Por: Emilio J. Cárdenas
Fuente: Diario ExteriorVia: http://aserne.blogspot.com
Las interesantes declaraciones
formuladas recientemente por el embajador Daniel Benjamín (el Coordinador de
actividades anti-terroristas en el Departamento de Estado) ante el Sub-comité
de de Seguridad de la Cámara Baja del Congreso norteamericano permiten advertir
como ve el gobierno norteamericano lo que sucede hoy en la Venezuela de Hugo
Chávez.
En efecto, de allí surge que las mayores
preocupaciones de la diplomacia del país del norte son claras: incluyen las que
tienen que ver con la relación estratégica entre Venezuela e Irán, así como
entre Venezuela y Siria; el apoyo de Hugo Chávez a las milicias de las FARC y
del ELN que actúan en Colombia; su falta de cooperación real en la lucha del
mundo contra el terrorismo; y su flagrante incumplimiento de las obligaciones
internacionales que emanan directamente de distintas resoluciones del Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas (las N° 1373 y 1540, mencionadas
explícitamente) con relación al terrorismo y al narcotráfico. Tan es así, que
hay algunos altos funcionarios del gobierno de Chávez y hasta un ex jefe
militar que han sido incluidos, no por
casualidad, en la lista de quienes colaboran con el narcotráfico, lo que supone
que forman parte de él. Una vergüenza, por lo menos.
No es poco, como listado de
preocupaciones. Pero no hay nada demasiado sorprendente para un observador más
o menos avezado. Porque es ampliamente conocido que Venezuela ha sido -y puede
seguir siendo- un refugio para los terroristas colombianos y para los del ETA
vasco. Esto porque les ha permitido entrar y salir de su territorio; cobrar
allí los rescates por los secuestros de colombianos; traficar en drogas; y
algunas inaceptables tropelías más. Pese a que lo cierto sea que últimamente
Venezuela a sorpresivamente apresado a algunos líderes intermedios de las FARC,
devolviéndolos (no a todos, como sugiere el caso reciente de Julián Conrado) a
Colombia; lo que parece un cambio de actitud derivado de la nueva relación, más
cercana, elaborada con la administración del presidente colombiano, Juan Manuel
Santos.
A ello cabe agregar la perturbadora y abierta
presencia del movimiento Hizbollah en Venezuela que los norteamericanos
caracterizan como dedicada esencialmente a tratar de recaudar y remitir fondos
para su causa.
Por lo que sucede, los Estados Unidos han
embargado (prohibido) toda venta de armas a Venezuela. Y tienen a Venezuela al
borde mismo de ser incluida en una de las peores listas del mundo. Aquella que
tiene que ver con los Estados del globo que apoyan al terrorismo. La que
incluye a países como Cuba, Irán, Sudán y Siria. Es obvio que, salvo el caso de
Sudán, todos son principales aliados estratégicos de Venezuela. Aquello de:
“dime con quien andas”, una vez más en pleno funcionamiento.
Los Estados Unidos han comenzado a sancionar a
PDVSA, la empresa petrolera estatal venezolana. Con sanciones que son todavía
menores. Y está en comunicación con la empresa, advirtiéndole que podrían ser
seguidas de otras sanciones de mayor envergadura, bastante más duras. En
apariencia, PDVSA estría reaccionando bien, enviando señales de haber
comprendido que está al borde de ingresar en un pantano complicado y que está
dispuesta a “hacer buena letra”. Difícil creerle. Pero es de esperar que PDVSA
advierta lo ya sucedido al sector iraní de los hidrocarburos, donde empresas
transnacionales como: Total, Shell, Eni, la noruega Statoil e INPEX han dejado
ya de operar para no ser incluidas -ellas mismas- en el duro régimen
sancionatorio del país del norte.
Los norteamericanos han sancionado también a
CAVIM, la empresa de fabricación de armas venezolana por haber hecho
operaciones en el capítulo de los armamentos con los gobiernos parias de Irán,
Corea del Norte o Siria. Notable, como actitud desafiante, por todo lo que sugiere.
Pero lo cierto es que ya Chávez no engaña a nadie. Menos aún a la diplomacia de
los Estados Unidos, que “la tiene clara”.
Emilio J. Cárdenas.
Ex Embajador de la República
Argentina ante las Naciones Unidas
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