Este expaís está hoy invadido por el castro-chavismo. El propósito es acabarlo en la medida que crezca el proyecto Venecuba: fusión de dos formas de destrucción que se autodenominan revoluciones.
El
proceso invasor corresponde a un Estado Metropolitano que se lanzó a la
aventura de buscar nuevos territorios y mercados. Y hoy sigue planteado
el esquema aunque con formas diferentes. De allí que sea cada vez más
necesario la revisión sobre lo que somos, dónde estamos, de dónde venimos, y para dónde vamos.
Todavía
el examen de este tiempo se vuelve difícil. Tal vez este es uno de los
pocos lugares en los que aún se monta fiesta o conmemora el 12 de
Octubre como Día del Descubrimiento de América, de la Raza, de la
Hispanidad y más recientemente Día del Encuentro entre dos Mundos o Día
de la Resistencia Indígena.
Un
compendio de disfraces que deja de lado lo fundamental del proceso. En
términos de proyección, esa fecha dice poco o nada para la calificación y
determinación de un período que alcanza los 519 años.
No
estamos ante nada que tenga que ver con descubrimiento, porque las
sociedades no se descubren. No hay sociedades cubiertas ni descubiertas.
Sólo hay sociedades y punto. Nadie descubre a Nadie!
Tampoco
es cierto que las sociedades más avanzadas en elementos tecnológicos,
traducido en la fuerza de sus armas de fuego, son superiores a las que
no tienen esa capacidad para la muerte-asesinato.
La
llamada empresa de exploración que contempla el Estado español, tiene
como objetivo la localización de territorios más allá de sus fronteras
que no estuvieran apropiados y habitados.
Lugares
susceptibles de ser poblados y organizados para sumarlos a las
posesiones de la metrópoli. De allí que en cualquiera de estos nuevos
centros rigiesen las leyes del propio Estado que genera las nuevas
entidades.
Pero en el caso de lo que se va a conocer como ‘América’ la expedición colombina no llega a un territorio despoblado. Y por
ello se presenta la necesidad de justificar la apropiación de lugares
ya habitados, largamente vividos y puestos en un orden productivo. Se
acude entonces al expediente de que en lugar de gente aquí había una
animalidad.
Se
inicia así una invasión-despojo que crea unos propietarios y unos
desheredados. Nace de esta manera una gama de privilegiados-dueños y un
colectivo expropiado-pueblo a quien, en principio, incluso se le
desconoce condición de gente.
Por
su condición de salvajes, antropófagos y politeístas se considera que
carecen de alma y se procede a su exterminio. En esta empresa están
unidos Estado e Iglesia. La primera corresponde a un Estado que marcha
hacia la acumulación de metales preciosos.
La segunda requiere implantar
el cristianismo en las nuevas tierras. Y para esto se aplica a los
habitantes originarios, según Depons, la consigna ‘Hazte cristiano, o
muere’.
De modo que el mal llamado descubrimiento, que ahora alcanza los 519 años, es la manera de justificar una invasión.
La finalidad de esta empresa es acabar con las posibilidades de una sociedad construida sobre bases diferentes a los intereses de
una determinada forma de explotación que mira específicamente hacia la
acumulación de metales preciosos, principio-base de la riqueza de las
naciones que entonces (y hoy) prevalece.
Y
para ello se señala que es a partir de 1492 cuando comenzó aquí la
historia, dado que es el inicio de la población de humanos. Se pretende
así dejar de lado una historia milenaria.
De allí deviene la acción imperial de tomar posesión de quienes son
considerados como débiles e inferiores. Se establece de este modo la
relación entre un poderoso y descubridor y alguien que no alcanza el
nivel de gente, la cultura o la civilización que es el descubierto.
No hay que olvidar que fue en
1537, cuando el Papa Pablo III, reconoció que “los nativos eran gente y
tenían alma” y por tanto con derecho a la libertad. Sin embargo, el
estigma de la animalidad-inferioridad siguió con vida y hoy cuenta con
muchos cultivadores.
Y todavía hay quienes se atreven a desconocer que fue sobre una de las masacres de mayor profundidad
en la historia de la humanidad y sobre las cenizas correspondientes,
como se instaló por primera vez la historia-gente.
El inicio de una ‘nueva y verdadera raza’. Por esto se nombra el 12 de octubre como Día de la Raza.
Y
el juego al día prosigue, por ejemplo, con lo del ‘Día de la
Resistencia Indígena’. Otra manera de hacer aparecer una resistencia que
existió contra los españoles pero que no ha tenido la
misma consistencia contra los demás imperios que han caído en posición
de descubridores asaltadores sobre estas tierras.
Y
en nombre del antiimperialismo yanqui, antiguo y actual invasor, se le
abre todo el espacio-posibilidades para que Fidel Castro, siguiendo las
lecciones de Colón, ejerza el nuevo descubrimiento como disfraz para
esconder otro capítulo de la misma destructora invasión pero con el mote de revolucionaria.
Por ello, a 519 años de invasión tenemos que darle las gracias al señor Fidel por volvernos a descubrir. ¡Qué historia amigos!
T: @ablancomunoz
Fuente: Historia Actual
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