Por: Jesús Antonio Petit da Costa
“La victoria puede ser creada” (Sun Tzu).
Pero para crear la victoria hay que tener claros el objetivo y la
estrategia. El objetivo de nosotros, los nacionalistas, es la liberación
nacional y la refundación de la República, rompiendo con Cuba y
haciendo un cambio radical y profundo del sistema político-económico. La
estrategia se basa en la movilización popular que culmine en una acción
cívico-militar. Comienza por la “oposición de calle”, la cual significa
promover, organizar y dirigir las protestas populares.
Hacia este objetivo se avanza paso a paso. En política, como en la
guerra, a la victoria final se llega mediante una sucesión de pequeñas
victorias, que no se aprecian cuando no hay una jefatura que las valore
como tales y las publicite para mantener en alto el ánimo de sus
seguidores. Es lo que está sucediendo en las filas nacionalistas. De la
ausencia de esta valoración se ha valido el enemigo, ayudado por los
colaboracionistas, para confundir y desanimar presentando las victorias
nacionalistas, aunque pequeñas hasta ahora, como derrotas. Los que
aprendimos desde la adolescencia a valorar los hechos para saber cuándo
se ha avanzado y cuándo se ha retrocedido, podemos hacer el balance de
la situación actual. Puedo decir entonces que estamos mejor que antes
del 12F. Hemos avanzado.
La irrupción de la “oposición de calle”, con el lema “la salida está en
la calle”, fue el primer paso hacia el objetivo y, en consecuencia,
significó una victoria política, pequeña pero importante, porque acabó
con el engaño de los colaboracionistas quedando en evidencia su
entendimiento con el gobierno títere, del cual son una de las dos
muletas que lo sostienen. El colaboracionismo es el factor engaño de que
se vale el gobierno títere de Cuba (“Una operación militar implica
engaño. El engaño tiene por objetivo obtener la victoria sobre el
enemigo”/ Sun Tzu). El papel de los colaboracionistas es presentarse
como oposición (engaño) para mantener desmovilizado al pueblo,
predicando la pasividad del esclavo por miedo al castigo si se subleva
(muerte, torturas, prisión). El colaboracionismo quedó desenmascarado
como comparsa de la tiranía, evidencia que se reforzó con la farsa del
diálogo, que sólo sirvió para encubrir los crímenes de los títeres de
Cuba. Ya el pueblo sabe que los colaboracionistas forman, junto con los
títeres, la “casta política” de la tiranía que se beneficia de ella.
Mientras todos empobrecemos, la casta política vive cada vez mejor. Esta
realidad está sembrada en la conciencia colectiva. Y al estar sembrada
la tiranía ha perdido un instrumento que le fue útil para la dominación.
A partir de ahora los colaboracionistas no valen nada, o valen mucho
menos que antes. Sin pueblo han perdido su valor político. Y con ello la
tiranía se ha debilitado, lo cual constituye una victoria no tan
pequeña como algunos piensan. Al ser desenmascarados los
colaboracionistas, quedando sin pueblo, la tiranía perdió una de sus
muletas, la que adormecía al pueblo y se lo entregaba pasivo simulando
ser oposición. Ahora la tiranía está sin esta muleta. Ha quedado
cojeando, con las consecuencias que ello implica para su estabilidad.
La irrupción de la “oposición de calle” nos mostró además el punto débil
de la tiranía, fundamental para atacarla y derrotarla (“para avanzar
arremete por sus puntos flacos”/Sun Tzu). Su punto débil es la calle. La
teme porque sabe que provocará su caída. No le teme a elecciones. Sabe
que las ganará una tras otra por el ventajismo y el fraude y que los
colaboracionistas las legitimarán participando y aceptando el resultado
fraudulento, como lo han hecho siempre a cambio de un precio vil: unas
pocas alcaldías y menos gobernaciones todavía. De diputados ni hablamos.
Son lamparitas que ni prenden. Terror le produce que el pueblo tome la
calle, en protestas constantes, sucesivas y masivas. De allí la
represión criminal para impedir a sangre y fuego que se encienda la
calle. Quedó probado cuál es el punto débil de la tiranía (la calle) y
cuál su punto fuerte, lo único con que cuenta (las bandas criminales con
o sin uniforme). Saberlo y ponerlo en evidencia es fundamental para
avanzar (“pruébalos para averiguar sus puntos fuertes y sus puntos
débiles”/Sun Tzu). Que no tiene pueblo lo ha confirmado la abstención
masiva en sus elecciones primarias. Y cada día tendrá menos pueblo por
el colapso económico. Sólo le quedan las bayonetas para tenerse en pie,
las cuales son inadecuadas para muletas y, según Napoleón, no sirven
para sentarse en ellas.
Continuaré analizando las pequeñas victorias obtenidas hasta ahora por
los nacionalistas, llamados también radicales, de las que muchos no se
han dado cuenta.
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