Es imposible dejar de lado que hoy comienza la cuenta regresiva de
este gobierno. Las cuentas regresivas siempre entusiasman. La vida misma
es una cuenta regresiva en la que nos espera la meta inevitable. Las
metas apasionan.
La verdad es que Venezuela ha pasado en este tiempo por uno de los
periodos más raros y desquiciantes de su historia: por primera vez
vivimos el intento de construcción del comunismo (o de destrucción del
capitalismo, como se quiera ver) y nunca en nuestra historia se habían
amasado fortunas tan grandes, algunas, incluso, hasta trabajando
decentemente. Nunca en nuestra historia había ingresado tanto dinero por
concepto de riqueza petrolera y de todas las oportunidades que el país
ha malgastado en esta materia, esta luce como la más perdida de todas,
por las magnitudes derrochadas sin resultados trascendentes. Nunca
habíamos tenido un gobierno tan desastroso con tanta popularidad. Nunca
antes se había culpado tanto al pasado desde uno de los gobiernos más
largos de nuestra historia, que después de 12 años todavía encuentra
responsable de todo a los antecesores, olvidando que ya es su propio
antecesor. Nunca antes se había reunido tanta gente incompetente en la
administración del país y eso ya es mucho decir. En fin, en los últimos
tiempos nos hemos convertido, en muchos aspectos en el país de “nunca
jamás”.
Sin embrago, todo tiene su final. Hoy comienza la cuenta regresiva de
un gobierno temible y temerario, que asusta, que controla todo, que no
acepta disidencia, que descalifica toda crítica, que se siente dueño de
la historia. Pero el punto no es el gobierno. Cada uno puesto en similar
situación quizá habría hecho lo mismo a su manera, pisoteando a todo el
que se deje, para permanecer en el poder si los límites pueden ser
traspasados sin oposición. El poder es sabroso, esa sensación de tenerlo
todo bajo control debe ser alucinante, es lógico que quien más que
ejercerlo lo goza, no lo quiera soltar y se aferre a esa manguangua.
El problema no es lo que hace el poder. El problema es lo que
queremos los ciudadanos. Lo que estamos dispuestos a hacer para frenar
la arbitrariedad y el abuso. Quizá el dilema que se plantea para muchos
es el conflicto entre un gobierno que, aunque acaba con el país, permite
el enriquecimiento de tirios y troyanos a su costa, eso que Mariano
Picón Salas denominó el “vivamos, callemos y aprovechemos” con el que
históricamente muchos venezolanos nos hemos vinculado a la arbitrariedad
del poder, por un lado y el concepto de un colectivo floreciente que
mejore como un todo, que sienta el progreso, por otro.
Hoy comienza otra cuenta regresiva, una de las tantas cuentas
regresivas que ha conocido el país en su anhelo de la república de
hombres libres con la que algunos de nuestros nuestros padres fundadores
soñaron y en nombre de la cual, emprendieron la independencia. Hoy
comienza la cuenta regresiva de otra ilusión y otra esperanza,
inclusiva, tolerante, de justicia y progreso, de felicidad y paz con
que esta tierra nuestra, de éxito inexcusable, sueña.
Quiera Dios que la oposición venezolana, de frente a esta ilusión y
este sueño, largamente pospuesto, se comporte con la altura de miras y
la grandeza que la nación le reclama.
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