22/8/14
Sin habérmelo propuesto,
tuve la oportunidad de conversar con un grupo de políticos jóvenes,
que forman parte de la dirigencia de los partidos tradicionales -esas
organizaciones añejas que todos conocemos. Debo confesarles, que después
de oírlos siento una gran preocupación. No me estoy refiriendo a
nuestros jóvenes estudiantes, esos muchachos valientes que salieron a
dar la cara para reclamar, protestar y expresar su disconformidad ante
lo que vivimos. Me preocupan los otros, los políticos jóvenes, porque no
veo en ellos las características más resaltantes -o las que siempre
salen a relucir- cuando se habla de juventud: rebeldía, arrojo,
atrevimiento, disconformidad, un toque de locura, ideas irreverentes e
incluso, por qué no, desobediencia. Nuestros políticos jóvenes no evitan
los senderos tradicionales. Se comportan y hablan como los políticos de
antaño. Pero, dentro de las muchas cosas que me preocupan, una de las
que más me inquieta es ver que los políticos jóvenes, sin importar a qué
partido pertenecen, no hayan decidido motus proprio tomar decisiones:
una conducta inaceptable que los entrampa porque terminan cayendo en las
garras de los viciados, tóxicos y perversos políticos enquistados en
los partidos, que hacen envejecer el pensamiento juvenil.
Me resulta alarmante
que, por ejemplo, una diputada haya sido vilmente expulsada de su puesto
en la Asamblea Nacional y eso no haya conmovido a ningún político joven
quien, en apoyo, hubiera podido plantarse frente al hemiciclo,
protestar y presionar hasta ver de vuelta a María Corina en su curul.
¿Hasta qué punto está realmente la juventud política de los partidos
tradicionales conmovida por el encarcelamiento de Leopoldo López, preso
en una cárcel militar, y cuyo proceso evidencia uno de los más grandes
atropellos de la elemental legalidad? Estamos muy mal si, los políticos
jóvenes, no tienen ideas propias y siguen sólo la línea partidista,
¿dictada por quién? ¡Por los dinosaurios de siempre! El proyecto
político de la MUD forma parte de un geriátrico, cargado de ideas viejas
y arrugas. Y los políticos jóvenes creen que, para poder tener alguna
relevancia y participación, tienen que hacer vida en estos partidos
geriátricos.
Los jóvenes tienen que
hacer política no como se hacía antes: con un afán de figurar. La
política de hoy no debe ser teatral y posada; mucho menos una búsqueda
incansable de centímetros en los periódicos o unos minutos de radio.
Hacer política, tiene que ser una tarea auténtica, verdadera,
comprometida, que tenga relevancia, que logre conectarse con lo que
siente la mayoría de la sociedad civil, cansada de eso: de las poses y
los discursos tradicionales.
Cuando lamentablemente
oigo una declaración de los representantes de la MUD, lo primero que
noto es la falta de empatía con el protagonista –o víctima- de turno:
comienzan a aparecer unas especies de fantasmas del pasado, que
neutralizan las ideas propias y cercenan la creatividad. Existe una
comunidad democrática que está reclamando que esos jóvenes políticos que
están en los partidos tomen el control y la bandera, y no estén más
tras bastidores. Lo triste de todo esto es que se está desperdiciando la
oportunidad, irrepetible quizá, de la absoluta mediocridad en la
conducción del país, que es la que les facilitaría a esos jóvenes
políticos opositores la posibilidad de asumir las riendas del cambio.
Pero, para eso hace falta perderle el miedo a la verticalidad de la
línea partidista que los controla. No es posible que por mezquindad
política se castren a estos jóvenes políticos, que abundan y llegan a
los partidos con ideas propias y buenas; pero, que terminan sumisos ante
los dictámenes de los caudillos.
Es insólito que la MUD
nos exhorte a que los acompañemos a la próxima derrota electoral, y los
políticos jóvenes no se atrevan a llevarle la contraria. ¡Necesitamos
unos políticos jóvenes que se arriesguen a alzar su voz! ¿O es que acaso
nada les conmueve? ¿Qué hace falta para que les llegue la rebeldía y
rompan con el esquema? ¿Cuántos casos y procesos judiciales ha habido en
los últimos años que son aberrantes e inaceptables para cualquier
sociedad democrática, casos que no tienen justificación alguna, y los
políticos jóvenes roncando porque los dueños de la MUD tienen que
dormir? Si ellos forman parte de esa oposición política cómplice es
importante que lo digan de una vez. No sé si los partidos tienen tanta
capacidad de absorción que logran que los políticos jóvenes se alienen y
no se sintonicen con la sociedad civil. Esos partidos de la MUD lo que
han demostrado es el más absoluto desprecio hacia esa colectividad que
reclama acciones más que elecciones.
¿Tienen miedo los
políticos jóvenes de soltar las banderas y emblemas de los partidos de
siempre? El hecho es que ninguno está interpretando lo que quiere la
sociedad civil. ¿Por qué tienen que permanecer encarrilados en la línea
partidista? Recuerden que el tiempo en política transcurre veloz: o
actúan ahora o se transformarán, antes de que ellos mismos se den
cuenta, en pasado.
Ya todo el mundo sabe
qué tipo de gobierno tenemos en Venezuela ¿hasta cuándo los políticos
jóvenes se prestan para que los viejos políticos le sigan dando oxígeno?
A mi juicio, es grave. Esto evidencia que la dirigencia política
partidista opositora está envejecida. Necesitamos que los políticos
jóvenes comprendan lo que está pasando y se proyecten como los
auténticos intérpretes de lo que quiere y necesita el país.
El modelo opositor
político actual se quemó. Los jóvenes tienen la responsabilidad de
separarse de esos dirigentes llenos de telarañas. Tomen de ellos la
experiencia; pero, establezcan sus propios criterios. Lo de antes, es
clavo pasado. Hoy no sirve, y eso, queda más que demostrado.
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