Por ANTONIO MARIA DELGADO
adelgado@elnuevoherald.com
El estudiante venezolano Raúl Díaz Peña, quien estuvo preso por más de seis años después de ser inculpado de participar en los ataques dinamiteros contra las embajadas de España y Colombia en el 2003, dijo el viernes en Miami que solicitará asilo político en Estados Unidos.
Díaz, un ex campeón de natación de 36 años calificado como prisionero político del presidente Hugo Chávez por activistas de los derechos humanos, salió clandestinamente del país el domingo mientras disfrutaba de un permiso que le permitía salir del centro de reclusión para ir a trabajar.
El estudiante dijo a El Nuevo Herald que huyó del país porque temía por su integridad física, luego de que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) concluyera que existen suficientes indicios en su caso para pensar que sus derechos estaban siendo violados por el Estado venezolano.
"Pensé que me iban a retirar la tarjeta de beneficio [que le permitía salir a la calle con ciertas condiciones] y que no me iban a mandar de nuevo a la DISIP [la policía política del gobierno venezolano en cuya sede permaneció recluido], sino a una cárcel común y corriente con todos los presos de Venezuela, y comencé a temer por mi vida'', dijo Díaz.
Las autoridades venezolanas acusaron a Díaz de haber participado en los ataques terroristas contra las sedes diplomáticas de Colombia y España en Caracas en febrero del 2003, luego de que un testigo dijera que vio cómo explosivos C-4 eran cargados dentro de su vehículo, en un caso en el que también fueron vinculados los tenientes venezolanos José Colina y Germán Varela.
El testigo luego confesó ante un juez que había sido torturado para inculpar a Díaz, con quien había participado previamente en las manifestaciones contra el gobierno emprendida por ciudadanos y militares en la Plaza Altamira.
Patricia Andrade, presidenta de Venezuelan Awareness Foundation (VAF), dijo que el CIDH está por pronunciarse a favor de Díaz, quien acusa a las autoridades venezolanas de torturarle física y sicológicamente además de mantenerle recluido ilegalmente, y que esa era una de las razones por las que su integridad física corría peligro.
"Todo indica que ya ganamos y una vez que se le notifica a Venezuela que todo eso está pasando, comienza de nuevo el hostigamiento'', dijo Andrade. "Lo querían volver a poner preso para someterle a las mismas condiciones de reclusión inhumanas, empezar las torturas, físicas y sicológicas, para obligarle a retirar la demanda y para que Venezuela pudiese decir: ‘Aquí nosotros no violamos los derechos humanos y la demanda no llegara a la corte' ''.
Díaz dijo que salió por lancha del país en la madrugada del domingo y que de allí se trasladó a una isla del Caribe, donde luego tomó un avión rumbo a Estados Unidos, tras burlar la vigilancia que las autoridades le habían montado.
Añadió que durante su detención fue torturado en varias ocasiones, recibiendo golpes y siendo sometido a prácticas que inducían la asfixia. Pero reconoció que él no era el recluso que fue sometido a los mayores maltratos.
Aún así, su estado de salud comenzó a decaer durante su período de cautiverio, sufriendo en una ocasión de una infección en un oído, cerca de una membrana que separa el área infectada con el cerebro, y estuvo a punto de perder la audición de ese lado.
Díaz dijo que fueron muy escasas las manifestaciones de apoyo que él y otros detenidos políticos recibieron de la población, factor que en ocasiones les afectaba el estado de ánimo.
"Los presos políticos se sienten olvidados en Venezuela. Saben que la campaña internacional por los presos políticos en Venezuela es muy fuerte. Saben que tienen mucho apoyo internacional. Pero se sienten olvidados por su país'', dijo. "Venezuela tiene olvidado a los presos políticos. De hecho, la mayoría de los venezolanos no sabe quiénes son ni por qué están presos''.
No obstante, Díaz enfatizó que no está arrepentido de haber participado en las manifestaciones de la Plaza Altamira, acción que le llevó a vincularse con los militares que estaban prestando contra el gobierno de Chávez y que en esencia terminó por convertirle en un blanco del gobierno.
