Por: José Rafael López Padrino
La insurgencia popular de
Libia, al igual que las ocurridas en Túnez, y Egipto, forman parte de un
acontecimiento histórico trascendental: la rebelión de los sectores populares
árabes contra los regímenes despóticos de la región. Estos hechos han puesto al
descubierto la deshonestidad y el celestinaje de muchos intelectuales que se
dicen llamar de izquierda, así como de partidos y organizaciones que se suelen
autocalificar de revolucionarias. Cínicos, que se han negado a reconocer el
derecho del pueblo libio a procurar cambios políticos y socioeconómicos tras 42
años de despotismo del gobierno genocida de Gadafi.
Entre los trogloditas que
le han brindado un apoyo incondicional a Gadafi figuran el nuevo brujo de
Miraflores, y sus compinches del Alba, quienes se aprestan a lanzar una
contraofensiva diplomática a favor del defenestrado sanguinario del desierto.
La solidaridad del tte coronel para con Gadafi confirma una vez más su
predisposición ideológica por regímenes tiránicos y totalitarios. Recordemos
que el patán de Miraflores en su discurso al condecorar a Gadafi, afirmó “Lo
que es Simón Bolívar para nosotros los venezolanos, es Muamar Gadafi para el
pueblo libio...” (09-2009). Los social fascistas bolivarianos y similares,
están obligados en contra de la verdad, a seguir afirmando que no ha existido
un levantamiento popular contra Gadafi, que éste nunca reprimió al pueblo, y
que todo ha sido un ardid muy bien montado por parte del imperialismo. Se
niegan aceptar que las masas libias se sublevaron contra una dictadura que
había cometido actos de genocidio contra su propio pueblo durante décadas.
En su defensa al régimen
libio el socialfascismo bolivariano ha intentado sostener dos grandes falacias:
1) que Gadafi era un líder antiimperialista; 2) que la rebelión desatada en
Libia no tiene nada que ver con el proceso de rebeliones antidictatoriales del
mundo árabe. En cuanto a lo primero hay que señalar que el “antiimperialismo”
de Gadafi, murió por lo menos dos décadas atrás, después de la caída del Muro
de Berlín y el fin de la Unión Soviética. En lo político El “Bolívar” de Libia
(Chávez dixit) dio un gran giro para hacerse perdonar por sus “pecados
antiimperialistas” de juventud y asociarse políticamente con el gran capital.
En lo económico, el sanguinario de Trípoli introdujo una serie de cambios
neoliberales a fin de establecer una estrecha asociación petrolera con las
potencias europeas (Francia e Italia), así como con los Estados Unidos. El
segundo argumento, que el estallido de Libia no tiene nada que ver con las rebeliones del mundo árabe, es aún más
descabellado. Es la misma teoría conspirativa a que nos tiene acostumbrado la
derecha (civil o militar): todo movimiento de masas, huelga, estallido social,
etc., es siempre obra de “agitadores” que pretenden desestabilizar al gobierno
(recordar las declaraciones de los voceros del régimen, en especial a Tareck El
Aissami). Según el tte coronel y sus vasallos las masas trabajadoras y
populares de Libia no han insurgido en contra del tirano por lograr mayores
libertades políticas y económicas, todo ha sido un montaje de la OTAN y del
imperio. Hay que ser cretino ideológico para hacer tales afirmaciones.
Este vergonzante apoyo
para con la dictadura libia quedó evidenciado en la propaganda Goebbeliana que
transmitió Telesur durante la insurrección (“Una mentira repetida adecuadamente
mil veces se convierte en una verdad”, Joseph Goebbels). Mientras, Telesur
informaba “Hay calma y grandes manifestaciones de apoyo al mandatario se han
dado en el país” y además describía la situación como de “total normalidad en
Trípoli, al igual que en el resto del país”, otras fuentes informativas
reseñaban “criminales ataques de las tropas gubernamentales a los manifestantes
en diversas localidades del país”. Esta inexplicable disparidad informativa
-según los fachochavista- fue producto de la “imposición de una matriz
mediática de las cadenas imperialistas y de la OTAN”. Inconcebiblemente la
prensa mundial -en pocas horas- había generado una gigantesca falacia
mediática: “el pueblo de Libia se levantó contra una dictadura, y Gadafi está
reprimiendo de manera sangrienta a quienes protestan”. Según los alumnos de
Goebbels, todos los corresponsales extranjeros habían sido subordinados y
disciplinados al objetivo de la campaña mediática imperial, incluyendo a los de
Al Jazeera (cadena del mundo árabe).
No hay ningún elemento
objetivo que permita afirmar que el gobierno encabezado por el Consejo Nacional
de Transición (CNT) sea un “títere” impuesto por el imperialismo. El CNT surge
como una instancia nacional en donde se han dado cita las diversas fracciones
políticas que lucharon en contra de la dictadura (incluyendo algunos exfuncionarios
del régimen).
Obviamente la ausencia de una dirección revolucionaria en el
proceso libio solo conducirá a la conquista de espacios democráticos
(derribamiento de la dictadura), más no a cambios económicos radicales.
Igualmente, no hay razones para pensar que la emergente economía Libia será
victima de la voracidad de los capitales transnacionales. Ello ya sucedió hace
aproximadamente unos 10 años, cuando el gobierno de Gadafi estableció
relaciones amplias con el mundo capitalista, permitiendo que sus grandes
transnacionales operaran ventajosamente en el país. Relaciones que fueron mucho
más allá del plano económico, como ha quedado demostrado con la publicación de
archivos secretos que revelan la intima colaboración de la CIA (servicio de
inteligencia norteamericana) y del M16 (servicio de inteligencia británico) con
el aparato de seguridad del dictador como parte de la llamada guerra
antiterrorista. Pretender explicar la caída de Gadafi como una conspiración del
imperio por el petróleo de ese país, y señalar que su derrocamiento es un
triunfo de las potencias imperiales, es toda una estupidez. Es ignorar -por
conveniencia- que el petróleo libio esta en las manos de Exxon, de Conoco, de
BP, de Italiana Petroli, de Total, de Repsol, de OM, etc. desde hace mucho
tiempo, e igualmente el desconocer la trascendencia del triunfo popular
ocurrido en ese país.
Lamentablemente el apoyo a
Gadafi por parte de algunos partidos de izquierda y movimientos sociales en
concierto con el socialfascismo bolivariano ha sido un factor nefasto de
confusión ideológica. Daña profundamente a la izquierda y la desprestigia ante
las vanguardias de todo el mundo árabe.
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