Guerras intestinas minan el futuro del chavismo
Pese a mostrarse unidos ante el mundo, los dos principales grupos que
conforman el chavismo se baten a muerte tras bastidores, con el ala
castrista encabezada por Nicolás Maduro maniobrando para arrebatarle al
nacionalista Diosdado Cabello el control que ejerce sobre el partido de
gobierno y su influencia sobre los militares.
Fuentes cercanas a la máxima dirigencia del régimen dijeron a el
Nuevo Herald que las fisuras internas de la Revolución Bolivariana han
pasado de un período de tensa coexistencia a una etapa guerra
clandestina, conflicto que desembocará en una importante batalla el mes
entrante, cuando el chavismo se reúna para decidir su futuro en el III
Congreso Nacional del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela
(PSUV).
“Ellos están ahorita tratando de volarse a Diosdado”, dijo una de las
fuentes que habló bajo condición de anonimato en referencia a los
esfuerzos de Maduro por neutralizar los bastiones de poder controlados
por Cabello –actual presidente de la Asamblea Nacional– junto con otros
militares que acompañaron al fallecido presidente Hugo Chávez en su
intentona golpista de 1992.
“Están tratando de quitarle el partido en el Congreso del PSUV, que
lo puede perder, y le están rechazando todos los nombramientos para el
alto mando [militar] del 5 de julio [fecha donde tradicionalmente se
realizan los ascensos y se renueva la máxima cúpula militar]”, agregó.
La ofensiva de Maduro contra el ala militar del chavismo marca el
final del ordenamiento de transición pactado en La Habana por los
distintos factores de poder dentro del chavismo en las semanas previas
al anuncio de que Chávez había fallecido.
Ese arreglo, conocido en Venezuela como el “Pacto de La Habana”,
contemplaba que las riendas del país fuesen llevadas una especie de
politburó, un consejo gobernante operando bajo consenso para garantizar
la estabilidad entre los múltiples, y en ocasiones enfrentados, sectores
del chavismo, en la que Maduro le tocaba desempeñarse sólo como el
primero entre pares.
Pero Cabello siempre lució como una amenaza latente para el sector
ortodoxo de Maduro, sobre el cual el régimen de los hermanos Castro
ejerce gran influencia, debido a su vasto poder económico, su control
casi absoluto de la maquinaria del PSUV y su ascendencia sobre un
importante número de generales activos dentro del ejército.
Ahora Maduro se dispone a dejar a Cabello de lado, quien ha estado
trabajando arduamente para cohesionar en un solo bloque el ala militar
del chavismo, y los primeros pasos para comenzar a hacerlo están siendo
dados en el preámbulo del Congreso del PSUV, a ser realizado entre 26 y
el 28 de julio en Caracas.
Según las fuentes, los ortodoxos están gastando gran cantidad de
recursos dentro de las filas del chavismo para tratar de reemplazar a
Cabello en la vicepresidencia del PSUV –desde donde ejerce control sobre
el partido– con el actual gobernador del estado Aragua, Tareck El
Aissami.
Si eso sucede, y simultáneamente reemplazan sus piezas dentro del
Alto Mando Militar con oficiales más cercanos a Maduro, la posición
interna de Cabello, y del ala militar, se vería altamente comprometida,
dijeron las fuentes.
“A Diosdado le quedaría la presidencia de la Asamblea Nacional, pero
cuando culmine su término en diciembre, pasaría ser sólo un diputado
más”, dijo otra de las fuentes, con acceso directo al sector militar.
Los planes de acorralamiento del ala militarista también contemplan
la destitución del hermano de Cabello, José David, como jefe del
Servicio de Rentas Internas, conocido como Seniat, entidad que pasaría a
ser encabezada por la actual ministra de Defensa, Carmen Teresa
Meléndez, dijeron las fuentes.
Una de las acciones ya aplicadas fue la reciente destitución como
comandante general de la Aviación Militar, del mayor general Giuseppe
Joffreda, un oficial muy cercano a Cabello.
“Todos han cabeceado en algún momento, pero han llegado más o menos
al consenso de que o se unen o se hunden”, dijo la fuente con acceso a
los militares.
Los esfuerzos de Maduro por terminar de aplastar a Cabello se
producen en momentos en que el país se encuentra sumido en un período de
gran agitación política y grave crisis económica que acentúa la
inestabilidad del gobernante.
La aguda escasez de productos y galopante inflación, aunados al tema
de la inseguridad personal y el colapso de los servicios médios, han
estado agotando aceleradamente el capital político del gobernante
bolivariano, quien simultáneamente ha enfrentado casi cuatro meses
sostenidos de protestas estudiantiles y se ha visto obligado a lanzar
una feroz represión que ha erosionado la imagen del chavismo en el
exterior.
Ante este escenario, Cabello ha mantenido una actitud de espera,
aunque públicamente ha dado total respaldo a Maduro, e incluso estado
entre los dirigentes chavistas que ha adoptado una de las retóricas más
fuertes contra la oposición.
Pero el amor expresado en público por Maduro es un acto fingido, aseguran las fuentes.
“Diosdado lo que ha estado haciendo es esperar. Ha jugado a dejar
correr el tiempo, a sabiendas de que Chávez nombró a Maduro su heredero y
que contra eso no podía actuar directamente”, dijo una de las fuentes.
“Ha estado esperando que el tiempo termine demostrando que en
ocasiones Chávez también se equivocaba, y dejando que Maduro se queme
por su incapacidad frente a la economía […] porque en Venezuela el único
que está conspirando es la crisis económica”, sostuvo.
El Nuevo Herald/Antonio María Delgado/@DelgadoAntonioM
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