Aquí hace falta un hombre. Uno que plante cara al guapo de orilla que cada día ofende la dignidad y el honor de los venezolanos. Un hombre serio que con claridad y precisión le explique al pueblo que el único responsable del alto costo de la vida y la inseguridad es el incompetente que está en Miraflores. Un hombre de carácter que enrostre su responsabilidad histórica a quienes sostienen un régimen que está acabando con Venezuela. Un hombre con personalidad para exigir la substitución de un administrador público cuya incompetencia manifiesta se demuestra en los catastróficos resultados. Un hombre con conocimientos para esbozar un plan de reconstrucción nacional a realizar por todos los venezolanos sin exclusión de nadie.
No se trata de regatear méritos a los políticos que a trancas y barrancas han sostenido la agónica antorcha de la resistencia. Henry Ramos mantuvo abiertas las puertas de Acción Democrática, hizo valer los méritos de ese partido ante la Internacional Socialista y ha logrado que esa importantísima entidad política internacional se movilice en apoyo a la democracia venezolana.
Luis Ignacio Planas casi tuvo que refundar Copei, representante de la indestructible democracia cristiana que gobierna en naciones de primera importancia. Manuel Rosales y Manuel Barboza impidieron la desbandada y han montado un sólido bastión regional de resistencia. Julio Borges supo comprometer la atención de la derecha democrática europea y americana. Ismael García tuvo coraje para sacudirse al déspota y así creó un positivo punto de referencia. Albornoz y Falcón demuestran visión, habilidad y valentía al crear una zona intermedia que será de enorme utilidad cuando tengamos que reconciliar a los venezolanos. Esos hombres y otros que están en la mente de todos serán los protagonistas de la reconstrucción, cuando esta pesadilla pase.
La unidad de la Oposición es resultado de los esfuerzos políticos tenaces. Y esa unidad es la base desde la cual se puede emprender la salvación patria amenazada por un bárbaro irresponsable. Pero sigue haciendo falta un rostro. Un rostro con significado para el pueblo indeciso. Una cabeza informada y pensante, serena y valiente. Un hombre en quien se materialice la todavía imprecisa y vaga inconformidad de los desencantados. Un hombre que cada día enfrente y rebata, y bata, la endeble argumentación de un charlatán de feria que si no se luce peor es porque habla él solo. Alguien que haga recordar aquella desesperada frase del Rey de España cuando sintiendo vergüenza ajena ante la más increíble sarta de disparates que se han dicho en una reunión de hombres de Estado, imploró clemencia para el buen juicio con aquel histórico y definitorio “Por qué no te callas”.
Nuestros políticos han recorrido un largo camino de errores y han sabido aprender de ellos. Demuéstrenlo admitiendo la necesidad de que sí, todo eso está muy bien, pero aquí hace falta un hombre.
Fuente: El Nuevo País
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