Bogotá, 4 de diciembre.- Al momento de escribir estas líneas, un grupo de estudiantes venezolanos está radicalizando la huelga de hambre que mantiene frente a la Embajada de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Caracas. Su única exigencia es que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) envíe una delegación a Venezuela para constatar las violaciones a los derechos humanos que existen en ese país.
Resulta inaceptable que el Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, oriente todas sus energías a criticar a los hondureños, mientras que mantiene un silencio cómplice frente a la amenaza que significa Hugo Chávez para la estabilidad y la paz de la región.
Nada dice Insulza de los llamados a la guerra que hace el gobierno venezolano contra Colombia, sus vínculos con el fundamentalismo islámico, los nexos con las FARC, el cierre de medios de comunicación, los presos políticos, el secuestro de los poderes públicos o la expropiación de empresas. Insulza aplica la ley del embudo: juzga severamente al pueblo hondureño, pese a las elecciones ejemplares que acaban de realizarse; mientras que es permisivo con los graves delitos que comete Chávez.
Bastaría un compromiso público de Insulza a los jóvenes venezolanos, acompañada de una promesa de que una delegación de la CIDH viajará a Venezuela, para que la huelga de hambre se levante. Pero a Insulza poco le importa la salud o incluso la muerte de jóvenes idealistas que luchan por la libertad.
Si algo le ocurre a cualquiera de esos muchachos, el único responsable será Insulza.
http://fuerzasolidaria.org/?p=2678
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