Opinión
El Nacional
Los últimos sondeos de opinión desembocan en una misma conclusión: este es el peor momento de Chávez de cara a un evento electoral. De tal modo que las elecciones del 26-S deberían reflejar en votos el derrumbe de su popularidad y la credibilidad de su proyecto revolucionario.
Además de insistir en un diseño económico cuyos resultados conducen inevitablemente a una severa estanflación; de unos niveles de ineficiencia que torpedean incluso su tarea de demolición nacional; y de una estrategia internacional que cada día se revela más inviable; el régimen está sometido a un acelerado desgaste en su base de sustentación.
El deslinde del PPT del bloque oficialista no debería subestimarse. Se trata de un partido de cuadros y no de masas, y muchos de sus dirigentes han sido útiles para ocupar posiciones claves en el alto gobierno.
PPT mantiene fuerza electoral principalmente en Lara, Guárico y Amazonas y ha incorporado a sus listas electorales a individualidades disidentes del chavismo de indudable proyección en sus respectivos ámbitos, que vislumbran la constitución de una "tercera vía". De esta manera, la alianza chavista se reduce al PSUV, la presencia simbólica del PCV y los pequeños grupos que representa Lina Ron.
El desgaste afecta también otros aspectos de su base de apoyo. Como no era posible copiar el camino castrocomunista de liquidar el aparato productivo mediante decreto, se estimuló una estructura paralela conocida como "la boliburguesía", de empresarios alimentados por los dineros estatales cuyos niveles de descomposición y corrupción obligaron recientemente a su intervención y desmantelamiento.
Estos factores han estimulado el enfrentamiento, hasta ahora soterrado, de las tendencias de "la derecha endógena" liderada por Diosdado Cabello y el "grupo originario" representado por Freddy Bernal y el vicepresidente Elías Jaua, esta última al parecer en plan de ganar cada vez mayor influencia en decisiones fundamentales, así como el favor de Chávez.
El conflicto, lógicamente, habrá de acentuarse una vez que se conozcan los resultados del 26-S y el peso específico de ambos grupos en la composición de la próxima Asamblea Nacional. Todas estas situaciones son más que suficientes para explicar el apresurado viaje de Chávez a La Habana para atender de nuevo los consejos de los hermanos Castro.
manuelfsierra@yahoo.com
Fuente: Venezuela Primero
El Nacional
Los últimos sondeos de opinión desembocan en una misma conclusión: este es el peor momento de Chávez de cara a un evento electoral. De tal modo que las elecciones del 26-S deberían reflejar en votos el derrumbe de su popularidad y la credibilidad de su proyecto revolucionario.
Además de insistir en un diseño económico cuyos resultados conducen inevitablemente a una severa estanflación; de unos niveles de ineficiencia que torpedean incluso su tarea de demolición nacional; y de una estrategia internacional que cada día se revela más inviable; el régimen está sometido a un acelerado desgaste en su base de sustentación.
El deslinde del PPT del bloque oficialista no debería subestimarse. Se trata de un partido de cuadros y no de masas, y muchos de sus dirigentes han sido útiles para ocupar posiciones claves en el alto gobierno.
PPT mantiene fuerza electoral principalmente en Lara, Guárico y Amazonas y ha incorporado a sus listas electorales a individualidades disidentes del chavismo de indudable proyección en sus respectivos ámbitos, que vislumbran la constitución de una "tercera vía". De esta manera, la alianza chavista se reduce al PSUV, la presencia simbólica del PCV y los pequeños grupos que representa Lina Ron.
El desgaste afecta también otros aspectos de su base de apoyo. Como no era posible copiar el camino castrocomunista de liquidar el aparato productivo mediante decreto, se estimuló una estructura paralela conocida como "la boliburguesía", de empresarios alimentados por los dineros estatales cuyos niveles de descomposición y corrupción obligaron recientemente a su intervención y desmantelamiento.
Estos factores han estimulado el enfrentamiento, hasta ahora soterrado, de las tendencias de "la derecha endógena" liderada por Diosdado Cabello y el "grupo originario" representado por Freddy Bernal y el vicepresidente Elías Jaua, esta última al parecer en plan de ganar cada vez mayor influencia en decisiones fundamentales, así como el favor de Chávez.
El conflicto, lógicamente, habrá de acentuarse una vez que se conozcan los resultados del 26-S y el peso específico de ambos grupos en la composición de la próxima Asamblea Nacional. Todas estas situaciones son más que suficientes para explicar el apresurado viaje de Chávez a La Habana para atender de nuevo los consejos de los hermanos Castro.
manuelfsierra@yahoo.com
Fuente: Venezuela Primero
0 comentarios:
Publicar un comentario
Haga su comentario