19/12/13
El régimen castro
comunista es un sistema que se erige como una patria en sí misma. Los
representantes de este régimen no se consideran nacionales de un país
determinado, son miembros de una sola patria: la patria castro
comunista.
A los rojos les sucede
algo similar a los judíos, quienes ven en Israel su nación y cualquier
otra tierra, a pesar de vivir en ella, no es otra cosa que un sitio de
paso, un espacio vital donde desarrollar las actividades humanas, pero
no se le considera la patria, la de ellos es Israel.
Para comprender la
efectividad del sistema castro comunista es importante percibirlo como
una empresa trasnacional que va constituyendo filiales en diversas
jurisdicciones: Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Venezuela…
quedando la casa matriz en Cuba, donde también está ubicado el
directorio principal, encargado de impartir las directrices globales.
Es fundamental
comprender la naturaleza de este sistema para lograr asimilar lo que
ocurre en nuestro país y el por qué tantas políticas, que a priori lucen
como un disparate, son perfectamente coherentes y necesarias para la
consolidación de la patria castro comunista.
La maquinaria roja está
lubricada con una de las inteligencias más sofisticadas y entrenadas que
existen sobre la faz de la tierra: el G2. Actuando desde sus
respectivas salas situacionales, los miembros del G2 trazan
absolutamente todos los escenarios que un cerebro humano es capaz de
concebir, y lo hacen para calcular anticipadamente las acciones que
deben ejecutar para neutralizar cualquier peligro latente, y
posicionarse exitosamente en el territorio ocupado.
El G2, como maestro
estratega que es, hace de la vida un tablero de ajedrez, y cada movida
de sus fichas responde a planes diseñados con astucia y conocimiento de
todas las variables implícitas.
Comprender la naturaleza
humana es la primera tarea de un buen estratega. Y junto con el sexo,
nada es más efectivo para relajar las defensas de los hombres que el
dinero. Por eso el plan de Fidel Castro de hacerse de las reservas
petroleras venezolanas fue concebido desde el mismo inicio de la
revolución cubana.
Ninguna aventura
barbuda, por más romanticismo guevarista que se le imprimiese, iba a
prosperar si no se controlaba primero el poder económico. Durante el
imperio soviético, Cuba tuvo que conformarse con jugar un rol
secundario, ser un satélite tropicalizado de los rusos, con ínfulas
colonialistas, que pudieron coronarse germinalmente en Angola, pero que
nunca extendieron sus plumas como el pavo real que Fidel Castro siempre
sintió ser…hasta la llegada del teniente coronel Hugo Chávez, esa
ilustre nulidad con el pico de plata afilado y el momento histórico
preciso.
Chávez, a pesar de sus
neuronas embadurnadas de un patriotismo caletrero de cuartel de
provincia, no fue más que un agente del castro comunismo, el “Candidato
de Manchuria” de Fidel Castro, diseñado para hacer realidad la génesis
lúdica de la Revolución cubana, la colonización de Venezuela para
apoderarse de sus reservas petroleras y transformar al castro comunismo
en la más poderosa trasnacional del crimen organizado, el centro
neurálgico donde convergen las ideologías que esclavizan a los hombres,
junto con las herramientas que se emplean para hacerlo: el secuestro
total de la institucionalidad, la promoción de la cultura mendicante y
el libre flujo de narcóticos, a través de las instituciones secuestradas
que sirven para lavar el dinero de los carteles y promover a los grupos
guerrilleros que penetran los sectores humildes, para corromperlos
desde sus entrañas.
Al hacerse del dominio
de PDVSA, el castro comunismo logró el arma perfecta para avanzar en sus
planes de conquista del territorio venezolano. Con dinero prácticamente
infinito y comprendiendo las debilidades de la naturaleza humana, la
penetración de la sociedad criolla pudo hacerse sin disparar una sola
bala, sin tener que fusilar a nadie, solamente bastaba hacer las
correspondientes transferencias bancarias y así la música que sonaría
siempre sería el canto de sirena de la trasnacional roja.
El “ÚAH Chávez no se
va”, entonado a todo pulmón por los “magistrados” del Tribunal Supremo
de Justicia; también esas lágrimas de dolor sincero saliendo por los
ojos de los directores del Consejo Nacional Electoral en los “funerales
de la Chancleta” (léase los de Chávez); junto con los remitidos del
Centro Carter y de César Gaviria silenciando los fraudes más siniestros;
coronando con la infiltración del sector opositor, primero colocando
agentes en la Mesa de Negociación y Acuerdos, luego aumentándolos en la
Coordinadora Democrática y finalmente perfeccionándolos (en
sofisticación de la mentira) con la MUD; el castro comunismo colonizó a
Venezuela sin disparar una sola bala.
Y como el G2 no se chupa
el dedo, supo desde el primer día que sería necesario diseñar una obra
de teatro potable para la comunidad internacional y también para los
incautos venezolanos, aquellos que no son cómplices conscientes de la
transnacional castro comunista, pero que era vital conquistar por la vía
del engaño.
Y así entendió el G2 que
la narrativa democrática tenía que ser el guion de la comidilla, montar
una obra de teatro verosímil donde todo luciera como un sistema de
libre elección, donde cada venezolano pudiera participar sin comprometer
su educación judeocristiana y sus enseñanzas democráticas.
Penetrando al sector
opositor, el castro comunismo logró posicionar a varios de sus agentes
más sofisticados, a quienes proporcionó fondos generosos para mantener
activos medios de comunicación de amplio alcance, y así transmitir y
consolidar la matriz de opinión necesaria para sus planes de conquista.
