Mientras que el presidente Nicolás
Maduro sigue intentando centrar la atención de la opinión pública
venezolana en la frontera con Colombia, y por consiguiente subiendo la
temperatura de la tensión limítrofe, al interior de su país tambalean
varias cosas.
Por: Yohir Akerman
La más reciente es la pelea que está librando el ministro de Defensa,
Vladimir Padrino López, contra un difícil cáncer de próstata con
metástasis en el pulmón que lo ha obligado a internarse varias veces en
Cuba para tratar de curarse. Ojalá así sea.
La debilidad de la salud del ministro ha causado que se genere una pelea
entre distintas facciones del régimen para seleccionar al sucesor de
esta importante y crucial cartera.
En una esquina: el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello,
y en la otra: el gobernador del Estado Aragua, Tarek El Aissami. Dos
pesos súper pesados del régimen y, más preocupante aún, dos funcionarios
investigados por la justicia de Estados Unidos por narcotráfico.
Cabello quiere poner en el ministerio al general Juan de Jesús García
Toussaintt, actual comandante del Ejército, quien ha sido una ficha
clave del ex jefe de Inteligencia Militar Hugo “el pollo” Carvajal. El
pollo Carvajal está acusado formalmente por la Fiscalía del Sur de la
Florida por narcotráfico, y por eso ha sido pedido en extradición y
puesto en la lista Clinton. (Ver: Specially Designated Nationals List of the U.S. Department of the Treasury).
Por el otro lado, El Aissami intenta adueñarse de la cartera de Defensa
colocando al comandante de la Guardia Nacional, Néstor Luis Reverol
Torres, quien se encuentra en la mira de la DEA por aparecer en las
acusaciones que dio el narcotraficante Walid Makled cuando fue
capturado.
Es decir, que entre el diablo y escoja.
Porque sea quien sea, Reverol o García Toussaintt, lo que es evidente es
que la próxima cabeza del ministerio de Defensa va a fortalecer el
llamado Cartel del Sol, que es como se le conoce a la organización
conformada por militares venezolanos acusados o investigados por sus
relaciones con el narcotráfico.
Ahora bien, la relación del Cartel de Sol, que se le llama así por las
medallas en forma de sol que llevan los militares, con la tensión
limítrofe con Colombia es sencilla.
El 28 de julio de 2015, el presidente Juan Manuel Santos autorizó la
extradición de Gersaín Viáfara Mina, alias Eliseo, a quien las
autoridades de Estados Unidos consideran un testigo clave en el
narcotráfico que se realiza desde Venezuela y cuyas declaraciones
podrían evidenciar la supuesta relación de los militares del país vecino
con este delito.
Posteriormente, el 24 de agosto, el Gobierno colombiano autorizó una
segunda extradición preocupante para Venezuela, esta vez del empresario
Óscar Hernando Giraldo Gómez, quien es acusado de llevar drogas ilícitas
a Estados Unidos a través de rutas que presuntamente militares
venezolanos habrían facilitado en su país para realizar dicha operación.
Gustavo Salazar Pineda, defensor de reconocidos capos de la mafia como
Pablo Escobar, Rodríguez Gacha e Iván Urdinola, habló con La W el 28 de
agosto y aseguró ser el abogado del señor Giraldo Gómez y,
posteriormente en una entrevista con Noticias Uno, dijo que tenía
conocimiento que alias Eliseo iba a entregar a Estados Unidos
información clave sobre el narcotráfico por parte de funcionarios
venezolanos.
La extradición de estas personas se puede leer como la principal razón
que llevó al presidente Maduro a emprender la deportación masiva de
colombianos en la frontera, ya que ve esta acción como una traición del
gobierno de Colombia puesto que pone en aprietos a importantes
funcionarios y militares venezolanos.
El problema real es otro. Y es que en Venezuela hay un cáncer más
complicado que el que, lastimosamente, sufre el ministro Padrino López, y
es el de la corrupción y el narcotráfico por parte de los altos
funcionarios, que hace que ese país esté implotando lentamente.Las
victimas de esto son el pueblo venezolano, y ahora los deportados
colombianos que tienen que pagar el precio de un delito que no
cometieron, mientras que otros siguen impunes por ilícitos que siguen
cometiendo. Así de claro y así de sencillo.
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