Fuente:
Semanario Quinto Día (Venezuela)
Vía:
Soberanía.org
Llama
la atención que el ex ministro de Relaciones Exteriores de Gambia, Bala Garba
Jahumpa, haya sido embajador en La Habana, posteriormente en Teherán y
finalmente en Caracas.
Así como es difícil
imaginar que el gobierno bolivariano haya planificado, diseñado y puesto en
ejecución una política de promoción del tráfico de drogas, es igualmente
difícil imaginar que las evidencias acumuladas en años no abriguen dudas acerca
de la voluntad política de enfrentarlo
¿Cómo y por qué el
gobierno bolivariano se dejó enredar en esta madeja de actividades ilícitas
considerada modernamente como un crimen contra la humanidad? La teoría más
plausible parece reposar en la naturaleza autocrática y antiimperialista del
régimen. Desde hace décadas, regímenes con estas características, ante la
impotencia para enfrentar el poder representado por los países capitalistas,
especialmente EE UU y la Unión Europea, han sucumbido a la tentación de
atacarlo por lo que suponen son las líneas de menor resistencia de estas
sociedades: la adicción a las drogas.
Para cumplir este
cometido, que ha sido justificado como una lucha “ideológica”, no es necesario
una gran planificación, organización o gerencia, mucho menos la inversión de
grandes recursos. Sólo basta que se distiendan los controles, que la justicia
literalmente cierre los ojos para que la impunidad se imponga y esta ofensiva
indirecta y antiimperialista se abra paso. Lo que no toma en cuenta esta
simplicidad revolucionaria es el daño que le inflige a sus propias estructuras
por el hecho de que esta estrategia se fundamenta en la misma voraz codicia que
estimula el mercado capitalista.
La corrupción pues cunde
por todos los resquicios de la administración pública hasta alcanzar lo que ya
parece un punto sin retorno. Los señalamientos de organismos internacionales y
de naciones afectadas son tan persistentes y de tal contundencia que Venezuela
ha devenido en un referente obligado como uno de los centros neurálgicos del
mundo. Cuesta creer que el gobierno no vea la amenaza que se cierne, pero pareciera más bien que ha perdido el
control de la situación y se encuentra impotente como ocurre en áreas conexas
menos complejas como la seguridad ciudadana y el sistema penitenciario.
Política y drogas
El narcotráfico es una
compleja red que mezcla a traficantes de drogas y de armas con delincuentes,
crimen organizado, mafias internacionales, políticos, terroristas y
funcionarios públicos. La complicidad es el vaso comunicante de esta
madeja y al mismo tiempo el elemento crucial para, de acuerdo con la
práctica penal anglosajona, comprometer a cabecillas asediando a los que están
en la línea subordinada, ofreciéndoles inmunidad. Una táctica de gran
efectividad.
El proceso mediante el
cual el gobierno bolivariano se ha visto involucrado en esta vorágine de
acusaciones internacionales, de las cuales ya es difícil deslastrarse, se
asemeja a la de otros países que proclamaron su antiimperialismo como parte
esencial de su política exterior. La Cuba castrista se ha visto a vapores para
salirse de esta maraña del tráfico de drogas que llegó a verse como una amenaza
regional semejante a la de Manuel Noriega en Panamá.
Irán, con semejante
características, es otro caso que llama la atención como nudo del tráfico
internacional de drogas. La droga y las armas que se origina en ese país
islámico crece en paralelo con su influencia en África Occidental donde la gran
mayoría de la población de estas naciones es predominantemente islámica. Para
algunos observadores no es coincidencia las ofensivas diplomáticas desplegadas
por los gobiernos del los presidentes Chávez y Ahmadinejad en esta región
africana, donde históricamente ha tenido también una gran influencia Cuba.
Venezuela tiene el dudoso
honor de ser el origen del cargamento de cocaína más grande que se ha sido
introducido en África (en 2009 un DC-9 aterrizó en Mali con 10 toneladas de
cocaína y la nave fue posteriormente incendiada). En octubre del año pasado se interceptó
en Nigeria un buque procedente de Irán con heroína y 13 contenedores llenos de
armas ilegales incluidos cohetes, granadas y municiones. Esta actividad no ha
cesado.
Entre otra serie de
coincidencias (Irán/Venezuela/África Occidental), prolijas de enumerar, llama
la atención que el ex ministro de Relaciones Exteriores de Gambia, Bala Garba
Jahumpa, (el pasado fin de semana se dijo que Venezuela le donaba $22 millones
a este país para su red eléctrica), haya sido embajador en La Habana, posteriormente
en Teherán y finalmente en Caracas.
¿Coincidencias? se
preguntan muchos escépticos.
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