Y esta prensa escrita,
radio y televisión, durante años fue trabajando sutilmente las mentes de
los venezolanos, amansada endemoniadamente con otro diablo talentoso:
el control cambiario, que justificó la institucionalización de un
sistema como CADIVI, el divino colchón que le brindó comodidad a muchos
sectores criollos, nutriendo la ilusión de bienestar que era vital para
ganar tiempo, mientras sucedía la colonización total.
Ese narcótico llamado
CADIVI drogó el alma rebelde de las capas profesionales y altas del
país, facilitándoles un tren de vida más parecido al capitalista que al
comunismo de los libros de historia y de las sociedades fantasmagóricas
como la cubana. La ilusión hecha delirio acalló voces contestatarias y
propagó un gas invisible que penetró el cerebro de la mayoría de los
articulistas de prensa, analistas políticos y periodistas, quienes en
lugar de captar el horror de la trasnacional roja, se limitan a observar
y analizar la ilusión creada por ésta, como si el mundo ficticio
diseñado por el G2 cubano no fuera una obra de teatro para engañar a la
colectividad mientras la coloniza.
El 07 de octubre fue
apoteósico para la trasnacional roja. Con su Candidato de Manchuria a un
suspiro de la muerte, neutralizó toda reacción a las costuras visibles
de su farsa, inmortalizando su figura para metamorfosearla en tótem de
culto, la droga más efectiva para cultivar una fanaticada descerebrada
que repita robóticamente sus proclamas, a la orden para ejecutar las
estrategias trazadas en las salas situacionales del G2.
Al morir Chávez, fue
reemplazado por el nuevo Candidato de Manchuria, un colombo venezolano
accidental, lavado cerebralmente por la mismísima casa matriz de la
trasnacional roja en tierra cubana y entrenado espartanamente para que
sus neuronas tengan como única patria al castro comunismo.
Y quince años no son
pocos. Durante ese período el G2 corrigió muchos errores y logró que su
teatro tuviera la narrativa idónea, interpretado el guion por actores de
lujo, bien educados para que el engaño incluyera las dosis de verdad
necesarias para el cumplimiento cabal del objetivo.
En el escenario de la
democracia venezolana - porque así se llama la ilusión - la oposición a
la trasnacional roja tenía que lucir creíble, porque sobre todas las
cosas era necesario que se mantuviera como la única oposición al sistema
castro comunista… la oposición manejada a control remoto desde el seno
del G2 cubano.
Y entonces vino el 14 de
abril y el imperativo de hacer de ese día la obra maestra del engaño,
la movida del maestro ajedrecista que sabe que para matar al rey se hace
necesario sacrificar muchas fichas subalternas, haciendo la ilusión tan
real que brille en los ojos incautos como una verdad suprema.
La cantata de fraude era
esencial, porque no podía colocarse en el tablero al nuevo Candidato de
Manchuria de la trasnacional roja, sin sufrir primero el calvario de su
cuestionamiento, ya que a través de esa duda se secuestraría el ánimo
rebelde sobreviviente de la sociedad. Únicamente capitalizando el
descontento, podía el castro comunismo atraparlo en sus redes, para
apaciguarlo y volverlo agua…y eso fue el 14 de abril y los meses
subsiguientes…hasta el 8 de diciembre, día en que se silencia
absolutamente la cantata del fraude, y se remata el posicionamiento en
el escenario del nuevo Candidato de Manchuria de la trasnacional roja.
El 8 de diciembre de
2013 el castro comunismo concede victorias a su oposición mecánica. Con
porcentajes infinitesimales de diferencia, inclusive se sacrifica
alfiles como Barinas, y se permite que un partido político insurgente se
lleve un buen puñado de fichas rojas, con el solo objetivo de tener
preparado al sustituto del rey opositor, que hoy se tambalea en las
casillas del tablero de ajedrez dominado por el G2.
Y para hacer más mella
del alma rebelde que aún pudiera sobrevivir en la sociedad colonizada,
la trasnacional castro comunista organiza una reunión en Miraflores para
dejar bien claro quién es su agente preferido, para que no quede dudas
que el nuevo Candidato de Manchuria de los rojos es el actor protagónico
de la comidilla, de esa obra de teatro que ha transformado a Venezuela
en Cubazuela y a un gran porcentaje de venezolanos en cubazolanos.
La colonización de
nuestro país por la trasnacional castro comunista es un hecho
irrebatible. Hoy podemos afirmar que Venezuela está secuestrada por un
sistema foráneo que vino para quedarse, transformando a una nación libre
en tierra de esclavos, de seres autómatas que cada vez ambicionarán
menos su libertad, conformándose con una igualdad mendicante, donde
desaparecen las diferencias naturales - tan irritantes y odiosas para
muchos- igualándose todos en su condición de nada.
La única esperanza
residual es que todavía sobrevivan almas rebeldes, que no hayan caído en
el embrujo de la ilusión democrática y no sean público inconsciente de
la obra de teatro montada por el G2 cubano; que estén dispuestas a
luchar, uniéndose en una resistencia inteligente de dignidad y honor que
logre imponerse a la trasnacional castro comunista y sus demonios
disfrazados de petrodólares.
¿Existe esta resistencia? Solo el tiempo dará la respuesta.
Mientras tanto aquí no hay patria…salvo la patria castro comunista de la trasnacional roja.
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