La alianza entre las Farc y el Eln

León Valencia

Veo que el ministro de la Defensa, Gabriel Silva, le ha restado importancia al comunicado en el cual las Farc y el Eln anuncian una alianza política y militar. Dice el Ministro que eso demuestra la debilidad en que se encuentran. No hay duda de que esa es una de las motivaciones.

Pero hay otras: superar el agudo enfrentamiento que tenían en algunas regiones; unir fuerzas para criticar y confrontar la utilización de bases militares colombianas por parte de los Estados Unidos; aprovechar las tensiones que existen entre Colombia y Venezuela.

Hay, además, una nueva realidad, que ha hecho más urgente y necesaria esa unidad: estas dos guerrillas comparten territorios en la Cordillera Central y en las fronteras con Venezuela y Ecuador, donde se encuentran los más preocupantes escenarios de guerra en la actualidad.

El debilitamiento de sus estructuras en estos siete años de seguridad democrática no tiene ninguna discusión. Las mismas guerrillas lo reconocen. Pero los éxitos tienen también su reverso. Las Farc han sido tremendamente golpeadas en la Cordillera Oriental y expulsadas de Bogotá y Cundinamarca.

Pero su respuesta ha sido recostar sus fuerzas a las fronteras y crear un nuevo teatro de operaciones en la Cordillera Central, entre los departamentos de Huila, Tolima, Cauca, Nariño y Caquetá. La alianza con el Eln apunta a forjar una estrategia que les permita salir de la situación defensiva en que se encuentran.

Con la declaración de unidad, las guerrillas ponen fin a una feroz lucha por territorios y por rentas en Arauca y Nariño, que había arrojado centenares de muertos y que había facilitado la ofensiva de las Fuerzas Militares. No se debe subvalorar este hecho.

Ahora bien, la utilización de las bases militares colombianas por los Estados Unidos y los vientos de guerra que soplan entre Venezuela y Colombia fueron el mayor acicate que tuvieron las guerrillas para volver a los viejos tiempos de acciones conjuntas.

Tanto las Farc como el Eln han agitado su imaginario antinorteamericano y sueñan que una vez se instalen estas bases en territorio colombiano también se avivarán estos sentimientos en una franja importante de la población colombiana. Piensan que será una ocasión especial para presentarse como los grandes defensores de la soberanía nacional y se aprestan a jugársela toda en la oposición a estas bases.

Han encontrado en Venezuela y en los demás países de la región unos aliados importantes en esta tarea. De hecho, la firma del acuerdo ha significado una escalada de agresiones por parte de Venezuela y un mayor aislamiento del país en la región.

La hipótesis de que las guerrillas colombianas tomarán partido por Venezuela si se inicia una confrontación entre los dos países no es descabellada. La inteligencia militar colombiana, que ha esbozado esta idea, tiene fundadas razones para pensar así. El argumento será precisamente que quien ha vendido la soberanía nacional es el presidente Uribe al permitir las bases norteamericanas en nuestro territorio.

Pero las guerrillas no están quietas esperando a que reviente la confrontación militar entre los países. Quieren aprovechar las tensiones previas para acumular fuerzas en las fronteras y la unidad les permite dar un salto en esta perspectiva.

Es una verdadera ceguera pensar que la alianza entre las Farc y el Eln no tiene un significado especial. Una lectura juiciosa de su comunicado deja ver que sus intenciones son mejorar su capacidad de combate, salir de la crisis en que se han visto envueltos por la arremetida de la seguridad democrática, superar el agudo enfrentamiento que tenían en algunas regiones, agitar una posición nacionalista ante Estados Unidos y prepararse para una eventual confrontación entre Venezuela y Colombia.

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