Fuente: Venezuela Analítica
De una cosa pueden estar seguros: todo lo que han hecho está consignado por "los gringos", como dice el tembloroso Bernal. Y esos no hablan pendejadas en cadenas. Las ponen
En la víspera del décimo aniversario del atentado a las torres
gemelas del World Trade Center, en Nueva York, la Oficina de Control de
Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés), del Departamento
del Tesoro de Estados Unidos, anuncia la inclusión de cuatro altos
funcionarios del Gobierno de Venezuela en la temible Lista Clinton de
terroristas internacionales.
El general de división Cliver Alcalá Cordones, el diputado del PSUV a
la Asamblea Nacional Freddy Bernal, miembro del Parlamento
Latinoamericano, Amílcar Jesús Figueroa Salazar y el funcionario del
Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), Ramón Isidro
Madriz Moreno, han sido incriminados de "actuar en nombre o
representación de la organización narco-terrorista de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en el apoyo directo de sus
actividades de narcotráfico y tráfico de armas". Esto, de conformidad
con la política exterior de Estados Unidos y la Ley de Cabecillas de
Tráfico de Drogas (Kingpin Act).
Esto no es una opinión. No es cierto que las cuatro figuras del
régimen hayan sido "tildadas" de alguna maña que las afea. Nada de eso.
Estos hombres han sido inculpados, con sus nombres completos, sus
cédulas de identidad, así como su lugar y fecha de nacimiento, de ser
"facilitadores claves de armas, seguridad, capacitación y otra
asistencia en apoyo a las operaciones de las FARC en Venezuela", como
declaró el director de la OFAC, Adam Szubin. No les están echando dedo
por tener cuentas en bancos norteamericanos con sumas de inexplicable
cuantía. Ese no es el punto. El Departamento del Tesoro los considera lo
suficientemente tontos para creer que pueden hacer negocios con bandas
criminales sin pagar las consecuencias, pero no para poner el producto
de sus trajines en instituciones financieras de Estados Unidos. Esto es
secundario. La incriminación conlleva el congelamiento de sus bienes
bajo jurisdicción de Estados Unidos, si los hubiere. Si no es allí donde
los tienen, pueden jurar que ya se los están rastreando. Pero no es de
eso que se los denigra.
Desde luego, su ingreso en la "lista de individuos especialmente
designados" les acarreará enormes dificultades para hacer transacciones
en buena parte de los bancos del mundo, con excepción del puñado de
países complacientes con el terrorismo, que, en lo sucesivo, se
convertirá en el pedazo del planeta al que los imputados tendrán que
restringirse. Sus andanzas han quedado reducidas a Cuba, Irán y algún
otro confín donde no les importe hacerse sospechosos al examen del
Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
Pero esto no se detiene aquí.
Szubin, director de OFAC, dijo con toda claridad que ese despacho
"continuará apuntando agresivamente las estructuras de las FARC en
Venezuela y el apoyo de toda la región". Esto significa que los
mencionados benefactores de las FARC tienen una carpetica en la 1500
Pennsylvania Avenue NW, en Washington, D.C., en la que cada día se
archiva un documento, una foto, una grabación. El anuncio del jueves no
fue más que el anuncio público de un proceso de investigación sostenido,
que podría seguir el mismo curso del caso Manuel Antonio Noriega, sin
necesidad de invasiones ni injerencias irregulares, puesto que los
presuntos promotores de las FARC en Venezuela no contarán con un
gobierno cómplice. En su momento tendrán un juicio justo donde quedará
establecida la verdad. Y no faltará quien salga del trance con un overol
naranja y caminando como una geisha por efecto de las esposas en manos y
pies. Es para sentir un frío en la nuca, como evidentemente ha empezado
a experimentar Bernal, lo que se deduce de su pueril reacción y de sus
intentos de arroparse con las faldas de Chávez, a quien deja salpicado
con toda intención.
En 2008, la Lista Clinton inauguró su capítulo venezolano con la
designación del ex ministro del Interior y Justicia, Ramón Rodríguez
Chacín, quien había renunciado intempestivamente a su cargo a comienzos
de la semana en que fue señalado; Hugo Armando Carvajal Barrios,
director de Inteligencia Militar (DIM) y Henry Rangel Silva, entonces
director de la DISIP. Los nombres de los siete jerarcas chavistas están
mencionados con gran frecuencia en las computadoras de Raúl Reyes y en
las indiscreciones de Iván Márquez.
De una cosa pueden estar seguros: todo lo que han hecho está
consignado por "los gringos", como dice el tembloroso Bernal. Y esos no
hablan pendejadas en cadenas. Las ponen.
msocorro@el-nacional.com
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