VIVA VENEZUELA LIBRE!!!!!!

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EL FUTURO EN LA CALLE!

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En homenaje a nuestros héroes caídos y a nuestros presos políticos!!!

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A quien dió todo por su amor a Venezuela!!

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" "VENEZUELA EXIGE LA LIBERTAD DE NUESTROS PRESOS POLITICOS!!!"....

domingo, 20 de diciembre de 2009

El castrochavismo en el crepúsculo de su revolución retórica



No lo duden, Chávez se desespera, sufre, porque pasan los meses, las semanas, los días y no regresan los tiempos en que el petróleo alcanzó la gloria de los 120 dólares el barril



Cifra, tanto o más sagrada para el proceso que el “2012″ para el calendario maya y que determinó que a comienzos de julio del 2008 proclamara que el barril terminaría el año más allá de los 200 dólares y la década por encima de los 400.

En otras palabras: que los tiempos de su mayor euforia, delirio, exaltación, pues si a su política de exportación del socialismo del siglo XXI por el continente y el mundo, se unía una demanda de crudos a precios incontrolados y crecientes ¿quién dudaría que para fines del 2009, precisamente en estos instantes, una suerte de mini emperador de la galaxia, cuartomundista y tropicaloide pero emperador al fin, sería “el líder” que tendría al mundo en un puño, viviendo peligrosamente y al borde del abismo?


Para asombro de Chávez y sus asesores, sin embargo, no ocurrió nada parecido, ya que, tal como habían predicho los pocos economistas sensatos que habían sobrevivido a la burbuja de las hipotecas subprime, del índice Dow Jones de más de los 10.000 puntos y de la volatización de los precios de las materias primas, se trataba de eso, de una burbuja y lo reveló la explosión subsiguiente que fue tan, o más sorpresiva, de cómo había llegado.

Y primero que ningún otro sector de la economía en registrarlo, los precios del crudo, que un mes antes de la caída de Lehman Brothers habían iniciado un comportamiento hacía la baja que ya para mediados de septiembre los colocaba a menos de 100 dólares el barril.

Desplome que, cómo se reveló semanas después, no era en absoluto coyuntural, sino el aviso de que se aproximaba el fin del ciclo alcista de los precios del crudo, pues ya a mediados de noviembre la mayoría de las economías del mundo industrializado empezó a entrar, oficialmente, en recesión.

O sea, que fin de la “edad de oro” del castrochavismo y su telemática revolución, fin de los días en que se podía razonablemente teorizar de que Fidel Castro y Hugo Chávez habían dado con la fórmula para que el capitalismo financiara su propia ruina, y a través de alzas continuas y crecientes de los precios del crudo, y sin disparar un tiro, el eje La Habana-Caracas se convirtiera en la nueva Moscú y el anciano líder y su no tan joven discípulo, los herederos del legado de Lenin, Stalin y Mao.

Pero fin, también, de los petroestados y de las petrodictaduras, del modelo configurado al rescoldo del ciclo alcista de los precios del crudo hasta niveles no previstos en términos de tiempo y espacio, que empezó a trasmitirles a los gobernantes de grandes productores como Irán y Rusia la sensación de seguridad suficiente, no solo para ponerse al margen del orden jurídico internacional heredado de la postguerra fría, sino de desafiarlo y empezar una cruzada que, a punta de chantajes energéticos y sobornos con petrodólares, ha convertido al mundo, o parte del mundo, en un hogar tan incómodo o inseguro como el de los tiempos de Stalin y Eisenhower.

De que escenario hablamos puede descubrirse en las actividades de la entente Chávez, Ahmadinejad, Putin, Medveded dirigida a fortalecer los vínculos Caracas-Teherán-Moscú con miras, en primer lugar, a consolidar sus petrodictaduras; en segundo, al logro de sus objetivos regionales o locales; y tercero, a hacer retroceder frente a ellos a las democracias capitalistas de Europa y América, no solo al extremos de no inmiscuirse en sus planes, sino de contribuir a ellos.

Sueños, que ya para inicios del 2009 se deshacían sin ninguna capacidad de recuperación, cuando, con el petróleo a menos de 40 dólares el barril, uno y otro petrodictador se vio obligado a aterrizar, a entender que con el mundo en recesión los petroestados no podían sino concluir en bancarrota, terminando el dúo Putin-Medveded sus copiosas refriegas con los países consumidores de gas y petróleo de Europa occidental y Ahmadinejad confrontado con las sanciones de las ONU si no aceptaba dar marcha a tras con sus intentos de proveerse de armas nucleares.


