"Todas las dictaduras siempre critican cuando alguien trata de ayudar a los que están luchando por la libertad"
Roban los fondos del pueblo y los han usado para comprar mansiones y yates en la Florida.
Mario Díaz-Balart, congresista de Estados Unidos, afirma que es
“relativamente fácil” identificar y sancionar a corruptos venezolanos en
su país. El legislador conversó con La Verdad en Washington. Critica a Obama por ignorar el apoyo bipartidista del Congreso para sancionar a violadores de DDHH en Venezuela.
Mario Díaz-Balart desdeña la “dictadura en Venezuela” sentado en su
oficina de Washington sobre un reluciente sillón de cuero negro. Tres
mil 300 kilómetros le distancian de Caracas, pero desde allí olfatea con
facilidad la piel de un régimen que le recuerda al de su tío: el
mismísimo Fidel Castro.
Que el líder de la revolución cubana se haya casado y divorciado de
su tía Mirta a mediados del siglo pasado, cinco años antes de ser
presidente, parece haberle curtido en la particular labor de identificar
dictadores. Él ni había nacido cuando hubo las nupcias y la separación.
Pero ambos comparten lazos imborrables: “Fidelito” Castro Díaz-Balart
es, por ejemplo, primer hijo del barbudo dirigente y primo hermano de
sangre del legislador estadounidense.
Para él, congresista del distrito 25 de Florida y representante de
ese estado en la cámara baja desde 2003, Nicolás Maduro preside un
gobierno de corte totalitario similar al isleño. “Es una dictadura, mi
padre la llamaría dictadura descafeinada, porque tratan de aparentar que
no lo son”.
Entre una amplia ventana ubicada a sus espaldas fulgura el Capitolio
bajo el sol de la 1.20 de la tarde. En la sede legislativa de Estados
Unidos, ubicada a un mero cruce de acera desde este búnker
administrativo, Díaz-Balart votó el 28 de mayo pasado en pro de la
resolución que sembró el miedo en los huesos de un puñado de corruptos
en Venezuela.
La legislación 4587, aprobada gracias al consenso entre demócratas y
republicanos, contempla sanciones en territorio norteamericano contra
violadores de derechos humanos y censuradores de prensa en Venezuela. El
retiro de visas, el bloqueo de transferencias financieras, así como la
congelación de bienes y propiedades, son puntas de lanzas de la
normativa.
Y en la Cámara de Representantes aún esperan el último envión desde
el Senado hasta la oficina oval de Barack Obama para su ejecución.
Boliburgueses en Florida
Díaz-Balart, hombre de voto conservador y fiel acólito del embargo a
Cuba, estruja ambos brazos de su asiento y frunce el ceño al hablar de
Miraflores. Exuda indignación. Jura que no pocos oficiales venezolanos
han saqueado las arcas de la República para comprar bienes en su estado.
“Muchos de ellos han robado los fondos del pueblo y los han usado
para comprar mansiones y yates en el sur de la Florida. En Venezuela se
la dan de populistas, pero han usado ese dinero no para ayudar al pueblo
venezolano. Estamos hablando de miles de millones de dólares”.
Es reacio a develar en detalle cómo el Gobierno federal detectará a
esos legitimadores de capitales robados. La legislación 4587, sin
embargo, da un plazo de 90 días al presidente Barack Obama para que
remita a los comités del Congreso la lista de personas que califican
como violadores de derechos humanos y de libre prensa. A partir de allí
iniciaría la cacería de bienes tintados de corrupción. Esa lista
preparada por la Casa Blanca reposará en las oficinas del Capitolio solo
si la ley sobrevive al crisol del Senado.
La tarea de ubicar las propiedades y cuentas “manchadas” es, sin
embargo, una tarea relativamente sencilla para la administración Obama.
“Es fácil saber quiénes son, dónde están. En muchos casos las han
comprado a nombre de otras personas para tratar de ocultarlas, pero es
fácil de saber”.
Apetito bipartidista
Entre las paredes blancas y azules de la oficina de Díaz-Balart,
tanto como en el mismo Capitolio, se palpa el apetito de justicia con
respecto a Venezuela. Sobre el tema hay consenso bipartidista, lo cual
en Norteamérica es mucho decir en política. Demócratas y republicanos
quieren implementar las sanciones. Pero en la Casa Blanca reina, por
ahora, la prudencia sobre medidas así de tangentes.
“Hay apoyo bipartidista de la cámara para presionar, sancionar a los
que están violando derechos humanos y para demostrar solidaridad con el
pueblo venezolano. Hasta ahora no hemos visto que el presidente Obama
haya querido demostrar ese tipo de solidaridad. Es un reto que tenemos
con él. Esperamos que recapacite y se una a tratar de ayudar al valiente
pueblo venezolano”.
Los diez minutos de entrevista se agotan. Otro punto en la apretada
agenda aguarda tras la puerta. Díaz-Balart sonríe, posa para una
fotografía frente a un armario repleto de libros y al lado de una
bandera estadounidense que guinda de un pendón dorado. Antes, aún
sentado frente al grabador, había mencionado que él y sus colegas
aumentaron los fondos para “ayudar al proceso democrático” en Venezuela.
Urge una última pregunta.
- ¿Está consciente de que esos fondos son interpretados en Venezuela como parte de una conspiración?
- Todas las dictaduras siempre critican cuando alguien trata de
ayudar a los que están luchando por la libertad. Estamos tratando de
hacer todo lo posible para que haya consecuencias sobre los que cometen
violaciones a derechos humanos. Si uno se va a preocupar por lo que
piensan ellos en Venezuela…
Sabrá bien de ello el sobrino político de un individuo como Fidel.
“Cuando un gobierno comienza a censurar a la prensa, a arrestar a
miembros de la oposición, a violar los derechos básicos del pueblo, es
una dictadura”.
Bloqueo de bienes
La legislación 4587 aprobada en cámara baja del Congreso de EEUU
autoriza “el ejercicio de todos los poderes concedidos al Presidente por
el Acto de Poderes Económicos Internacionales de Emergencia para
bloquear y prohibir todas las transacciones en propiedad y bienes (de
violadores de derechos humanos y de libre información en Venezuela) si
tales recursos se encuentran en Estados Unidos, se transfieren a través
de las vías de Estados Unidos o son posesión de estadounidenses”.
Vía La Verdad
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