Por: FERNANDO FACHINI B.
FUENTE IMPACTOCNA Capriles apurruña a carnicero del Tachira Vielma Mora |
-Albert Camus dijo: “No tengo ni idea
de si el azar determina nuestras opiniones políticas. Pero lo que sí sé
es que no escogemos por azar aquello que nos deshonra”
-El régimen, mediante humillaciones y
agresiones múltiples, inclusive tortura y asesinatos, nos ha hecho
perder el control de nuestras vidas
El colaboracionismo, en política, es colaborar con el enemigo y se
asimila a la traición, a la incoherencia y a la carencia y humillación
de la ética política. Eso es disfrazar el concepto de diálogo, por
cuanto colaborar con el enemigo a cambio de protección, impunidad,
notoriedad, coacción, miedo o dinero, es traición a la democracia y a la
dignidad de los carabobeños..
El humillante colaboracionismo político se traduce en disimulada y
bochornosa capitulación contra el sentimiento liberacionista de la
sociedad, donde, parodiando a Betancourt, digo: No podemos aceptar ser
peones en el tablero de ajedrez del oficialismo. ¿Cómo puede haber
diálogo sincero y decente en lo económico entre dos personas donde, una
es cómplice de la destrucción del país y del aparato productivo y el
otro nunca ha sido inversionista, comerciante o siquiera dirigente
gremial de la economía? Creo que eso no pasa de un encuentro de dos en
una barra entre abrazos y copas.
Es lamentable pero hay que reconocer que la estructura política
tradicional esta resquebrajada, no es funcional, no responde a los
nuevos retos económicos, políticos y sociales que vive el país; presenta
un trágico escenario de ruptura militante, la conformación de unas
tribus colaboracionistas y su alejamiento de la doctrina democrática.
Si la sociedad y la democracia están enfermas, si no funcionan y por
ello no termina de consolidarse la unidad, es causa de la difusión de
los partidos políticos, por cuanto sus dirigencias se encuentran en el
último lugar de credibilidad y confianza, con un contundente rechazo
social, con sus muy contadas excepciones.
Los partidos políticos, por definición, debieran ser los intérpretes y
promotores de la participación ciudadana, contribuir a la integración de
la representación social para lograr la necesaria unidad contra el
régimen genocida; la función de los partidos no es otra que la de
articular las demandas sociales y sus soluciones; sin embargo, de la
teoría a los hechos hay profundos vacíos que evidencian la crisis que
atraviesan los partidos políticos, allí prevalecen la intereses de las
tribus burocráticas parasitarias, instaladas cómodamente en el plano del
humillante colaboracionismo acrítico, mediante un falso diálogo
disimulador de la genuflexión política en vista la cercanía de
elecciones parlamentarias.
En definitiva, la línea de capitulación política es contraria a los
principios democráticos del venezolano, se abandona la sociedad y se
capitula ante el gobierno sin recordar que la filosofía oficialista
inspirada en el castrismo no se compagina con la estructura democrática
del estado venezolano, como bien lo dijera Betancourt.
La capitulación colaboracionistas comentada es el resultado de la
corrosiva función de la humillación política a la cual estamos sometidos
todos los venezolanos, una deliberada imposición de pérdida total de la
ética, la libertad, el control y desarrollo de nuestros principios e
intereses vitales.
El régimen, mediante humillaciones y agresiones múltiples, inclusive
tortura y asesinatos, nos ha hecho perder el control de nuestras vidas,
estamos sumergidos en un proceso de carencias y amoralidad, con una
ciudadanía indefensa, acciones políticas que están corroyendo a la
sociedad, esa humillación distorsiona la realidad, el orden de
prioridades y las condiciones de vida y, aun así, ¿estamos en
condiciones para capitular, para ser colaboracionistas de nuestra propia
destrucción? ¡Vaya ironía y cinismo político!
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