Apenas Henrique Capriles, el excandidato presidencial de la
oposición venezolana y actual gobernador del estado Miranda anunció que
viajaría a Chile y a Perú esta semana para reunirse con líderes
políticos y medios de comunicación de ambos países, el chavismo activó
su estrategia de ataque.
El jueves organizaron una manifestación frente a su sede de trabajo
en Caracas, (marginal en asistencia), desde los medios de comunicación
oficialistas le lanzaron varios dardos a él como figura y resaltaron que
la expresidenta, y nuevamente candidata, Michelle Bachelet no lo
hubiera recibido por falta de tiempo.
El resto de los medios de comunicación venezolanos tampoco han
registrado con mucho bombo la reunión de Capriles con el presidente
Sebastián Piñera, que no tendrá lugar en el Palacio de la Moneda este
viernes. Tampoco dijeron nada de su encuentro con diputados de la
comisión de Relaciones Exteriores del congreso de ese país, la alcaldesa
de Santiago de Chile, el arzobispo metropolitano de la ciudad y
ciudadanos venezolanos que viven en Santiago.
Lo que sería noticia sobre cualquier político opositor que viaja al
exterior a criticar al gobierno de un país no lo es para muchos de los
medios nacionales, sobre todo la televisión, que han dejado de “cubrir”
muchas de las acciones de Capriles. Desde que la cadena de noticias Globovisión,
abiertamente opositora, fue vendida luego de las elecciones, Capriles
se quedó sin plataforma mediática permanente, pues los nuevos dueños,
buscando mayor equilibrio, tomaron la decisión que no volverían a
transmitir declaraciones políticas en vivo.
Como alternativa, en un país donde se gobierna y se hace política
por televisión, Capriles lanzó Capriles.tv por Internet, en donde le
habla en directo todos los martes a medio día a los venezolanos sobre
temas coyunturales y aprovecha para atacar al gobierno de Maduro. El
programa, en formato mesa redonda, que comparte con cuatro periodistas
invitados, no ha tenido mucha acogida. No hay un contraste de puntos de
vista, no hay diálogo con los invitados, y así el programa termina
siendo un monólogo de Capriles poco entretenido.
Tribunales alineados
El ahorcamiento informativo no ha sido la única manera como en
Venezuela le han ido recortando espacios a la oposición, que cantó
fraude luego de las elecciones del pasado 14 de abril, y pidió una
auditoría ante el Consejo Nacional Electoral para comprobarlo.
El CNE se negó a entregar los cuadernos de votación, como lo había
solicitado la oposición para demostrar si había votado una misma persona
dos veces o si hubo suplantación de votantes con extranjeros o
personas, que a pesar de estar en el registro electoral, están muertas.
Ante la negativa del CNE de hacer la auditoría con todos los elementos,
Capriles y la Mesa de Unidad, que aglutina a los partidos que lo
acompañaron en su candidatura, impugnaron los resultados ante el
Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).
En su demanda, Capriles pidió que se repitieran las elecciones
totalmente, argumentando no solo las denuncias de un supuesto fraude
sino también atropellos e intimidación contra votantes y abuso de los
recursos del estado en la campaña oficialista, lo que le permitió tener
una posición ventajosa durante la contienda a Nicolás Maduro. La MUD
también presentó una impugnación parcial de las elecciones en 5720 mesas
de votación.
Además, la oposición recusó inicialmente a tres de los magistrados
de la sala Electoral del tribunal por su militancia en el chavismo. El
TSJ decidió que la sala Constitucional asumiría el caso, saltándose a la
sala Electoral, a quien le competía estudiarlo en primera instancia. La
oposición entonces recusó también a la sala Constitucional, pero el TSJ
negó la recusación el miércoles, justo cuando que Capriles salía de
gira internacional.
El TSJ tampoco ha dicho aún si admitirá la demanda y abrirá un
proceso. “Seguir evadiendo una respuesta crea una sombra cada vez mayor
en el TSJ”, dice Ramón José Medina, abogado y representante de la MUD
quien ha liderado las acciones legales de la oposición.
Si el TSJ tarda más de tres meses en abrir el caso o se niega a
estudiar no solo la demanda de Capriles y de la MUD, sino también la de
otros ciudadanos que han presentado recursos, la oposición venezolana
planea acudir a las cortes internacionales, y en ese sentido, es
importante el lobby político que puedan hacer con giras en el exterior.
Pero la misma oposición sabe que es internamente donde, en últimas,
tienen que resolver la crisis política.
Capriles no se arrepiente de su decisión de haberle pedido a la
gente que caceroleara desde sus casas y no en las calles. Cree que lo
peor que pueden hacer los venezolanos ahora es desesperarse. “En el
camino vienen otros proceso que podemos activar. Ahora están las
elecciones locales y aquí tiene que primar la estrategia y la razón. Hay
que comerse la torta a pedazos para que no se vayan a indigestar”, dice
Capriles.
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