Por considerarlo un material de extraordinaria importancia social, pedagógica y Política(si, Política con P mayúscula, con "P" de País)reproducimos la entrevista hecha por el periodista Edgar López y publicada en el diario El Nacional en su edición correspondiente al domingo 24-11-2013 al Padre Armando Janssens, sacerdote católico y activista socialcon 48 años construyendo cultura de la vida en los barrios de nuestro país,fundador de las organizaciones de desarrollo social Centro al Servicio de la Acción Popular (CESAP), SINERGIA, BANGENTE, PRO-ADOPCIÓN y CONCIENCIA ACTIVA.
Orgullosos
de haber coincidido en temática y enfoque en nuestra columna de hoy
con este extraordinario luchador social, presentamos este material a
nuestros lectores.
El
sacerdote Armando Janssens cumplió 80 años de edad el 6 de noviembre,
48 de los cuales han trascurrido en Venezuela. Los celebró con una
reunión de amigos en la sede del Centro al Servicio de la Acción
Popular (Cesap), la institución que fundó en 1974 en los barrios de
Catia para promover la organización de los sectores populares y que
constituye un modelo de participación que se multiplicado por todo el
país. De su origen belga apenas le queda el acento extranjero. Vive en
el sector Andrés Eloy Blanco de El Observatorio, en el 23 de Enero, y
cree conocer a "nuestra gente", pero admite estar sorprendido por el
desbordamiento de emociones que han causado la rebaja de precios
impuesta por el gobierno. Sus convicciones cristianas le impiden
perder la esperanza, sin embargo no ve salidas institucionales a corto
plazo y teme tiempos peores.
—¿Cómo explica lo que ocurre en el país?
—Yo
estoy confundido por la contradicción de las señales que se
manifiestan. En los últimos días, con las compras compulsivas,
redescubro un aspecto de los venezolanos que ha adquirido proporciones
sorprendentes. Me preocupa que, al fin y al cabo, la mentalidad
consumista que supuestamente íbamos a superar sigue más presente que
nunca en nuestra gente.
En
los barrios hay gente de todo tipo. A pesar de cierto fanatismo, en
general se aspira a una mayor calidad de vida, y se mira a los
sectores medios de la sociedad como un estadio superior. El mayor
deseo de nuestra gente en los barrios es disfrutar de más comodidades y
convertirse en clase media. Se tiene la idea de que eso se logra
adquiriendo cosas. Hace ya varios años, en mi barrio vi un televisor
pantalla plana que ocupaba casi toda la sala de una vivienda. Hoy en
día, nuestra gente entiende que tiene una oportunidad y que es ahora o
nunca, pues intuye que la economía empeorará. Incluso, frente al
desamparo en que nos encontramos todos por el auge de la delincuencia,
nuestra gente procura rodearse de elementos figurativos del confort,
como los electrodomésticos.
—¿En qué se parece y en qué se diferencia lo que ocurre en el país en la actualidad y lo que ocurrió en febrero y marzo de 1989?
—La
diferencia es que en esta oportunidad hay una organización política,
con la que podemos estar de acuerdo o no, que interviene para sacar
provecho de la situación. En todos los barrios actúan los grupos
vinculados al oficialismo que se han encargado de canalizar las
expectativas de la gente en cuanto a adquirir bienes materiales. Para
que el asunto no se les fuera de las manos, el gobierno ordenó la
intervención de militares, fiscales y jueces en los sitios donde hubo
hechos violentos y, más específicamente, saqueos.
—¿Cómo interpreta usted el llamado del presidente Nicolás Maduro a vaciar los anaqueles?
—Fueron
palabras imprudentes, inoportunas, que no debieron ser pronunciadas
nunca. Lamentablemente, ese es el estilo chavista. Chávez tuvo la
oportunidad única de crear un gobierno con la participación de todos
los venezolanos, pero, desde el primer momento, promovió la
confrontación y la división de la población entre buenos y malos,
entre revolucionarios y escuálidos. Maduro ha contribuido a
profundizar la polarización, que hoy en día es inherente al quehacer
político e impregna todos los asuntos públicos. No veo voluntad, ni en
el gobierno ni en la oposición, para superar la polarización. La
violencia extrema que se cuenta por asesinatos a manos del hampa tiene
mucho que ver con este discurso desmesurado. Se utiliza un lenguaje
que apunta a sentimientos. Cuando la gente oye a líderes violentos
justifica la violencia.
—¿La polarización política tiene remedio?
