasta nuestra Constitución y leyes de la República sufrieron los embates del “caballo de Atila”, la corrupción social, política y militar dibujan un incierto futuro a las nuevas generaciones , sin contar las deudas contraídas y ventas a futuro de nuestro petróleo, en esta vorágine de odios sociales, que presagian tiempos tormentosos...Mientras esto sucede más acá del Arauca vibrador, la viajadera y regaladora de nuestros dólares continúa , la fiebre electoral permanente y los “trapos rojos” acicatan la oclocracia, bien definida por Vicente Nario como: El “gobierno de la plebe”, es decir, la ingobernabilidad resultante por la aplicación de políticas demagógicas...verdad tan grande como un templo, en esta Venezuela tuya, mía y nuestra. La Patria es primero. Fuera los invasores cubiches, vividores y magapas.
¡Hasta luego!
0 comentarios:
Publicar un comentario
Haga su comentario