La elección de Mauricio Macri en Argentina cambiaría el mapa político regional.
La agobiada presidenta de Brasil podría tomar más distancia de Venezuela.
Sudamérica no avalaría un fraude en la elección venezolana del 6 de diciembre.
La agobiada presidenta de Brasil podría tomar más distancia de Venezuela.
Sudamérica no avalaría un fraude en la elección venezolana del 6 de diciembre.
El que sigue es un escenario que parecía poco probable hasta hace
algunas semanas, pero que tiene un 50 por ciento de probabilidades de
convertirse en realidad tras los terremotos políticos que están
sacudiendo a Argentina, Brasil y Venezuela, que podrían marcar el final
del ciclo populista en Sudamérica.
La cadena de sucesos podría darse así:
El líder opositor argentino Maurico Macri, impulsado por su
extraordinaria votación en la primera vuelta electoral del 25 de
octubre, gana la segunda vuelta electoral el 22 de noviembre. Macri
atraería una avalancha de inversiones extranjeras y aumentaría la
esperanza de que Argentina salga de su actual estancamiento económico.
Macri, severo crítico de los regímenes populistas autoritarios de la
región, ha dicho que si es elegido va a exigir que Venezuela acate las
cláusulas democráticas del Mercosur y otros acuerdos regionales. Si
gana, cosa bastante probable al momento de escribirse estas líneas, su
victoria haría grandes titulares en todas partes, y se convertiría en
una importante figura regional.
(Una versión más atenuada de este escenario sería si gana el
candidato oficialista Daniel Scioli, quien es más moderado que la
presidenta saliente, Cristina Fernández de Kirchner, y podría tomar
cierta distancia de Venezuela).
Mientras tanto, en Brasil, los fiscales podrían vincular a la
debilitada presidenta Dilma Rousseff, cuya popularidad ha caído al 9 por
ciento, con el escándalo de corrupción de Petrobras. El Congreso le
podría hacer un juicio político, que llevaría a una sucesión
constitucional, o a elecciones anticipadas. Brasil se alejaría de
Venezuela y sus aliados izquierdistas.
(Una versión menos dramática de este escenario sería si Rousseff
decide convocar un gobierno de unidad nacional para permanecer en el
cargo durante el resto de su mandato).
Estos grandes cambios en el mapa político de Sudamérica tendrían un
gran impacto en las elecciones legislativas de Venezuela del 6
diciembre. Privarían al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, del
apoyo de los mayores países de la región si decide hacer un fraude
electoral.
Con una contracción económica del 8 por ciento este año, una tasa de
inflación del 200 por ciento – la más alta del mundo– y una escasez
generalizada de alimentos, los encuestadores independientes coinciden en
que es casi seguro que Maduro perderá una elección limpia.
En las elecciones venezolanas recientes, Brasil y Argentina habían
aceptado de inmediato los resultados oficiales, disputados por la
oposición venezolana. Tal apoyo podría no darse esta vez.
Maduro podría hacer un fraude el 6 de diciembre y convocar una cumbre
urgente de la UNASUR –un grupo que hasta ahora ha respaldado a
Venezuela– para validar el resultado oficial. Maduro podría contar
todavía con el apoyo de la presidenta saliente de Argentina, quien
estará en su cargo hasta el 10 de diciembre.
Sin embargo, lo más probable sería que los miembros moderados de
UNASUR, como Chile y Colombia, solicitarían que la reunión de UNASUR se
hiciera después del 10 de diciembre, cuando la presidenta argentina ya
esté fuera de la escena. Sin un apoyo incondicional de Argentina y
Brasil –cuyo tribunal electoral ya ha anunciado que no enviará
observadores electorales a Venezuela por dudas sobre el proceso
electoral de ese país– el gobierno de Venezuela se vería en serias
dificultados para continuar por la senda autoritaria.
Si el partido de Maduro perdiera las elecciones y se negara a
reconocer un nuevo congreso opositor, podría haber suficiente consenso
en la OEA para invocar la Carta Democrática, que aboga por la defensa
colectiva de la democracia en la región.
Diego R. Guelar, secretario de relaciones internacionales del partido
de Macri, me dijo que un gobierno de Macri no validaría una elección
fraudulenta en Venezuela. Además, buscaría inmediatamente aliarse con
Brasil para negociar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, y
con el bloque de la Alianza del Pacífico formado por México, Colombia,
Perú y Chile, señaló.
Mi opinión: Una victoria de Macri podría cambiar el mapa político de
América Latina, poniendo fin a 15 años de gobiernos populistas corruptos
que han dejado a sus países en la bancarrota. Todavía no me animo a
apostar por que este escenario regional se hará realidad, pero hay una
posibilidad de 50-50 de que ocurra.
El Nuevo Herald
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