El gobierno de Chávez ha intentado convertir en
delito a la libertad de expresión. Los periodistas que se expresan sin
autocensura son acusados de tener propósitos subversivos o de participar
en alguna conjura conspirativa. Han cerrado medios de comunicación,
amedrentado a radiodifusores y editores de medios impresos para evitar
que los comunicadores se expresen libremente.
Esos execrables métodos, sin embargo, se han estrellado en las redes
sociales y por más activas que se encuentren las guerrillas
comunicacionales, sumergidas en direcciones electrónicas falsas,
identidades camufladas o el anonimato que proporciona la invisibilidad
de las redes -aprovechadas para injuriar, confundir y desinformar-, aún
así, no podrán limitar un medio instantáneo como Twitter, a no ser que
bloqueen el tráfico de la red, como lo hicieron los dictadores en
Egipto, Libia, Siria o Irán. Eso no lo hará Chávez, a no ser que vea
peligrar su permanencia en el poder e intente desconocer los resultados
electorales, si le son desfavorables.
El gobierno y su oficina electoral -Consejo Nacional Electoral- no
podrán contener el Twitter en caso de fraude electoral. Si los
resultados electorales son represados, los ciudadanos no tendrán otro
modo de acceder a la información que a través de Twitter. Las redes
sociales se han convertido en una herramienta fundamental de acción
ciudadana y fueron fundamentales convocando las protestas que han
conducido al derrocamiento de algunas dictaduras. Así sucedió con Hosni
Mubarak después de tres décadas en el poder. El gobierno venezolano le
teme a Twitter, por eso ha inundado la red con sus "candangas", con el
propósito de manipular la información, pero la red es amplia y
democrática, no discrimina las ideologías y los mensajes de los
disidentes también se transmiten a una velocidad de vértigo.
Ajuste de cuentas
Las usurpaciones de identidades en Twitter a través de hackers no
persiguen otra cosa que incomunicar a personalidades con audiencia y,
por supuesto, desinformar. El grupo de hackers, identificado como N33 y
que se atribuyó a través de un comunicado la última fechoría en esta red
social, recibió el encargo de ajustar las cuentas: "La motivación no ha
sido otra sino el indebido uso de Twitter por sus legítimos dueños,
bajo la excusa de la libertad de expresión.
Desde estas cuentas, que suman algo más del medio millón de usuarios, se
atacó de distintas formas la solemnidad de nuestras instituciones y más
específicamente la del jefe de Estado, cuya convalecencia no ha sido
causa suficiente para que estos personajes de oposición, y los
relacionados a ellos, disminuyan su carga de saña y mala intención. Son
pues, fuente de odio y división del país. Twitter, desde luego, permite
estas actitudes con total flagrancia y es allí donde aparecen estas
individualidades representadas por nuestro contraataque".
Esta conducta delictiva propiciada y celebrada por el oficialismo no
debe extrañarnos: los hackers aparecieron públicamente en el año 2002,
cuando Felipe Pérez, como ministro de Planificación y Desarrollo, le dio
un "viraje" a la política digital del Estado. Pérez llegó a jactarse en
un programa Aló, presidente -transmitido el 15 de diciembre de 2002- de
tener muy "buenos hackers", que prestaron sus servicios en las oficinas
de Alí Rodríguez en Pdvsa. Los temibles hackers no sólo son capaces de
cobrar venganza en las redes o descifrar números encriptados de tarjetas
de crédito, también serán muy eficientes en el manejo del software
durante la próxima jornada electoral. En delitos electorales, los
hackers también tienen su prontuario.
msalazar@cantv.net
msalazar@cantv.net
0 comentarios:
Publicar un comentario
Haga su comentario