No proviene de Colombia y mucho menos de la inteligencia militar del
país, son los mismos ciudadanos venezolanos cansados del régimen que ha
impuesto Chávez para atender a las bandas criminales Farc y Eln, como a
las organizaciones narcotraficantes que se mueven como pez en el agua en
ese país.
No sin razón señalan como los tachirenses son tan humanitarios que
ahora el presupuesto de salud lo están destinando a curar guerrilleros
heridos en combate o, como ocurrió recientemente con un subversivo
colombiano en Arauquita, que fue trasladado malherido al Hospital
Central de San Cristóbal, cuando son víctimas de accidentes mientras
preparan atentados terroristas.
Es el caso de Erinson Camargo Jaimes, quien resultó herido el pasado
miércoles 28 de septiembre, cuando instalaba un explosivo para volar una
torre de electricidad en la frontera colombo venezolana. El guerrillero
fue trasladado al hospital de Guasdualito y en vista de que se agravó
fue internado en el HC de San Cristóbal donde la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana tiene apartada un ala completa, impenetrable, para atender,
cual clínica, a guerrilleros de las Farc, el Eln y las Fbls.
Tamaña traición a los venezolanos por parte de su gobierno nacional y
los oficiales que juraron respetar la constitución y proteger la
soberanía nacional, no tiene ninguna justificación, más allá de la
identificación plena que tiene el comandante presidente Hugo Chávez con
la subversión colombiana y el terrorismo internacional.
El gobierno chavista protege a los mismos criminales que imponen su
ley en la frontera, que asesinan, extorsionan y secuestran a sus
productores agrícolas y pecuarios, que trafican con droga y siembran el
terror entre los habitantes de la zona sur del Táchira y el alto Apure.
Todo eso sucede mientras Juan Manuel Santos se empeña, de manera
meliflua e idiota, en señalar que Chávez equilibra la balanza de la
democracia latinoamericana.
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