Carlos Alberto Montaner durante la presentación ante la Conferencia de las Américas
Al Diaz / Miami Herald
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Por EFE
El periodista y escritor cubano exiliado Carlos Alberto Montaner sostuvo el miércoles que Cuba ha dado ya el primer paso en la "desfidelización'' del país, ‘‘irremediablemente quebrado'', sin siquiera esperar la desaparición física de su máximo líder, Fidel Castro.
Destacó que, ante la profunda crisis económica que aqueja a la nación caribeña, el gobernante cubano Raúl Castro ha decidido renunciar al "colectivismo y estatismo extremos'' impuesto por su hermano y, de ese modo, "asegurar la supervivencia del régimen''.
Montaner cerró el miércoles la decimocuarta Conferencia de las Américas, organizada por el diario The Miami Herald, con una intervención en la que expresó su convencimiento de que, antes o después, Raúl Castro, comprenderá que "el sistema no es reformable'' y ‘‘hay que echarlo abajo (...), demolerlo''.
En cualquier caso, el actual proyecto de reformas emprendido por el gobernante cubano ‘‘constituye un mazazo al prestigio y la imagen de Fidel Castro'', aseguró Montaner, nacido en La Habana en 1943.
"El proceso de crítica y demolición ha comenzado antes, con él (Fidel) vivo y contemplando el espectáculo'', agregó.
En su opinión, no se trata de unas reformas encaminadas a democratizar la sociedad cubana, sino a generar la riqueza necesaria "para sostener de una manera autónoma la dictadura comunista''.
Pero este proceso de "rectificación'', aseguró, tendrá una alto costo político.
En primer lugar, "la clase dirigente y la sociedad cubana'' culpan a Fidel Castro de haber provocado este desastre económico cuando en "marzo de 1968 decretó la confiscación y estatización de 60,000 pequeñas y medianas empresas'' que mitigaban "los horrores del sector público''.
Después, la medida anunciada por el gobierno de despedir a 500.000 trabajadores estatales ha sacudido a la sociedad cubana y generado comentarios críticos de los ‘‘comunistas ortodoxos'', que juzgan la iniciativa un abandono de la clase obrera.
Otra crítica que los "raulistas'' vierten contra los "fidelistas'' está relacionada con el "alto nivel de corrupción y desorganización que Raúl Castro encontró entre los allegados a Fidel''.
En la mayor parte de las empresas auditadas, explicó, "los libros de contabilidad y los inventarios no reflejaban la realidad''.
En ese sentido, "el aparato productivo cubano era un mundillo caótico y podrido hasta el tuétano'' en el que los "robos estaban a la orden del día'', todo eso durante el "largo mandato de Fidel Castro''.
Montaner insistió en que, no obstante, las posibilidades de éxito del proyecto de Raúl son escasas, ya que éste es un "militar sin ninguna experiencia empresarial'', acostumbrado a "dar órdenes a una estructura vertical de mando basada en la obediencia''.
Raúl cree que puede decir "hágase el capitalismo o el cooperativismo y el milagro sucede'', apostilló.
Por ello, no tardará en descubrir que las "reformas de los estados totalitarios jamás se ajustan al proyecto original que las sustentaba'', y que, una vez iniciados los cambios, "se producen reacciones imprevistas y consecuencias no deseadas''.
A juicio de Montaner, las primeras reformas de calado deberían ser "poner en orden el sistema monetario, el de precios, basado en la oferta y la demanda'' y crear ‘‘instituciones de derecho capaces de tutelar las transacciones comerciales en el sector privado''.
Destacó que, ante la profunda crisis económica que aqueja a la nación caribeña, el gobernante cubano Raúl Castro ha decidido renunciar al "colectivismo y estatismo extremos'' impuesto por su hermano y, de ese modo, "asegurar la supervivencia del régimen''.
Montaner cerró el miércoles la decimocuarta Conferencia de las Américas, organizada por el diario The Miami Herald, con una intervención en la que expresó su convencimiento de que, antes o después, Raúl Castro, comprenderá que "el sistema no es reformable'' y ‘‘hay que echarlo abajo (...), demolerlo''.
En cualquier caso, el actual proyecto de reformas emprendido por el gobernante cubano ‘‘constituye un mazazo al prestigio y la imagen de Fidel Castro'', aseguró Montaner, nacido en La Habana en 1943.
"El proceso de crítica y demolición ha comenzado antes, con él (Fidel) vivo y contemplando el espectáculo'', agregó.
En su opinión, no se trata de unas reformas encaminadas a democratizar la sociedad cubana, sino a generar la riqueza necesaria "para sostener de una manera autónoma la dictadura comunista''.
Pero este proceso de "rectificación'', aseguró, tendrá una alto costo político.
En primer lugar, "la clase dirigente y la sociedad cubana'' culpan a Fidel Castro de haber provocado este desastre económico cuando en "marzo de 1968 decretó la confiscación y estatización de 60,000 pequeñas y medianas empresas'' que mitigaban "los horrores del sector público''.
Después, la medida anunciada por el gobierno de despedir a 500.000 trabajadores estatales ha sacudido a la sociedad cubana y generado comentarios críticos de los ‘‘comunistas ortodoxos'', que juzgan la iniciativa un abandono de la clase obrera.
Otra crítica que los "raulistas'' vierten contra los "fidelistas'' está relacionada con el "alto nivel de corrupción y desorganización que Raúl Castro encontró entre los allegados a Fidel''.
En la mayor parte de las empresas auditadas, explicó, "los libros de contabilidad y los inventarios no reflejaban la realidad''.
En ese sentido, "el aparato productivo cubano era un mundillo caótico y podrido hasta el tuétano'' en el que los "robos estaban a la orden del día'', todo eso durante el "largo mandato de Fidel Castro''.
Montaner insistió en que, no obstante, las posibilidades de éxito del proyecto de Raúl son escasas, ya que éste es un "militar sin ninguna experiencia empresarial'', acostumbrado a "dar órdenes a una estructura vertical de mando basada en la obediencia''.
Raúl cree que puede decir "hágase el capitalismo o el cooperativismo y el milagro sucede'', apostilló.
Por ello, no tardará en descubrir que las "reformas de los estados totalitarios jamás se ajustan al proyecto original que las sustentaba'', y que, una vez iniciados los cambios, "se producen reacciones imprevistas y consecuencias no deseadas''.
A juicio de Montaner, las primeras reformas de calado deberían ser "poner en orden el sistema monetario, el de precios, basado en la oferta y la demanda'' y crear ‘‘instituciones de derecho capaces de tutelar las transacciones comerciales en el sector privado''.
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