Por primera vez a sus 95 años, Margot
Wölk relata sus años junto al líder nazi. ”Era un cerdo”, dice. Fue
violada hasta quedar estéril y sus compañeras murieron asesinadas
Wölk ha aprendido con el tiempo a
disfrutar de nuevo de la comida y sólo ahora, 68 años despues de la
muerte de Adolf Hitler, dice lo que le provocaba pensar que cualquier
bocado podía ser el último.
La mujer, que vive en el oeste de
Berlín, en el apartamento donde nació, fue reclutada a los 24 años por
las SS nada más instalarse en casa de su suegra, en la idílica localidad
de Gross-Partsch, en Prusia Oriental (hoy Polonia), según publica este
lunes la edición digital del semanario “Der Spiegel”.
“El alcalde del pueblecito era un viejo
nazi. Nada más llegar allí, ya tenía a las SS delante de la puerta
anunciándome: ‘¡Tú vienes con nosotros!’”, recuerda Wölk.
La joven secretaria había huido del
apartamento de su familia, destrozado por las bombas, para aterrizar,
desafortunadamente, a sólo dos kilómetros y medio de la localidad donde
el “Führer” había instalado su cuartel general, la Wolfsschanze (guarida
del lobo).
“Nunca había carne, porque Hitler era
vegetariano. La comida era buena, incluso muy buena, pero no la podíamos
disfrutar”, pues existían rumores de que los aliados pretendían
envenenar al dictador nazi, explica la anciana.
Cada día, a las ocho de la mañana, la
mujer era recogida por los esbirros del “Führer” de casa de su suegra y
trasladada junto a otras jóvenes a una construcción de barracas en la
que varios cocineros, repartidos en dos plantas, preparaban la comida
para el cuartel general.
El personal de servicio traía bandejas y
fuentes con verdura, salsas, pasta y frutas exóticas que debían ser
catadas por las muchachas y Wölk se veía obligada cada día a poner su
vida en juego por un hombre al que detestaba profundamente.
No obstante, la mujer jamás pensó en
huir, pues no tenía a dónde: el apartamento familiar en Berlín había
quedado dañado por las bombas aliadas, su marido Karl estaba en el
frente y desde hacía dos años no tenía noticias de él, por lo que le
daba por muerto.
Al menos en Gross-Partsch tenía a su suegra y una cama en la que dormir.
Con el atentado del 20 de julio de 1944,
en el que el “Führer” apenas se hizo “un par de morados”, lamenta Wölk,
los nazis extremaron las medidas de seguridad en torno al cuartel
general y las catadoras fueron obligadas a abandonar sus casas e
instalarse en una escuela vacía en las proximidades de la Wolfsschanze.
“Nos tenían encerradas como animales y
nos vigilaban”, explica la mujer, que además fue violada por un “viejo
cerdo” oficial de las SS, según relata con la voz cargada de desprecio.
Cuando el Ejército Rojo se encontraba a
pocos kilómetros del cuartel general de Hitler, un teniente la sentó en
un tren rumbo a Berlín y le salvó la vida, pues más tarde Wölk se enteró
de que sus 14 compañeras catadoras fueron fusiladas por los soviéticos.
Logró salvar la vida una segunda vez,
cuando el médico que la acogió en Berlín negó a las SS, que la fugitiva
que buscaban se encontrara en su consulta.
No obstante, al regresar a su
apartamento de Berlín, cayó en manos del Ejército Rojo y fue brutalmente
violada durante dos semanas, hasta el punto de que las graves lesiones
le impidieron tener hijos más tarde, explica con dolor.
“Estaba tan desesperada. Ya no quería
vivir”, susurra la anciana, quien recuperó la esperanza y las ganas de
vivir cuando en 1946 se reencontró con su marido Karl, con quien
compartió a partir de entonces 34 bonitos años.
Wölk sonríe cuando recuerda a su marido:
no es una mujer amargada, al contrario, se ha puesto guapa y se ha
maquillado para la entrevista.
Durante años no quiso hablar sobre lo ocurrido en Gross-Partsch, aunque nunca dejó de tener pesadillas.
Sólo el pasado invierno, cuando recibió
la visita de un periodista local con motivo de su 95 cumpleaños, decidió
romper su silencio y hablar públicamente sobre los peores años de su
vida.
“Únicamente quería decir lo que ocurrió, que Hitler era un tipo asqueroso. Y un cerdo”, concluye.
infobae.com
0 comentarios:
Publicar un comentario
Haga su comentario