—En
principio, no hay callejón sin salida. Dentro de mi convicción
cristiana, siempre albergo esperanza. Pero no veo salidas inmediatas.
Reconozco y celebro las iniciativas de paz y buena convivencia de
algunos sectores de la sociedad civil, pero no veo que ello tenga eco
en el gobierno, que es el principal responsable de promover la
concordia entre los venezolanos. Lo que priva es enfrentamiento y
división. Creo que ello se ha extendido a la Fuerza Armada y ojalá no
desemboque en salidas no institucionales.
—¿Tiene datos confiables sobre división a lo interno de las FAN?
—Más que certeza, lo que tengo es intuición. En los momentos críticos los militares pueden caer en tentaciones.
—¿El
gobierno es capaz de soportar el descontento por la agudización de
problemas tan apremiantes como la inseguridad y la inflación?
—El
juego de imponer rebajas de precios tiene su impacto. Para mucha
gente es un logro tener un televisor, un microondas o una lavadora. El
plan del gobierno funcionó, pero es pan para hoy y hambre para
mañana. No hay que ser un especialista en economía para prever que con
todos estos controles va a ser más difícil reactivar el aparato
productivo del país y que los compradores compulsivos que gastaron sus
utilidades en un televisor, un microondas o una lavadora, sufrirán
las estrecheces por venir.
—¿Cómo coexiste la promoción del hombre nuevo y el estímulo al consumismo?
—En
la misa del domingo pasado estábamos reunidas unas 120 personas y
hablamos de las compras compulsivas. Solamente 2 o 3 dijeron que
habían hecho largas colas frente a las tiendas, lo cual indica que
también hay mucha gente reflexiva que no cae en la trampa.
—¿Por qué dice que es una trampa?
—Porque
se le confiere mayor valor al tener que al ser. Es la trampa del
paternalismo, es intentar mejorar el nivel de vida de las personas a
través de regalos y no del trabajo
productivo. Si el gobierno no crea trabajo digno y productivo
convierte a las personas en mendigos. El progreso de la gente está
asociado al ser, no al tener. Y se trata de ser una persona digna, lo
cual implica capacidad de emprendimiento, con creatividad, autonomía y
compromiso social.
—¿La oferta gubernamental de sanear la economía a través de controles de precios es viable?
—En
ninguna parte del mundo ha funcionado. Yo conocí, en tiempos de
guerra, una tendencia igual en Europa. Pero en aquella época como
ahora surgen muchos caminitos verdes para evadir los controles. Los
controles sanos son necesarios, pero lo que tenemos son controles
mezclados con política e insulto que, en vez de conducir a mejoras,
auspician salidas indeseadas.
—¿Qué significa que el presidente pida más poder y las instituciones se lo estén dando?
—Que
el espacio de verdadera libertad se reduce cada vez más; que la
seguridad jurídica cada vez es menor. Eso no puede ser. Deseamos una
sociedad plural, no un convento político.
Asistencialismo y urgencia política
Esta
semana el padre Janssens va a celebrar una misa en acción de gracias
por el grado de bachiller que obtuvieron 13 jóvenes del barrio El
Observatorio a través de la Misión Sucre.
"Yo
los felicito, pero sé que la mayoría no está capacitada para entrar a
la universidad, pues en estos procesos educativos que fomenta el
gobierno, la calidad no es prioritaria. Por lo general, estas misiones
se desarrollan sin control y degeneran en ineficiencia y corrupción.
Mercal, por ejemplo, es muy bueno, pero es indignante que sea utilizado
para intentar tapar la boca de la gente y la realidad. Lo peor es que
estos programas se han usado para comprar votos".
Frente
al asistencialismo gubernamental, Janssens propone la organización
popular autónoma, fundamentada en las necesidades específicas de cada
comunidad.
"Seriedad
es una clave importante que, por ejemplo, nos ha servido en Bangente
–un banco cofundado por Janssens hace 14 años– que mantiene 50.000
créditos a microempresarios de sectores populares y 0,6% de morosidad.
En cambio, la gente no devuelve el dinero correspondiente a los
créditos que otorga el Ejecutivo porque sabe que si no lo hace no
sufrirá consecuencias. La urgencia política y las desviaciones
vinculadas a la corrupción son determinantes", afirma. El sacerdote
precisa la característica que lo distancia del oficialismo: "Nosotros
somos autónomos; somos propiedad de la gente y de nuestra propia
reflexión".
http://venezuela-mujeresdenegro.blogspot.com/
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