Piden que la presidente Dilma Rousseff envíe un mensaje a Chávez: Brasil no aceptará un autogolpe que suspenda las elecciones.
Sergio Fausto, Director Ejecutivo del Instituto Fernando H. Cardoso,
advierte que sólo Chávez y los suyos están en capacidad de lanzar un
golpe en Venezuela.
Sergio Fausto, politólogo brasileño, Director Ejecutivo del
"Instituto Fernando Henrique Cardoso", publicó el 23ABR12 en el diario O
Estado de Sao Paulo, el artículo "Venezuela em risco de golpe: hora de
dizer não". A continuación una versión español de dicho artículo:
Venezuela en riesgo de golpe: hora de decir no
Por: Sergio Fausto
No queda duda que el estado de salud de Hugo Chávez se agravo. El
mismo admitió el hecho al implorar públicamente a Jesús que no se lo
llevase todavía. El dramático apelo se dio al inicio de este mes de
abril, en misa televisada para todo el país. La hipótesis de que él no
tenga condiciones físicas para disputar las elecciones de octubre dejó
de ser posible para tornarse probable.
Así, ha surgido en el horizonte el espectro de la alternancia en el
poder, el mayor temor del chavismo. De hecho, si las encuestas sirven de
indicativo a esta altura, seis meses antes de las elecciones,
cualquiera de los candidatos del gobierno, salvo Chávez, sería derrotado
por Henrique Capriles, el candidato de las oposiciones.
Para un movimiento político que se apoderó del Estado, agitándolo y
transformándolo en instrumento para el ejercicio arbitrario del poder,
aúnque bajo la fachada de un régimen constitucional y democrático, esa
es una perspectiva aterrorizadora. Para algunos, inaceptable.
Aún en noviembre del 2010, el general Henry Rangel, jefe de la cúpula
de las Fuerzas Armadas, dijo con todas las letras, en entrevista a la
prensa, que en caso de victoria de la oposición el pueblo y los
militares se rebelarían. Chávez no sólo no lo condenó, sino que lo
promovió a un grado más alto en el generalato. En enero del 2012, lo
nombró Ministro de Defensa. Semanas atrás, el general Henry Rangel
volvió a declarar inaceptable la victoria de la oposición.
Chávez afirmó que la aceptaría, sin reprender, no obstante, al
subordinado. Al mismo tiempo, el presidente venezolano vocea la idea de
que la oposición, con ayuda de EEUU, planea promover una convulsión
social para justificar un golpe de Estado. Como parte de ese
escenografía política, formó un comité civil-militar con el supuesto
objetivo de evitar una subversión opositora. Y ordenó a los servicios de
inteligencia que vigilasen a gobernadores y alcaldes de la oposición,
así como a los comandantes de sus respectivas fuerzas policiales, para
evitar que llevasen a cabo el supuesto plan de desestabilización
política.
Todos esos hechos fueron ampliamente informados por la prensa. A
ellos se suman indicios igualmente preocupantes. En un artículo
reciente, el periodista venezolano Nelson Bocaranda afirmó que hubo en
La Habana una reunión entre oficiales de la alta cúpula de las Fuerzas
Armadas de Venezuela y dirigentes del régimen cubano, entre ellos el
propio Raúl Castro. Los participantes del encuentro habrían discutido la
hipótesis de emplear las Unidades de Protección al Presidente, fuerzas
especiales directamente ligadas Chávez, entrenadas y/o conformadas por
cubanos, para realizar actos de provocación que serían atribuidos a la
oposición y justificarían una intervención militar para mantener el
régimen chavista. No cuesta recordar que Cuba depende vitalmente de la
ayuda económica de Venezuela y que los cubanos conocen exactamente el
verdadero estado de salud de Chávez. O sea, están interesados en
mantener el régimen y saben que está en peligro.
Si no podemos afirmar con certeza la veracidad de lo que escribió
Bocaranda, por otro lado no puede haber duda que algún tipo de
intervención militar en los próximos meses es una hipótesis real en
Venezuela. Y si ella ocurre, será por las manos del chavismo, con o sin
su líder al comando del proceso, por la simple razón de que hoy la
oposición, incluso sus sectores menos democráticos ahora minoritarios,
no dispone de apoyo en las Fuerzas Armadas ni del auxilio de "milicias
populares". Las armas están con Chávez y los suyos.
Es difícil imaginar que una intervención armada logre producir un
gobierno, para no decir un régimen, capaz de perdurar en el tiempo.
Probablemente el poder emergente tendría vida corta, pero con certeza
lanzaría a Venezuela en una escalada de inestabilidad y violencia que
haría palidecer, por la duración e intensidad, los recuerdos del caos
provocado por el "Caracazo" en 1989.
En aquella ocasión, la capital del país quedó con las piernas hacia
arriba en medio de una revuelta popular contra la política económica del
entonces presidente Carlos Andrés Pérez, al final duramente reprimida
por la policía y el Ejército, dejando muertos y heridos. Esta vez,
habría el enfrentamiento entre dos bloques sociales y políticos
completamente antagónicos, fracturando la sociedad y a las Fuerzas
Armadas, en un país donde la violencia y la proliferación de armamentos
ya alcanzaron niveles alarmantes.
Venezuela tiene 30 millones de habitantes, y es un gran exportador de
petróleo, tiene una de las mayores reservas probadas de combustible
fósil en el mundo y es la cuarta mayor economía de Suramérica. Lo que
acontezca en ese país tendrá repercusiones en la región. Durante el
gobierno de Dilma Rousseff, Brasil ha mantenido una actitud de mayor
distanciamiento en relación a Chávez y a lo que representa, a pesar de
la proximidad con el gobierno venezolano de su asesor especial para
Asuntos Internacionales, Marco Aurélio Garcia. Son próximas también las
relaciones de José Dirceu (dirigente del partido oficialista PT. Nota de
Noticias Clic) con personajes del régimen chavista.
Llegó la hora de que Brasil envíe un mensaje a Hugo Chávez y a los
suyos: el gobierno brasileño no se quedará quieto y pasivo su hubiese,
sea cuan sea el justificativo, un intento de golpe o de autogolpe para
evitar el normal desenvolvimiento del proceso electoral, ya de por sí
muy comprometido por las arbitrariedades del régimen chavista.
La presidente Dilma sabrá evaluar el modo y los medios para enviar
ese mensaje. Podría tomar una iniciativa aislada o coordinarla con otros
jefes de Estado suramericanos, en especial con el hábil y capaz
presidente Juan Manuel Santos de Colombia, país vecino e importante
socio comercial de Venezuela. Podría incluso valerse de los buenos
oficias de sus auxiliares y compañeros de partido que influyen en la
intimidad del actual gobierno venezolano. Lo único que no puede hacer
Dilma es ser omisa en la grave hora que vive Venezuela.
Traducción: Noticias Clic.
http://www.noticiasclic.com/venezuela-em-risco-de-golpe-sergio-fausto
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