En cuanto a Chávez, recibió los avisos del fin del ciclo alcista con algún retraso, pero quizá de una manera mucho más contundente y abrupta de cómo lo recibieron sus socios, cuando el liderazgo político y militar hondureño expulsó de la presidencia de la República de Honduras a su aliado, Manuel Zelaya, sacándolo de su cama una madrugada para enviarlo de paseo a Costa Rica, en un regreso, al parecer, a los golpes de estado tradicionales de América latina, pero más bien para anunciar que los días de expansión del castrochavismo en la región habían terminado.


Y lo que continuó con las intentonas frustradas de Chávez para reinstalar a Zelaya en el poder, no hizo más que corroborarlo, pues si bien la comunidad internacional representada en la OEA, hizo desde esta institución todo lo formalmente válido para condenar el “golpe” y tratar de que Mel Zelaya regresara a la presidencia, en la práctica hizo todo lo posible para que el tiempo pasara sin una solución viable y al final la realidad política se impusiera, Honduras eligiera un nuevo presidente y tanto el golpe, como Zelaya, se perdieran en la noche de la historia.

O sea, que 4 meses para demostrarle a Chávez que su influencia había caído a tal grado que los políticos y los militares hondureños podían desafiarlo sin consecuencias, poner en evidencia sus afanes expansionistas, no solo evitando de que el país de Morazán pasara a ser otra joya en la corona del castro-chavismo, sino también fortaleciendo a tal extremo la democracia local y regional, que Chávez tuvo que regresar con el rabo entre las piernas a un escenario más promisorio, como fueron las protestas por la instalación de las presuntas bases norteamericanas en Colombia.

Pero solo para salir derrotado otra vez, ya que a la inicial solidaridad de los países del ALBA y de la UNASUR para que las bases no fueran instaladas, o al menos para que el presidente Barack Obama accediera a discutirlas en la organizaciones multilaterales de la región, no es solo que no sucedió, sino que la nueva política militar Estados Unidos-Colombia ha seguido su curso rápido, incontenible, invariable e inapelable.

En otras palabras: que el proyecto castrochavista que desde el 19 de marzo del 2009, fecha en que Mauricio Funes fue electo presidente de El Salvador, empezó a verse como el gran desafío de las democracias en el subcontinente, inició una caída en barrena tan pronto fue rechazada en Honduras, continuó por el despeñadero a raíz de su incapacidad para desbaratar la alianza militar colombo-norteamericano y hoy es una propuesta puramente retórica, dependiente exclusivamente de las oportunidades que tenga Chávez para proclamar, retóricamente, “el fin del capitalismo y el triunfo inevitable del socialismo”.

Lo vimos hace 3 días en la Cumbre para el cambio climático de Copenhague, cuando para estupefacción de los presentes, acusó al capitalismo de ser el culpable de los males ambientales del planeta, citó a Carlos Marx, y dijo que solo en el sistema socialista se podía aspirar a vivir sin emisiones de gas invernadero, en una atmosfera incontaminada y en equilibrio ecológico perfecto.

Lo que no sabía Chávez, o ignoró saberlo, es que China y Rusia están en la lista de primeros contaminantes, pero no a consecuencia de su incipiente desarrollo capitalista, sino de haber sido países donde el socialismo arrasó por décadas con bosques, selvas, ríos, mares, campos y ciudades.


Siguen después India y Brasil por sus proporciones gigantescas en términos de territorio y habitantes, pero igualmente por ser economías donde el estatismo populista y socializante hizo estragos hasta hace muy poco.


O sea, que es todo lo contrario: solo la tecnología de punta que patrocinan los países capitalistas, más los recursos de sus economías competitivas y de mercado, garantizan programas de descontaminación viales, continuos y sustentables.

En definitiva, que las horas crepusculares del socialismo del siglo XXI y de la revolución bolivariana, del viaje emprendido por un grupo de delirantes que creyó posible la restauración del socialismo real enterrado bajos los escombros del muro de Berlín y del colapso del comunismo soviético, quedando más y más reducido a una palabrería hueca, repetitiva y altisonante que ha hecho de Chávez uno de los showman de mayor ratting del planeta.






http://cifrasonline.com.ve/informecifras/?p=18692



































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