EDITORIAL
Fuente: La Nación - Argentina
Las inminentes negociaciones con la Unión Europea pondrán a prueba la
continuidad de la alianza de la Argentina con cuatro Estados
latinoamericanos.
Desde 1998 se negocia un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y
la Unión Europea sin que existan claras esperanzas de llegar a buen
puerto. Son ahora cinco los Estados miembros del Mercosur por la
incorporación de Venezuela, que en verdad no parece suministrarle valor
agregado, sino lo contrario, mientras que la Unión Europea, de 27
miembros, ha introducido cambios sustanciales y afronta una difícil
situación económica que proyecta resistencias a la hora de hacer
concesiones.
Sin agotar el inventario de requerimientos, el Mercosur aspira a un
trato especial y diferenciado en consonancia con la condición de
naciones en desarrollo de sus miembros, así como a lograr un acceso al
mercado comunitario evitando las consecuencias que crean las ayudas
internas y los subsidios a las exportaciones agrícolas. Parecidas
situaciones, pero de sentido inverso, deberán darse en materia
industrial.
Las relaciones internas en el Mercosur presentaron fisuras: algunas
fueron solucionadas; otras, no. Recuérdese la absurda e ilegal
suspensión temporaria de Paraguay, aprovechada para incorporar a
Venezuela, así como las disputas relativas al comercio, viciadas por
decisiones sin fundamento legal ni aviso previo del secretario Guillermo
Moreno. Se suma a ello un recurso ante la Organización Mundial del
Comercio suscripto por la Unión Europea, Estados Unidos y otros países.
Como si esto fuera poco, el presidente uruguayo, al reaccionar frente a
una medida argentina sobre puertos, expresó que nuestro país "con su
política insular, estaba haciendo añicos el Mercosur". En ese escenario
conflictivo, las naciones integrantes del Mercosur deben negociar.
Un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea es, sin duda, un hecho
trascendente siempre que contenga los requisitos aquí expuestos y otros
que deberán ser consensuados en el Mercosur. Toda negociación implica
ganar, pero también saber ceder. Nuestro país ha practicado un
proteccionismo tan acentuado e impropio que deberá entender la necesidad
de cambiar su política económica, un escollo que pareciera insalvable
para las erróneas convicciones de la administración kirchnerista.
El equivocado camino asumido por el Gobierno ha llevado al país a una
autarquía económica, convirtiéndolo en una ínsula comercial. Este
acuerdo y otros representan verdaderas oportunidades para dejar atrás la
condición insular. Hay que tener en cuenta lo que ocurre en el mundo en
materia de convenios comerciales. México, Colombia, Perú y Chile acaban
de firmar la Alianza del Pacífico, mientras Estados Unidos y la Unión
Europea negocian la Asociación Transatlántica. No está de más recordar
que los acuerdos de libre comercio suman más de 300 y que en ellos
surgen preferencias comerciales que dejan afuera a quienes no participan
de esos pactos. El próximo mes tendrá lugar la confrontación de ofertas
y se conocerá la cohesión del Mercosur y cuánta vida le resta a esta
asociación como tal.
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