Por: JOAQUIN CHAFFARDET
jchaffardet@gmail.com
Twitter @jchaffardet
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Recientemente,
el 13 de agosto, el ministro Tareck El Aisami, anunció que el 12 de
agosto se habían incautado 1.400 kilos de cocaína en el estado Falcón,
más precisamente en el Cabo San Roman, donde en una carretera aterrizó
un avión King Air 300, con el alijo.
Las
circunstancias en que se produjo la incautación de la droga, su
proveniencia, el aeropuerto de origen del vuelo, el paradero de los
pilotos, así como la identidad de los implicados están envueltos por el
misterio o en el mejor de los casos no han sido dados a conocer a la
opinión pública. La falta de transparencia en las actividades del
ejecutivo nacional es la característica principal de todas las acciones
del régimen, de manera que no hay sorpresa alguna en este sentido.
Tratándose
de un caso de tráfico de de drogas actividad en la cual, según las
autoridades estadounidenses y Makled, se encuentran involucrados varios
de los jerarcas militares del régimen, surge la primera interrogante no
contestada por el gobierno en este caso: ¿Cómo es posible que el avión
en que se transportaría la droga haya despegado de la Base Miranda en La
Carlota? ¿Quién es el propietario de esa aeronave que podía operar
desde esa base militar cerrada a la operación de aviones privados desde
hace años? ¿O se trata de una aeronave oficial o bajo el control del DIM
o el SEBIN? ¿Qué plan de vuelo presentó la aeronave en la Base Miranda,
es decir que destino declaró? ¿Quiénes eran los pilotos? ¿Por qué no se
han dado a conocer sus nombres?
Me
ha movido a comentar sobre este caso la noticia de la incineración de
parte de esa droga y la lectura de un artículo de Laureano Márquez sobre
un imaginario traslado de las reservas de oro del país desde los bancos
en que se encuentran, o se encontraban, hacia Venezuela. Sin necesidad
de un gran esfuerzo de imaginación, Laureano describe lo que podría
pasar en ese traslado: que en el trayecto desde los bancos extranjeros
hasta su llegada a las bóvedas del BCV, el oro sufriría un incesante
proceso de pérdida de peso similar a la merma de peso que sufre el
ganado cuando es transportado largas distancias en camiones.
El
lector se preguntará que qué tiene que ver esto con la incautación de
la droga en Falcón. Y la respuesta es que parece que todo lo que
transporta el régimen o se pudre, como los alimentos de PUDREVAL, o
pierde peso como acertadamente profetiza Laureano en su relato. Lo
cierto es que los productos transportados por este gobierno o no llegan
sanos o llegan incompletos a su destino.
Así,
en el caso que nos ocupa, el eficientísimo ministro El Aisami y el
viceministro de Prevención y Seguridad Ciudadana, Néstor Reverol,
anunciaron con bombos y platillos, fotografías y videos, que se habían
incautado 1.400 kilos de cocaína. Pero contradictoriamente, ayer, 1º de
septiembre, el régimen anunció en comunicado de prensa del Ministerio
Público, “la destrucción de 676 kilos de cocaína (de los 1.147
incautados), fue hecha el pasado 29 de agosto en el horno pirolítico
incinerador de la Oficina Nacional Antidrogas, ubicado en la sede del
Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas de
Coro” Y se anuncia que los 471 kilos de droga restantes serían
incinerados el jueves 1º de septiembre.
Como
se puede deducir de la información, en el traslado de Cabo San Román a
Coro, los 1.400 kilos de cocaína pasaron a ser 1.147 kilos. En otras
palabras, en ese trayecto se sublimaron, es decir pasaron de estado
sólido a estado gaseoso, 253 kilos de cocaína. De esa manera, al
misterio que rodea este caso se añade uno nuevo: ¿Cuántos kilos de
cocaína fueron efectivamente incautados? ¿Los 1.400 anunciados y
fotografiados con bombos y platillos por El Aisami y Reverol? ¿O fue,
como es su costumbre, otra mentira del régimen y no fueron 1.400 kilos
sino 1.147? ¿O fueron 1.400 kilos y 253 kilos efectivamente se
sublimaron en el camino? ¿O será que las pesas estaban defectuosas? ¿O
será que quien contó las panelas fue Merentes y se equivocó al contarlas
y pesarlas? ¿O no se evaporaron sino que pasaron a mejores manos? Si es
así, ¿a manos de quién pasaron? ¿Estarían Mario Silva y Alberto Nolia a
cargo del procedimiento?
Finalmente,
el hecho de que no se incineraran de una sola vez los 1.147 kilos que
quedaron después de la sublimación de 253 kilos, despierta suspicacias
adicionales. ¿Cuál sería la razón para no incinerar todo el alijo de una
sola vez? ¿Habrá sido ciertamente incinerada la totalidad de esa
cocaína? ¿Por qué esa incineración no se hizo de manera pública? Todas
preguntas sin respuestas por parte del régimen, lo que nos permite a los
ciudadanos dejar volar la imaginación teniendo en cuenta la rapacidad y
corrupción de la jauría chavista.
http://aserne.blogspot.com/
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