Estimado traidor a la patria:
Dice un viejo refrán popular que el que a hierro mata, a hierro muere.
Tú, Mario Silva, acostumbrado a matar a machetazos, no puedes morir a sombrerazos.
Durante 9 años te convertiste en el verdugo de la oposición democrática venezolana. Tu programa (si es que ese bodrio que hacías en VTV se puede llamar programa) más que una tribuna ideológica, era un paredón de fusilamiento, donde acribillabas sin piedad alguna a todos aquellos que nos atrevíamos a exponer nuestros puntos de vista contra ese arroz con tamarindo que llaman revolución.
Te creías un Dios, Mario. Tu estudio de TV allá en el canal 8 (en el supuesto canal de todos los venezolanos) era una suerte de Olimpo al cual acudían todos los voceros del gobierno a jalarte bolas y a rendirte pleitesía.
El difunto Hugo Chávez fue quien más contribuyó a edificar tu imagen de todopoderoso. El ex presidente llamaba casi todas las noches a tu programa para decir cualquier estupidez y eso engordó no solamente tu cuerpo, sino también tu ego, haciéndote creer el cuento de que, al igual que el Comandante Presidente, tú también eras indispensable para la revolución.
¿Sabes Mario? Con el paso de los años he aprendido que las casualidades no existen. Alguien dijo muy acertadamente que todo es causalidad y que nada es casualidad. Por eso estoy completamente seguro de que no puede ser una casualidad que haya sido precisamente en este año 2013 que se hayan presentado en los últimos tres meses tres eventos de suma importancia para la historia democrática de este país: 5 de marzo, la muerte de Chávez: 14 de abril el fraude en las elecciones presidenciales que le robaron a Capriles y 20 de mayo la difusión del audio de La Hojilla gate.
Estos tres acontecimientos, Mario, tienen al borde del precipicio a eso que ustedes llaman pomposamente “revolución”. Los tres eventos que te acabo de mencionar han causado una grave crisis en el proceso. La muerte de Chávez los dejó sin liderazgo, el robo de las elecciones los dejó sin respaldo (nacional e internacional) y tu confesión grabada los ha dejado sin moral.
¡Qué vaina Mario! ¿Quién se iba a imaginar que tú, el sicario comunicacional preferido del régimen, el asesino mediático más poderoso de la revolución, se iba a convertir, de la noche a la mañana, en el enterrador de la poquita moral que le quedaba a los revolucionarios?
Tú, que difundiste cientos y cientos de llamadas telefónicas grabadas ilegalmente a destacados dirigentes de la oposición y a sus familiares. Tú, que le mentaste la madre a Miguel Henrique Otero, que llamaste homosexual al Cardenal Urosa, y que te cagaste en la cara de miles y miles de personas que lo único que hicimos fue decir que estamos en contra de la revolución, terminaste siendo grabado y utilizado como arma letal contra la propia revolución que tanto defendías.
Quienes adversamos a la revolución llevamos más de diez años denunciando a Diosdado Cabello y a todos sus compinches. Todos esos oscuros personajes que tú mencionas en la grabación, Giordani, Ramírez y un largo etcétera, han sido objeto de gravísimas denuncias por parte de destacados voceros de la democracia. En la Fiscalía y en los tribunales reposan centenares de carpetas con documentos y con pruebas contundentes de la corrupción que abunda en esta revolución.
De manera que, si a ver vamos, nada de lo que tú le dijiste al camarada Aramis Palacios en esa suerte de confesión, en ese informe que, cual sapo, le rendías al G2 cubano, para que se lo entregaran a Fidel y a Raúl, en una clara demostración de traición a la patria, pero algo mucho peor, en una clara demostración de jalabolismo ideológico, no resulta nada nuevo para nosotros.
No tengo la menor duda, Mario, de que el comandante Chávez se debe estar revolcando en la tumba. Lo que Chávez tardó 30 años en construir ustedes lo destruyeron en apenas 2 meses. Que no te quepa la menor duda, Mario: esta revolución se jodió. Los días de la revolución están contados. Nada ni nadie podrá detener la caída. Hagan lo que hagan, inventen lo que inventen, este proceso, como ustedes lo llaman, está por terminar.
No creas que te vas a escapar tan fácilmente, Mario. Ese viaje tuyo a Varadero, huyendo como una gallina, no te salvará. No importa que Molero te haya regalado 12 fusiles. No importa cuántos guardaespaldas te ponga Fidel. Diosdado no te perdonará. Nosotros tampoco. Y no creo que Dios esté dispuesto a hacerlo. Allá afuera hay mucha gente queriéndote hacer “pum” “pim” como tú le hiciste a alguien. Tu juicio sigue pendiente. Algún día habrá un Juez que te juzgue y te condene por tus crímenes. No morirás en el exilio. A ti, a Chávez, y a Fidel, la historia no los absolverá
Gustavo Azocar / El calabozo de la libertad
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