"Si me tocara volverlo a vivir, lo volvería a vivir porque son mis principios'', comentó. "Es lo que me educaron en mi casa a luchar por lo que uno cree correcto''.
Díaz, un ex campeón de natación de 36 años calificado como prisionero político del presidente Hugo Chávez por activistas de los derechos humanos, salió clandestinamente del país el domingo mientras disfrutaba de un permiso que le permitía salir del centro de reclusión para ir a trabajar.
El estudiante dijo a El Nuevo Herald que huyó del país porque temía por su integridad física, luego de que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) concluyera que existen suficientes indicios en su caso para pensar que sus derechos estaban siendo violados por el Estado venezolano.
"Pensé que me iban a retirar la tarjeta de beneficio [que le permitía salir a la calle con ciertas condiciones] y que no me iban a mandar de nuevo a la DISIP [la policía política del gobierno venezolano en cuya sede permaneció recluido], sino a una cárcel común y corriente con todos los presos de Venezuela, y comencé a temer por mi vida'', dijo Díaz.
Las autoridades venezolanas acusaron a Díaz de haber participado en los ataques terroristas contra las sedes diplomáticas de Colombia y España en Caracas en febrero del 2003, luego de que un testigo dijera que vio cómo explosivos C-4 eran cargados dentro de su vehículo, en un caso en el que también fueron vinculados los tenientes venezolanos José Colina y Germán Varela.
El testigo luego confesó ante un juez que había sido torturado para inculpar a Díaz, con quien había participado previamente en las manifestaciones contra el gobierno emprendida por ciudadanos y militares en la Plaza Altamira.
Patricia Andrade, presidenta de Venezuelan Awareness Foundation (VAF), dijo que el CIDH está por pronunciarse a favor de Díaz, quien acusa a las autoridades venezolanas de torturarle física y sicológicamente además de mantenerle recluido ilegalmente, y que esa era una de las razones por las que su integridad física corría peligro.
"Todo indica que ya ganamos y una vez que se le notifica a Venezuela que todo eso está pasando, comienza de nuevo el hostigamiento'', dijo Andrade. "Lo querían volver a poner preso para someterle a las mismas condiciones de reclusión inhumanas, empezar las torturas, físicas y sicológicas, para obligarle a retirar la demanda y para que Venezuela pudiese decir: ‘Aquí nosotros no violamos los derechos humanos y la demanda no llegara a la corte' ''.
Díaz dijo que salió por lancha del país en la madrugada del domingo y que de allí se trasladó a una isla del Caribe, donde luego tomó un avión rumbo a Estados Unidos, tras burlar la vigilancia que las autoridades le habían montado.
Añadió que durante su detención fue torturado en varias ocasiones, recibiendo golpes y siendo sometido a prácticas que inducían la asfixia. Pero reconoció que él no era el recluso que fue sometido a los mayores maltratos.
Aún así, su estado de salud comenzó a decaer durante su período de cautiverio, sufriendo en una ocasión de una infección en un oído, cerca de una membrana que separa el área infectada con el cerebro, y estuvo a punto de perder la audición de ese lado.
Díaz dijo que fueron muy escasas las manifestaciones de apoyo que él y otros detenidos políticos recibieron de la población, factor que en ocasiones les afectaba el estado de ánimo.
"Los presos políticos se sienten olvidados en Venezuela. Saben que la campaña internacional por los presos políticos en Venezuela es muy fuerte. Saben que tienen mucho apoyo internacional. Pero se sienten olvidados por su país'', dijo. "Venezuela tiene olvidado a los presos políticos. De hecho, la mayoría de los venezolanos no sabe quiénes son ni por qué están presos''.
No obstante, Díaz enfatizó que no está arrepentido de haber participado en las manifestaciones de la Plaza Altamira, acción que le llevó a vincularse con los militares que estaban prestando contra el gobierno de Chávez y que en esencia terminó por convertirle en un blanco del gobierno.
"Si me tocara volverlo a vivir, lo volvería a vivir porque son mis principios'', comentó. "Es lo que me educaron en mi casa a luchar por lo que uno cree correcto''.
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