Las lecciones del 52: no legitimar jamás el fraude electoral
Por: Jesús Antonio Petit da Costa
El porqué este régimen todavía existe radica en que no tiene oposición
sino comparsa electoral, porque la MUD no aprendió las lecciones que nos
dejaron aquellos que fueron líderes de verdad, los que en el 52
estuvieron a la altura de las circunstancias. El tiempo de la comparsa
está llegando a su fin.
El 2 de diciembre se cumplirán 61 años del golpe militar con el cual
culminó el fraude electoral que desconoció la voluntad popular expresada
dos días antes (30-11-52). Ese día, que fue conmemorado en adelante
como fecha patria (igual que ahora el 4F), asumió el general Marcos
Pérez Jiménez la presidencia provisional. ¿Qué lecciones podemos sacar
de lo sucedido en aquel entonces, con vista a su aplicación en la
presente hora?
La primera lección es que la oposición sólo debe participar en una
elección cuando hay garantías de imparcialidad del árbitro electoral. Si
participa sin esta garantía, no es oposición sino comparsa que legitima
el fraude. Veamos los hechos: el país estaba bajo una férrea dictadura
militar, la cual decidió convocar una Asamblea Constituyente como paso
previo al restablecimiento de la democracia. En las elecciones
únicamente podían participar los partidos de oposición legales, que eran
URD y COPEI. A estos partidos la dictadura militar les reconoció
representación en el Consejo Supremo Electoral. Y para mayor garantía de
imparcialidad aceptó que lo presidiera una personalidad verdaderamente
independiente de merecido prestigio. La imparcialidad del CSE fue la
condición fundamental exigida por la oposición para participar, porque
en una elección no importa cuántos voten ni por quiénes voten, sino
quien cuenta los votos. El que cuenta los votos es el que decide la
elección. Aún bajo una dictadura militar férrea, como la de entonces, se
puede ganar una elección siempre que el CNE sea imparcial, para lo cual
se requiere que la oposición esté adentro y los independientes lo sean
de verdad. Si no hay imparcialidad del árbitro electoral, la elección
está perdida de antemano. Participar sin esta garantía significa
convalidar y legitimar el fraude. Es servirle de comparsa electoral a la
tiranía. Ni Jóvito Villalba ni Rafael Caldera se prestaron a servir de
comparsas electorales.
Lo anterior quedó comprobado cuando el CSE dio los primeros cómputos que
eran favorables a la oposición. Sorprendida con este resultado, la
dictadura ordenó cambiarlos a su favor. Habiéndose negado el CSE,
precisamente por ser imparcial, la dictadura optó por dar el golpe
militar para consumar el fraude declarando ganadores a sus partidarios.
Pero para legitimarse le reconoció a la oposición el 40% de los
diputados a la Constituyente. Aquí viene la segunda lección. URD y COPEI
se negaron a convalidar el fraude electoral renunciando a las
diputaciones que les fueron reconocidas, a pesar de la presión ejercida
por dirigentes suyos, precursores de la MUD, que alegaron la necesidad
de “ocupar los espacios”. Los máximos líderes de la oposición se
mantuvieron firmes en su negativa a legitimar el fraude con su
asistencia a una Constituyente ilegítima. Su lección, válida 61 años
después, es no legitimar nunca el fraude electoral, sino denunciarlo y
combatirlo frontalmente. La firmeza de aquella oposición tuvo su premio:
estuvo en el poder durante cuarenta años, debiendo esperar apenas cinco
para la caída de la dictadura.
Las lecciones del 52 no han sido aprendidas por la MUD. Participa en
todas las elecciones que convoca la tiranía comunista, sin exigir la
condición mínima: la garantía de imparcialidad del CNE. Sirve así de
comparsa electoral, convalidando y legitimando el fraude electoral.
Acepta el resultado fraudulento y procede a ocupar los cargos que les
reconoce la tiranía comunista a cambio de su legitimación. Y cede a la
voracidad burocrática de quienes necesitan un cargo para sentirse
líderes. Cuán diferentes a Villalba y Caldera que se robustecieron y
elevaron sus liderazgos actuando como actuaron.
En definitiva, la MUD no es oposición sino comparsa electoral. Y el
tiempo de la comparsa está llegando a su fin. Como en los bailes de
antes, ya se oye el Alma Llanera que anuncia el fin de la fiesta.
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